03/08/2021
Mi querido humano, veo que estás llorando, porque ha llegado mi hora de irme.
No llores por favor. Quiero explicarte algunas cosas.
Estás triste porque me fui, pero estoy feliz de haberte conocido. ¿Cuántos perros como yo mueren todos los días sin conocer a alguien especial como tú?
Sé que me entristece mi partida, pero tenía que irme ahora. Quiero pedirte que no te culpes por nada. Te escuché sollozar porque deberías haber hecho algo más por mí. No digas eso, ¡hiciste mucho por mí!
Sin ti no hubiera sabido nada de la belleza que me llevo conmigo hoy.
Debes saber que nosotros, los animales, vivimos el presente, somos muy sabios, disfrutamos cada cosa de cada día y olvidamos el pasado rápidamente.
Nuestras vidas comienzan cuando conocemos el amor, el mismo amor que me diste, mi ángel sin alas y dos piernas. A ninguno de nosotros le gusta estar solo, y menos cuando nos damos cuenta de que es hora de irnos.
Quizás para ti no es tan importante, que uno de ustedes este a nuestro lado acariciándonos y sosteniendo nuestra pata, nos ayuda a ir en paz.
No llores más, por favor. Estoy feliz.
Recuerdo el nombre que me diste, la calidez de tu hogar que en este tiempo se ha convertido en el mío. Llevo en mi corazón cada caricia que me diste.
Todo lo que hiciste fue muy valioso para mí y te agradezco infinitamente, no sé cómo decírtelo, porque no hablo tu idioma, pero ciertamente en mis ojos pude ver mi gratitud.
Solo pediré dos favores:
Lávate la cara y empieza a sonreír.
Recuerda lo bien que vivimos estos momentos juntos, recuerda las payasadas que solía hacerte feliz.
Revive, como yo, todo lo bueno que compartimos en este tiempo.
Y no digas que no adoptarás otro animal, porque has sufrido mucho desde mi partida.
Hay muchos como yo esperando a alguien como tu. No te quedes con el amor que tienes para dar, por miedo a sufrir.