04/04/2024
La agonía es el estadio más cercano a la infancia. 无言独上西楼 月如钩 寂寞梧桐深院.
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Sian vio el niño que solía ser el hermano de su abuela cuando notó en este la posición fetal, el llanto callado, las pesadillas infantiles. Luego lo sintió más pequeño: volvió la ausencia del padre, la mujer que lo cuida y la oración de rodillas escurrida en esa misma habitación donde la vela sigue goteando, desmoronándose entre un Ave María que no termina nunca de alzar vuelo: se sabe que es el pájaro enjaulado por los dientes de un futuro mu**to.
El sigilo sacramental tampoco lo hace hablar, rechaza la confesión negándose a una absolución. El anciano prefiere que le abran las entrañas y se las escupan si hace falta. Así que calla, y Sian siente en él algo de Strazza. Poco a poco el velo de la virgen se echa sobre el rostro adultojovenprematuro y es en ese busto de piedra fría donde acaba el encaje de una virgen que nunca se llamó María. Entonces los labios moribundos cortan y el pelinegro contempla la esculturización desde la puerta que a nadie le importó dejar entreabierta. Desde ahí alcanza a ver aquellos párpados callados y lo poco que le cuesta al tiempo y al hombre esculpir la muerte.
Al viejo hoy nadie lo llora, y si hay una señora muérfana gimoteando en su entierro, no es por él, sino por los niños sepultados a su lado, convertidos en mármol y alabastro por el cincel de alguien que, todos saben, está siendo sepultado.