Harak (Iria Onieva, Vigo, 198x), actualmente afincada en Barcelona, comienza a autorretratarse de forma autodidacta buscando un empoderamiento personal y artístico con el canalizar sus circunstancias de vida. Como una pandillera anónima e invisible, sus autorretratos muestran, en realidad, una heterogeneidad de mujeres que siempre comparten cosas en común: arrogancia, ansias de venganza, insurrecc
ión y que convierten en su atrezo todos los artificios de la sociedad de consumo actual dándole nuevos usos y significados. Cuéntanos sobre tu trabajo (en extenso). Tell us about your work (in-depth). El motor de su trabajo está inspirado en procesos vivenciales que la atraviesan plasmándolos en experiencias singulares y colectivas por medio de la fotografía, jugando con diferentes identidades transgresoras de feminidad, conceptos en torno a su sexualidad, prácticas y su propia trayectoria personal. Mediante la exposición pública de su intimidad y el placer del ritual de la creación en sí mismo, busca representar su visión del mundo explorando un devenir vital que transita del ámbito privado al público. Sus fotografías, inconscientes en un primer momento, elaborados a medida que perfecciona su oficio, surgen de un momento de inspiración, de un impulso que mayoritariamente se dispara en su espacio de creación que suele coincidir con su cuarto. Un zulo propio en el que Harak es su particular modelo: gamberra a veces, nostálgica otras e irreverente siempre. Siguiendo criterios esteticistas y expresionistas recrea ambientes sombríos habitados por la melancolía o escenas llenas de color y descaro pero que siempre comparten la intimidad de su cuarto y de su cuerpo. Un cuarto que representa ese espacio utópico ideal, rodeado y supeditado por una lógica capitalista que cuestiona con una mirada no necesariamente transgresora pero siempre irónica.
“Podemos hacer lo que queramos, para ellos somos invisibles” si esta frase es reveladora y decisiva para las pandilleras de Foxfire, también lo es para Harak quien, radicalmente subversiva, hace lo que quiere en su zulo propio. Con un estilo particular, sexualizado y a menudo con grandes dosis de sentido del humor, Harak dispara su cámara en un instante de arrebato creando retratos únicos.