04/15/2022
Para muchos la palabra Orinoco significa uno de los ríos más grandes del mundo, o el más grande de Venezuela, para mi abuelo era el nombre que decidió darle a su amigo incondicional y última mascota. Pienso que lo nombro así porque extrañaba a mi madre y a sus nietos, quienes nos habíamos mudado al otro extremo del país, en un pueblo a orillas de ese majestuoso río, además era un pequeño perro mestizo, dicen que mezclado con pequines. Lindo no era, pero más fiel que él, solo he conocido algunos a través de historias tambien contadas.
El día que mi gran amor murió, yo estaba por cumplir nueve años, llegamos al día siguiente en la madrugada, a Orinoco lo tenían encerrado en el patio trasero con su compañera Duquesa, otra perrita mestiza, pero él solo aullaba y ladraba. Jamás pregunté; pero creo que vió llegar el ataúd, para ese momento tenía aproximadamente 3 días sin ver a su amigo desde que se fue al hospital.
Ese mismo día en horas de la tarde nos despedimos de mi abuelo en el cementerio, al regresar a casa, aún permanecían los objetos alquilados a la funeraria, entre ellos la alfombra donde habían estado los restos, y allí sobre esa alfombra vinotinto, estaba postrado Orinoco.
Los días posteriores, hasta mi regreso a casa fue muy triste verlo, cada vez que escuchaba abrir la puerta principal con llaves, se volvía como loco, solo quería que lo subieran a la ventana para ver si su amigo y razón de vivir venía. Ni hablar cuando se empezaron a revisar y recoger las cosas de mi abuelo, fue sumamente doloroso, ladró hasta el cansancio y hubo que encerrarlo, además casi no comía.
Antes de cumplirse un año, mi abuela llamó llorando a mi madre, Orinoco había mu**to al subir el escalón de entrada a la cocina, dicen fue un infarto, yo digo que murió de tristeza.
Mi abuelo siempre tuvo una mascota y un amor hacia los animales desde que era niño, ese amor y otras tantas cosas las heredé. Haber vivido su historia con Orinoco me hace pensar que todos alguna vez en la vida debemos tener una historia así. Parafraseando a Will Roger; puedo decir, que si los perros no van al cielo, cuando muera quiero ir a donde fue Orinoco, porque he de tener la certeza que mi abuelo ha de estar con él.