Kin: la perrita sin cultura

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Relatos cortos sobre las aventuras y desventuras de una señorit

27/10/2021
In memoriam...Para mí,   no es una mascota ni un animal de compañía. Hace un año, más o menos a esta hora, vi y sentí a ...
30/05/2021

In memoriam...
Para mí, no es una mascota ni un animal de compañía. Hace un año, más o menos a esta hora, vi y sentí a mi HIJA (porque eso es Kin en mi vida) exhalar su último aliento. ¿Cómo se puede seguir viviendo luego de una pérdida de tal magnitud?... Aquella tarde, yo contuve mi llanto, inconformidad y enojo hasta el momento en que su corazón dejó de latir. No quería que ella transitara percibiéndome en tales circunstancias. Esa bolita de pelo que me llenaba el corazón merecía partir en paz, escuchando la promesa que le hacía: «Voy a vivir, con todo lo que me enseñaste».
No sé exactamente por dónde comenzar este relato. Lo que sí tengo claro es cómo me siento. Justo así: vacío. Con un inmenso hueco el cuerpo y el alma. Este primer año sin la presencia física de Kin me ha enseñado que el duelo no se trata de “superar la pérdida” del ser que uno quiere, añora y llora con el alma. Para mí, siempre será un proceso sin fin. Quizás esta sensación se magnifica por el hecho de que aún le faltaba alrededor de medio camino en su ciclo de vida: un golden retriever bb vive cerca de 12-14 años; Kin falleció a los 7 y medio. Yo tenía muchos planes para cuidarla 'de viejita' (una casa en planta baja, su carrito para llevarla a pasear y tomar el sol, sus almohadillas resecas descansando en mis manos...). De manera intempestiva y dolorosa, mi bb Kin, mi hija, tuvo que abandonar el cuerpo que habitó y que tantas sensaciones me despertaron y nos conectaron. A la fecha, de vez en cuando sigo sintiendo que traigo una correa anudada en las manos, o que a éstas les hace una falta tremenda sentir su pelaje, orejitas, y su pecho y vientre inflarse con cada respiración. Me hace falta despertarme con su mirada fija en mí, mientras movía la colita con gran emoción. En su lugar, en medio de algún ritual de duelo, siento en mis manos las cenizas de Kin, y con ellas mis lágrimas caer cual aguacero sin control.
Hoy celebro que la vida me haya puesto en su camino, y que me haya permitido cuidarla, mimarla y acompañarla hasta que cerró sus ojitos por última vez. Kin era una fuente inagotable de ternura y alegría, y tuve la fortuna de ser su familia, su manada, su cuidador, su figura de crianza.
Luego de su muerte, perdí cualquier miedo a la mía. Al contrario: cada día que pasa me siento más cerca de ella. Y en tanto eso ocurre, no cierro la posibilidad de volver a hacer familia, de volver a hacer manada, de honrar su memoria y demostrarle que sí aprendí a amar más allá de los esquemas antropocentristas. Algún día, la Casa de Kin volverá a brillar. . 💕🐾🌞🌱
La extraño con todo mi ser, y en ocasiones me cuesta mucho seguir adelante sin su mirada, sin sus cariños, sin sus pelitos en toda la casa... Pero le hice una promesa, y la voy a cumplir. Mi Kin, mi bb...

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