17/05/2024
En Ámsterdam, lo primero que nos va a impactar es la cantidad de bicicletas que circulan por sus calles, y de cómo gozan de total prioridad, no solo sobre los automóviles, sino incluso sobre los peatones.
Pero hay una ciudad donde la prioridad la tienen los gatos: Estambul, la ciudad más populosa de Turquía, también conocida como “La ciudad de los gatos”.
Miles de gatos (se calcula que unos 150.000) rondan por las calles de la Estambul, y aunque son “callejeros”, llevan una vida privilegiada, colmados de alimento y consideración. Es tan habitual verlos por las calles, que para los residentes locales es algo totalmente normal.
Se dice que el origen de estos gatos se remonta a aquellos que viajaban en grandes barcos, introducidos en ellos para que cazaran roedores. Cuando atracaban en el puerto, cientos de estos felinos abandonaban los barcos y se iban quedando en la ciudad.
El amor por los gatos no es nuevo en Estambul. Se dice que mucho tiene que ver la predilección que tenía por ellos el profeta Mahoma, fundador del Islam, la religión predominante en Turquía. Antiguas construcciones de la época otomana muestran “puertas” especiales para ellos.
El gobierno de la ciudad ha hecho construir albergues para los gatos, donde se pueden cobijar y alimentar. A esto se suma mucha gente que se preocupa por ellos, asegurándose que tengan comida, agua y que estén cuidados.
En Estambul, los gatos andan a sus anchas. Se les ve en cafeterías, escaparates de negocios y restaurantes al aire libre y se les deja prácticamente estar donde quieran. Son parte de la ciudad.
Se dice que las cinco mejores ciudades para “los amantes de los gatos” son: Roma, Estambul, la aldea de Houton, San Petersburgo y Tokyo, pero solo una ostenta el título de “Ciudad de los Gatos”, y esa es Estambul.
Nunca he estado, pero algo me dice que Estambul es una ciudad que me gustaría mucho.
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