27/10/2022
Viejo y solo, pensé que un perro llenaría mi vida.
Lo encontré extraviado, sucio, hambriento, le di una caricia, me siguió sin miedo.
Ahora es mi perro, yo soy su amo.
Le hablo, responde lamiendo mis manos.
"Fido mañana no tendremos nada para comer, se acabó el retiro, ¡habrá que esperar!".
Llega ese bendito día, en fila, con los demás jubilados, la libreta arrugada por el tiempo, apretada en mis manos, estoy esperando mi turno. Fido mueve la cola feliz.
Sabe que hoy comeremos más y un poco mejor.
Ya es invierno. Mi casa sin fuego es fría. Se queda cerca de mí y me calienta. El comienzo de la primavera nos encuentra unidos para agradecer al sol, mientras de mi corazón nace una oración: "Gracias Señor por haber creado al perro".