11/10/2025
MAESTRO CIRUELA.
Cuando me adentré en la lectura de "Maestro Ciruela", me llevé la mayúscula sorpresa de encontrarme ante una joya literaria. Casi una reliquia a venerar.
Primero me condujo hacia mis propias raíces, perdidas entre los antepasados castellanos, casi leoneses algunos y astures los otros.
Recuperar ese castellano viejo (como de cristiano viejo que dirían algunos abuelos apoyados sobre sus bastones y bajo sus boinas ante las adobadas paredes al sol, para autentificarlo aún más), es ponerse ante la evidencia de los deterioros del estándar. El lenguaje estándar muchas veces, la mayoría, suprime por desgracia la autenticidad. Y me ocurrió, para premio de mis recuerdos, que ante el fluir del bello léxico de Maclug, se arrancaban imágenes y refranes escuchados en mi propia niñez, pues mi familia era por completo refranera.
Unos cardan la lana y otros se llevan la fama
Y es que leer a Maclug es escuchar a los abuelos de la meseta castellana, con su acento huidizo hacia arriba y todo. He aquí una muestra:
Zarrapastroso, berzas, partijas, gramática parda, majar, mies, pisón, jaras…
Y así podría seguir hasta la infinitud.
Pero, ¿Quién es el Maestro Ciruela? Más allá de Juan, maestro de aspirantes a novicio, protagonista de esta historia plagada de historias que nos conduce desde su niñez hasta su madurez, por paisajes, costumbres, hechos y descubrimientos, a lo largo y ancho de una buena parte de la geografía ibérica, concentrada especialmente en tierras leonesas, castellanas y asturianas. Maestro Ciruela digo, también es una parte de nosotros mismos, oyentes pasmados y maravillados ante el relato de la vida, se mitifica esta, porque la tradición oral así lo promueve.
Leer Maestro Ciruela es olvidar el espacio – tiempo presente, para aparecer reunido en círculo alrededor de la fogata (o el filandón) donde un contador de historias nos encanta con sus leyendas.
El verbo intenso, hermoso y cautivador de Maclug, así lo consigue. Es un sabio que nos explica sus pareceres, sus experiencias, sus andaduras y recorridos.
Se aprende mucho leyendo Maestro Ciruela y se agradece aparecer de pronto ante el debate de la creación de la pedagogía gramatical, de las rutas y convergencias del habla, allí donde se pierde un acento en favor de otro dialecto, o en mitad de una pradera brumosa que te envuelve en una leyenda fantasmagórica de aparecidos y desaparecidos y sucesos que siendo ciertos a lo mejor nunca ocurrieron. Todo ello como escritor, se agradece mucho, pues es esta una inquietud inherente al hecho mismo de serlo. Escritor. Siempre indagando y disquisicionando sobre el habla y los hablantes, sobre mitos y leyendas.
"Maestro Ciruela" es la magia de la tradición del relato oral. Uno no puede sustraerse al hechizo de tal impresión. Pongo en valor todo esto porque Maestro Ciruela es una de esas obras que tanta falta hacen en nuestros días para comprender lo que fuimos, lo que somos y lo que seremos. Una obra que siempre será vigente. Un clásico.