26/07/2023
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MinJi lanzó su bolso sobre la silla que se acomoda frente al comedor y pensó que llegaría el día en que ella pudiera decidir el ritmo de sus jornadas. Sin embargo, ese día aún no se avistaba cercano. En realidad ha sido uno de esos realmente malos que le han robado el aliento, y en los que todo rastro de mejoría lo asocia con su cama. Necesitaba dormir de un solo tirón para poder fortalecer su cabeza y rendir en el trabajo. Después de todo, componer y llegar a los plazos era la condición más importante que le habían puesto para mantener su pasantía. Kim, quien se la ganó por medio de su esfuerzo, no podía permitirse perder las oportunidades ahora.
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No le preocupaba su estado general, eso es un hecho. Contaba con las intenciones de dormir, pero no por querer reponer horas de sueño, sino porque la gente se fijaba que se andaba quedando dormida de pie. Para su mala suerte, los otros pasantes ya no solo murmuraban acerca de las facilidades que había tenido para entrar a trabajar ahí, ahora también se llenaban la boca hablando sobre lo irresponsable que estaba siendo en su horario laboral. No obstante, ella seguía cumpliendo al pie de la letra con todo. Aquel día en particular, hizo más de lo que cualquiera de sus compañeros había realizado durante la semana. Aun así, no esperaba que se le reconociera por ello.
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Se sentó frente a la mesita y observó su computadora. El silencio sepulcral que reinaba en el departamento pronto la invitó a pensar más de la cuenta. Se le venían a la mente los acontecimientos del día, y cómo no le podía contar de ese esfuerzo a prácticamente nadie porque vivía sola. El costo de independizarse era ceder esos pequeños detalles, cosa que para ella era complejo de asimilar así llevara meses en ese piso. En su hogar, a varios kilómetros de ahí y también años atrás, las cosas solían ser diferentes, más gentiles con MinJi. Llegaba de la escuela y su padre la saludaba mientras su madre preparaba la cena. Sentados a la mesa, la charla era amena, y por supuesto, no faltaban los buenos comentarios hacía ella una vez terminaba de contar todo lo hecho durante el día. Su padre era muy demostrativo.
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¿Qué haría él de verle así de triste moverse por el departamento? Pensó que probablemente le habría pedido que le contara aquello pulverizaba sus ganas de dormir. Que expandiera sus ideas con él, pues pese a ser un viejo que miraba fútbol americano y noticias, le interesaban los pasatiempos de su única hija. Sobre estos mismos solía alentarla a que no perdiera la ilusión, ni mucho menos se dejara llevar por lo que decía su madre. Vaya que le hacía falta. Ya ni siquiera en los rincones de su antigua casa y las calles que recorrió meses después de su muerte. La ausencia era constante, incluso en los espacios que este no había llegado a visitar. Ser el único que solía darse un momento para pasar por su cuarto antes de dormir había causado un gran impacto en Kim.
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«Lo hiciste bien hoy, pero mañana será aún mejor» era la frase que se repetía en los confines de su cabeza a modo de recuerdo, pero que habría deseado escuchar esa noche. Mientras las letras comenzaban a brotar y movían su mano por encima del cuaderno de composición. Pensó que eso podría llegar a animarla, y hacer más llevadera su noche. Escribiría durante dos horas y dormiría las otras tres.