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CANDERE
La historia de las velas. La raíz de la palabra aparece en el verbo latino candere: "brillar”
La humanidad ha utilizado velas rituales, en una forma u otra desde hace siglos; y por lo tanto, a lo largo de esta historia encontrará, junto con diversos métodos de en
cender velas propósitos rituales, algunas referencias a su utilización religiosa, además de muchos de los mitos y leyendas religiosas relacionadas con ellas. Casi todo el mundo ha llevado a cabo, en algún momento, magia con las velas. Quizá incluso sin darse cuenta de ello.
¿Se acuerda de la torta cumpleaños con velas, a por cada año de su vida? Le dijeron que cerrara los ojos, se concentrara y pidiera en un deseo y que luego de un soplo, las apagara todas. Ese fue el primer ritual con las velas, aunque investigando e investigando con esta historia podrían llenarse muchos volúmenes. Aquí solo tocaremos el tema en forma sintética, debido a una cuestión de espacio. La lámpara (lucernac) se utilizaba ya entre los antiguos griegos y romanos, así como entre otros pueblos orientales. Se han encontrado dispositivos para el alumbrado muy anteriores, como bujías, antorchas y velas de diversos materiales y manufacturas, especialmente entre los pobres. Los primitivos se podían iluminar ya con astillas de pino y otras maderas resinosas. Estos y otros materiales combustibles, untados en grasa animal, aceite o sebo y unidos con tiras de corteza, eran utilizados como antorchas de arcilla y metal rellenas de material convenientes. Pero nada de esto era tan conveniente para el uso inmediato como la vela primitiva, compuesta de una mecha de astopa o médula seca de juncos mojados en cera y sebo. A su vez, dándoles forma era posible producir efectos artísticos que probablemente ayudaran a establecerlas firmemente como símbolo religioso. La introducción de las velas, así como la del incienso en la fe Cristiana primitiva no resultó sencilla: muchas voces poderosas se alzaron contra su utilización. Se levantó un fuerte antagonismo contra estas "costumbres paganas" y los efectos corruptores que se pensaba tendrían sobre el nuevo culto. Tertuliano (año 200 de nuestra era) se opuso con fuerza a su uso, y Lanctantiur (año 300 de nuestra era) proclamó la locura de la veneración pagana con respecto a las luces: "A Él le encienden luces, como si Él estuviera en la oscuridad si contemplaran esa luz celestial a la que llamamos sol, enseguida percibirían que Dios no tiene necesidad de sus velas". Por fortuna, estas protestas resultaron útiles contra la marea de “costumbres paganas” que comenzó a penetrar en la Iglesia en aquel tiempo, y desde el siglo IV en adelante la costumbre de utilizar velas, no solo se estableció firmemente, sino que llego a ser tenida en cuenta como gran honor. Encontramos la utilización de las velas en todo el culto, en especial en las oraciones, bautismos, matrimonios y funerales. Sobresalen en el altar, se colocan ante las imágenes, y en la hornacina, se utiliza como ofrenda e invocaciones para la recuperación de enfermedades y en las peticiones de otros muchos favores. Son pocas las ceremonias en que no se utilicen. Las velas una vez bendecida, son consideradas como una protección segura, un abrigo contra el rayo y el trueno, la protección contra la perdida de cultivos y campos, la enfermedad del ganado y todo tipo de males, en particular, contra las tretas y trampas del mal. Se decreto que solo se podía hacer de cera, en particular la de abeja y no de sebo u otras sustancias.
“La cera fragante, el trabajo de a abeja que muere cuando su trabajo termina, tiene un significado místico. Esta extraída del mejor jugo de las plantas, y tiene el mas alto valor natural como materiales para las ofrendas”. La tradición sostiene que las abejas tuvieron su origen en el paraíso