09/04/2024
EL CRECIMIENTO DEL CACHORRO:
Todo el mundo está de acuerdo en que el crecimiento constituye el período más crítico de la vida del perro, ya que por un lado condiciona el desarrollo óptimo de su vida futura y por el otro implica fases de alto riesgo patológico, en especial la fase de crecimiento subsecuente al destete, que es la más intensa. En efecto, en este momento comienza una fase sumamente delicada en la cual se suceden numerosas exigencias (nutricionales, de medicina preventiva con el comienzo de la primovacunaciones, de desarrollo comportamental) y condiciona:
– el crecimiento en sí mismo (aumento de peso determinante del peso adulto) y la velocidad de crecimiento (aumento de peso por unidad de tiempo):
– el desarrollo (adquisición de la conformación y las diferentes características del adulto) en relación con la precocidad del cachorro (o velocidad de desarrollo que permite alcanzar, con mayor o menor rapidez, el estado adulto fisiológicamente). El comienzo de este período es también el momento en que se realiza la compra del cachorro, lo cual implica la separación de su madre y con frecuencia cambios profundos en el modo de alimentación, el esquema de vida, los apegos afectivos, etc.
El crecimiento de un cachorro no es lineal en función del tiempo, en otras palabras, su aumento de peso diario evoluciona con el tiempo. El aumento de peso progresa después del nacimiento hasta alcanzar una meseta de duración variable, para luego disminuir a medida que el animal se acerca a la madurez (edad y peso adultos). Desde un punto de vista estrictamente matemático, la evolución de esta velocidad de crecimiento (se habla de AMD, o aumento de peso medio diario) corresponde a la derivada de la función sigmoidea que representa la curva de crecimiento (evolución del peso en función del tiempo).
El examen de estas curvas de referencia para numerosas razas muestra que los individuos de razas pequeñas, con velocidad de crecimiento lenta y gran precocidad, ya son al nacer y luego en el momento del destete bastante pesados en relación a lo que será su peso adulto. En otras palabras, podríamos dar una imagen de esta afirmación diciendo que un cachorro de raza pequeña nace “mejor terminado” que uno de raza mediana y mejor aún que uno de raza grande. A la inversa, estos últimos tienen un peso de nacimiento relativamente bajo y facultades de crecimiento importantes y prolongadas.
Es importante comprender estas diferencias de precocidad y de comportamiento biológico del crecimiento, pues ellas explican en particular el interés de adaptar la alimentación del perro no sólo en función de su edad, sino también de su tamaño.
En regla general, la alimentación de un cachorro debe tener en cuenta:
-La aptitud del cachorro para digerir convenientemente los alimentos. En efecto, hasta las normas más serias pueden a veces chocar con la intolerancia digestiva de raciones que son no obstante bien equilibradas.
-No hay que olvidar que un cachorro tiene requerimientos energéticos, calculados por kilogramo de peso corporal, mucho más importantes que los del adulto. En efecto, necesita energía no sólo para mantenerse, sino también para constituir los nuevos tejidos que le permiten crecer y engordar. Sus requerimientos de proteínas, minerales y vitaminas también son más elevados que los del adulto; por eso habrá que aportar al cachorro un contenido proteico elevado (más del 37 a 38% de la materia seca del alimento), cuidando de la buena calidad de las proteínas. ccch.
En efecto, el perro jóven es mucho más sensible que el adulto a toda carencia proteica, que podría inducir un retraso del crecimiento, un daño irreversible de la conformación, una anemia, una disminución de las proteínas sanguíneas, una insuficiencia de anticuerpos responsable de una sensibilidad mayor a las enfermedades. No hay que olvidar los aportes de calcio y fósforo para prevenir una enfermedad ósea grave (la osteofibrosis) que se debe a la falta de mineralización del esqueleto, una afección típica del cachorro alimentado exclusivamente con carne o con una ración casera sin complemento mineral. El contenido fosfocálcico básico de un alimento deberá estar comprendido, según la concentración energética del alimento y el tamaño del cachorro, entre el 1,3 y el 1,6% de calcio y el 1 y 1,3% de fósforo con respecto a la materia seca.
-Un cachorro de raza grande es más exigente que uno de raza pequeña en cuanto al aporte de calcio. Ahora bien, un cachorro de 20 kilos consume solamente 1,5 veces más (energía) que uno de 10 kilos de la misma edad. Si ambos consumen el mismo alimento habrá que aumentar la concentración del calcio en el alimento para cachorros de raza grande.
Por último, el tiempo de utilización de un alimento de crecimiento variará de 10 a 14 meses para las razas medianas y de 14 a 24 meses para las grandes.
El crecimiento es una etapa clave en la vida del perro.
Determia el carácter del futuro adulto, así como su morfología y la armonía de su silueta. Por lo tanto, un animal que ha tenido un “mal crecimiento” podrá presentar un tamaño y un peso anormal para su raza, mientras que el mismo cachorro, en condiciones óptimas, habría tenido un tamaño y un peso acordes con su estándar.
Para determinar si el peso de un cachorro es o no normal, el veterinario dispone de herramientas sumamente útiles: las curvas de crecimiento.
Hay dos tipos de curvas de crecimiento:
- las curvas de crecimiento ponderal; disponibles en muchas de las obras que tratan sobre el perro,
-las curvas e crecimiento estatural, mucho más difícil de encontrar. Si comparamos la medida de un cachorro con una curva estándar, será muy fácil saber si corresponden a su raza y estimar por adelantado el peso y el tamaño adulto .ccch.
Por lo tanto, un cachorro de Pastor Alemán que a los 4 meses pesa 14 kg. y mide 45 cm. a la cruz, cuando sea adulto pesará 40 kg. y medirá 70 cm. a la cruz. Dos visitas al veterinario, después de los 3 meses (por ejemplo una visita a los 3 meses y otra a los 5 meses) permiten determinar el peso y el tamaño adulto de cualquier cachorro. Estos controles son muy importantes pues permiten seguir correctamente el desarrollo del cachorro y detectar rápidamente las anomalías.
Para obtener un crecimiento armonioso y prevenir los problemas patológicos es necesario que el cachorro esté perfectamente alimentado.
El cachorro no debe comer demasiado ni muy poco; nunca hay que atiborrarlo con el pretexto de darle el gusto. Por lo tanto, los alimentos húmedos o caseros, demasiado apetitosos y por otra parte de equilibrio nutricional menos preciso, no son aconsejables. Los mejores resultados se obtienen con las croquetas y sopas, que permiten una dosificación más precisa y además que el cachorro regule mejor su consumo cotidiano.
El número de comidas deberá evolucionar con la edad, comenzando con cuatro comidas por día en las semanas siguientes al destete, para pasar a tres y luego a dos en la mitad del crecimiento. Idealmente, la cantidad de alimentos a distribuir deben basarse en las curvas de crecimiento establecidas para los diferentes tipos de perros.
El cachorro se pesa entonces regularmente para detectar cuanto antes toda anormalidad. Al final edl crecimiento, se recomienda que los cachorros pasen a un régimen para perros adultos, que para la mayoría de ellos será un régimen denominado de “mantenimiento”. Los regímenes de mantenimiento son menos densos en energía, materias grasas y proteínas que los alimentos para los cachorros. También deberán tener en cuenta el tamaño del perro.
Durante el crecimiento, el cachorro tiene que hacer frente a enfermedades específicas del crecimiento, algunas de las cuales son de origen nutricional. Volvemos a insistir en que la fase de crecimiento constituye el período fisiológico más difícil de la vida del perro, tan rápida e intensa es la acreción tisular, y necesita la aplicación de una medicina veterinaria preventiva que integre campos de competencia muy variados.
Entre estos figura la nutrición, que cuando no es equilibrada puede favorecer o inducir directamente diversas afecciones específicas, cuya manifestación clínica será inmediata o diferida.
Estas afecciones, debidas a carencias o excesos nutricionales o incluso a errores en el modo de alimentación, son esencialmente óseas o articulaes.
El hueso en crecimiento está continuamente en movimiento y transformación: no sólo se construye hueso nuevo por acción de las células encargadas de esta función, sino que también se destruye sin cesar el hueso viejo para ser renovado a continuación.
Un equilibrio hormonal muy estricto permite proteger la integridad ósea y asegurar la homeostasia.
El crecimiento del cachorro puede ser perturbado de manera definitiva en un cierto número de casos:
– malnutrición crónica,
– parasitismo instestinal,
– Disfunción hormonal (enanismo armonioso de origen hipofisario o enanismo no armonioso debido a hipotiroidismo),
– anomalías genéticas en la síntesis de los cartílagos o los huesos.
En la práctica, un retraso del crecimiento en un cachorro debe conducir a una evaluación veterinaria sin demora para determinar el origen del problema y remediarlo en lo posible.
Tanto para el perro como para el hombre, se ha posido constatar con el correr del tiempo y la difusión de los conocimientos científicos que las afecciones óseas causadas por una carencia nutricional, como el raquitismo, han desaparecido prácticamente. El raquitismo, que caracteriza por un defecto de mineralización del tejido óseo, es la consecuencia de una carencia alimentaria de vitamina D.
La carencia de calcio provoca en el cachorro una enfermedad ósea frecuente denominada “osteofibrosis juvenil”. Es la más común de las enfermedades carenciales, ya que está asociada a un régimen alimenticio de tipo casero, erróneamente considerado como ideal, demasiado rico en carne y sin complemento de minerales (es necesario un complemento que aporte dos veces más calcio que fósforo), incluso peor, únicamente corregido con un aporte de vitamina D.
El aporte insuficiente de calcio, inductor de lo que los veterinarios llaman el “síndrome de sólo carne”, reduce la concentración sanguínea de calcio, lo que hace reaccionar al organismo que va a extraer calcio de los huesos con la consecuente desmineralización ósea. Desde el punto de vista clínico, esta enfermedad asocia trastornos óseos y ligamentarios.
El cachorro presenta deformidades del esqueleto, dolorosas a la palpación-presión, y un hundimiento al nivel de las rodillas y de los corvejones, con una marcha cada vez más plantígrada.
El hueso fragilizado puede terminar por quebrarse, casi sin causa aparente, dando lugar a fracturas denominadas “en tallo verde”, muy difíciles de tratar.
El tratamiento de este tipo de proceso osteofibrósico en el cachorro es muy simple: consiste en un simple restablecimiento del equilibrio fosfocálcico de la ración. Una alimentación completa con una fórmula adaptada a su tamaño suele ser suficiente para que el cachorro recupere un crecimiento normal, siempre y cuando no haya pasado los 6 a 7 meses para una raza grande.
Algunos nutrimentos que deseméñan diversos papeles en el crecimiento óseo pueden por su carencia originar desórdenes duraderos.
Así, la vitamina A es esencial para el desarrollo del esqueleto durante el crecimiento. Su carencia causa desde acortamientos hasta deformidades óseas. A la inversa, la vitamina C, incriminada no obstante por algunos criadores, no tiene ningún valor preventivo en las afecciones óseas durante el crecimiento del cachorro.
También muy frecuente en el cachorro (en nutrición, el exceso suele ser enemigo del bien), el aporte excesivo de vitamina D induce una enfermedad denominada “síndrome de osteopatía hipertrófica”: El desarrollo de los huesos se vuelve anárquico, los huesos se “hinchan” y el cachorro cojea mucho.ccch. Lamentablemente, la distribución de dosis excesivas de calcio y de vitamina D es todavía demasiado frecuente, en especial en los cachorros de razas grandes. Es importante saber que esta afección es prácticamente irreversible.
La hipervitaminosis A se debe la mayoría de las veces a una administración diaria de aceite de hígado de bacalao que contiene alrededor de 2.000 Unidades Internacionales de Vitamina A por gramo. El exceso de vitamina A bloquea la osificación e induce un acortamiento de los huesos largos y deformaciones óseas. Este proceso suele ser irreversible.
El término global “osteocondrosis” agrupa diversos trastornos osteoarticulares que pueden presentarse durante el crecimiento de un cachorro. Estos trastornos afectan principalmente a los cachorros de razas grandes y se traducen en hipertrofias de los cartílagos articulares que generan dolores, deformidades articulares, radio curvo, etc. Ciertas cojeras crónicas, muy dolorosas, determinan la fisura del cartílago de la articulación. En este caso, además del exceso importante de calcio, el exceso global de alimento, responsable de un aumento ponderal precoz, constituye para el animal un factor agravante primordial. Un alimento perfectamente equilibrado, pero distribuido en cantidad excesiva, lleva rápidamente a un sobrepeso que no tarda en manifestar sus efectos mecánicos sobre las estructuras articulares y cartilaginosas, que están aún en proceso de formación. Este liberalismo alimentario puede ser totalmente involuntario de parte del dueño.
– cuando el alimento es demasiado apetente y el cachorro no deja de pedir (caso sistemático del alimento industrial húmedo y en general de todos los alimentos demasiados grasos);
– cuando la concentración energética del alimento está mal evaluada: con la comercialización de alimentos secos de alta calidad hiperdigestibles, el modelo clásico de previsión “3,5-3,5-8,5” (3,5 kcalorías de energía metabolizable por gramo ed proteínas y de almidón, y 8,5 kcalorías por gramo e lípidos) se convierte en “4-4-9”, dado que los nutrimentos están mejor aprovechados por el organismo; esto puede conducir a que un cachorro de 20 kg., en mitad de su crecimiento, almacebe de 20 aq 35 g/día de grasas corporales inútiles y dañinas.
En este caso, e independientemente de los tratamientos quirúrgicos queeventualmente puedan ser necesarios, debe revisarse el programa de alimentación del cachorro. esta revisión es en primer lugar cualitativa y se basa en el respeto del equilibrio nutricional específico, como se ha definido anteriormente; la valorización de alimentos secos completos, adaptados en su formulación a los distintos tamaños, parece ser de lejos la solución más eficaz.
Con respecto a las cantidades, deberá seguirse un programa muy estricto respetando las siguientes etapas:
– respetar al pie de la letra el programa de racionamiento prescrito por el veterinario o el fabricante y si el cachorro está demasiado gordo para su edad, darle una ración del 75% de estas cantidades durante 3 a 4 semanas;
– no darle nada más fuera de la ración cotidiana.
Fuente: HISPA-NICA.