22/03/2023
El origen del caballo Pinto se sitúa en la América del Norte de Hernán Cortés y de los exploradores españoles y europeos. Nos encontramos en el siglo XVI, momento en el que aquellas expediciones comenzaron a introducir en el continente el caballo barb español, que había sido cruzado con otras razas europeas, incluida la rusa y la árabe (se cree que fueron estas razas las que dieron al cabello Pinto sus patrones de color).
Aquellas manadas de caballos llegadas de Europa comenzaron a mezclarse con los caballos salvajes americanos. Ese cruce tuvo como resultado un caballo más robusto y pesado, con más capacidad para adaptarse a la aridez de la zona. Eran los primeros caballos Pintos que, posteriormente, con la colonización del Oeste, comenzaron a domesticarse de mano de los nativos americanos. El caballo Pinto se convirtió en la raza favorita tanto de los indios como de los cowboys.
No sería hasta 1930, ya en el siglo XX, cuando se comenzó a tener cierto interés por seleccionar los ejemplares para la cría y con ello mejorar el color y la morfología del caballo Pinto. Así, algunos jinetes enamorados de la raza fundaron la Pinto Horse Society con el propósito de criar caballos superiores. Fue el inicio de lo que hoy conocemos como la Pinto Horse Association of America (PtHA), una asociación que vela por la preservación de esta raza.
Una pregunta frecuente sobre el caballo Pinto suele ser que cuál es la diferencia entre éste y la raza American Paint. Desde la PtHA nos recuerdan que los caballos American Paint son fruto del cruce de dos líneas de sangre, los American Quarter y los Thoroughbred. Sin embargo, los caballo Pinto incluyen otras líneas sanguíneas: caballo árabe, caballo de silla americano, caballo en miniatura americano, caballo Tennessee Walking y el poni americano Shetland Pony, por nombrar algunos.