10/11/2021
Ya pasaron más de dos años, pero su paso efímero por nuestra familia nos dejó recuerdos llenos de alegría.
Ella fue Zulma, una galga viejita con muchos achaques propios de la edad y marcas en su cuerpo, señales del maltrato y la explotación.
Al ser rescatada, su vida cambió rotundamente. Empezó a acompañar a varios humanos, mientras aparecía una familia dispuesta a adoptarla.
Pero pasaron varios años. Con su edad y sus marcas no era una buena candidata para ser adoptada. Sin embargo, la vimos y nos enamoramos. 🐶🤭
Así, un día, llegó a casa.
Caminando despacito, dolorida, con su ropita de abrigo, su chapita, su collar y su colchón.
Cariñosa... de esas que te buscan el brazo o las manos con el hocico o te apoyan la cabeza en el regazo.
Zulma veía poco, y por eso era gruñona y tiraba tarascones al aire cuando pasaban cerca los otros animales de la casa.
Zulma se dejaba pasear por Pedro, suave, sin tirar.
A Zulma le detectamos dolor en el abdomen que llevó a la decisión de una cirugía de urgencia. A su edad, no era una cosa menor, pero dejarla así iba a tener un desenlace no deseado en cualquier momento. Cardiólogo, laboratorio, ecografía y radiografías de tórax nos animaron a sacar ese bazo gigante que tanto le pesaba y dolía.
Zulma, guerrera como ninguna, salió bien de la cirugía. Se levantó, caminó, comió e hizo sus necesidades, indicio de que todo iba bien. Pero a la semana, Zulma se descompensó.
Zulma nos dejó, pero su recuerdo sigue presente entre nosotros: sus fotos, su chapita, su hocico húmedo buscando caricias, sus paseos con Pedro. ❤️
¿Adoptarías a un viejito?