23/11/2024
Perros callejeros, "perros pariah"
En casi todos los rincones del mundo existen perros callejeros.
¿Qué es exactamente un perro callejero?
Los perros callejeros, o "perros pariah", son perros domésticos que han vuelto a vivir en la naturaleza, sin la intervención humana. Viven en manadas, cazan juntos, se reproducen usando el método de "supervivencia del más apto", y se enfrentan a peligros y obstáculos como cualquier otro animal salvaje.
Hay una investigación que sugiere que sólo toma 28 días para que un perro doméstico comience a mostrar comportamientos salvajes cuando se deja solo en las calles sin interacción humana. Otro estudio afirma que sólo la primera generación nacida en la naturaleza se vuelve totalmente salvaje. De cualquier manera, no tarda mucho tiempo para que los perros (o sus hijos) vuelvan a sus instintos naturales, aunque no todas las razas están equipadas para sobrevivir en la naturaleza.
Contexto Histórico
Los perros callejeros han sido parte del paisaje de Israel durante milenios. La Biblia misma los menciona, como en el versículo:
"Esta es la palabra del Señor que habló a través de su siervo Elijah el Tishbite: 'En la parcela de tierra en Jezreel los perros devorarán la carne de Jezabel. ’” (2 Reyes 9:36).
Esto implica que desde el 842 a. C., perros callejeros ya estaban presentes en el Valle de Jezreel.
De salvaje a domesticado
Con el paso del tiempo, los perros salvajes fueron domesticados y criados selectivamente para tareas concretas, llevando a la creación de las razas que conocemos hoy en día.
Callejos modernos
Curiosamente, la mayoría de los perros adoptados de refugios en Israel son en realidad perros callejeros o salvajes. A menudo referidos como "perros de Canán" o "mezclas de Canán", estos perros son descendientes de perros parias. No son adecuados naturalmente para la vida urbana y requieren una domesticación firme desde temprana edad. Su naturaleza primitiva y orientada a la supervivencia puede hacer que sean difíciles de criar en entornos de la ciudad.
En la foto
Un perro salvaje llevando un cadáver, un recordatorio de sus instintos salvajes y su increíble resistencia.
Créditos a quien corresponda.
Complementando el texto anterior, en efecto, no todos los perros son aptos para la vida urbana pero de una u otra manera ya están en casa, ahora. ¿Qué hacer con ellos? ¿Los liberamos o los forzamos o ayudamos a adaptarse a nosotros?
Distancia de fuga.
Para entender mejor el tema debemos explicar este concepto, muy importante de dónde se origina todo.
Distancia de fuga es el espacio que necesita uno de otro ser para sentirse seguro y es distinto en cada individuo. En una misma camada pueden nacer hermanos con diferente distancia de fuga. Uno puede sentirse más cómodo que otro cerca de los humanos, de manera que buscará y encontrará oportunidades de supervivencia cerca de las personas. ¿Qué tan cerca? Eso depende de la genética, experiencias, temperamento y probablemente otros factores. Lo que es un hecho es que algunos nunca se sentirán completamente cómodos con todos los humanos.
El miedo.
Cuando una persona rompa esta distancia de seguridad, el perro sentirá miedo y el miedo tiene dos respuestas naturales en razón de ahorro de energía y supervivencia. La primera respuesta del miedo es la huida y la segunda es la agresión.
En la huida el perro evitará arriesgarse a una confrontación donde pueda salir lastimado pero si no tiene más opción, entonces, tendrá que hacer que el estímulo que le ocasiona miedo se aleje de él atacándolo.
Algunas veces en el afán de hacerle bien a un perro lo llevamos a casa pensando que estará bien con nosotros, con nuestras atenciones, juguetes, el "mejor" alimento, la mejor cama y lo que conseguimos es frustrar al perro, estresarlo hasta el límite. Porque la mayoría no ha logrado entender que aunque físicamente pueden verse iguales, un perro salvaje no es igual a un perro doméstico porque el primero carece de las habilidades para interactuar con las personas. Para ellos las personas son competencia y si se da la oportunidad pueden ser presas.
Qué hacer con ellos entonces. No es una pregunta nada fácil de contestar.
La mejor estrategia para ayudar a los perros es entenderlos. No son humanos y lo que para las personas es bueno no será necesariamente así para los canes. Lo que las personas llaman rescates, muchas veces son más un secuestro. No es lo mismo un perro criado durante generaciones entre humanos para una tarea específica que un perro tomado de la calle sin idea de su procedencia y al que se le quiere obligar a adaptarse a nuestros hábitos sedentarios y destructivos.
Tratar a un perro como un hijo es faltarle al respeto como especie, es un maltrato y un egoísmo que manifiesta nuestra necesidad de llenar vacíos de manera inmediata y "fácil" o al menos eso creemos.
Los perros no necesitan dinero, no les importa si viven en una mansión o debajo de un puente o en una madriguera mientras tengan 4 necesidades básicas cubiertas. De eso ya he hablado antes pero abordaré el tema a detalle después.
Rodolfo Rodríguez