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14/06/2024
Hemos vuelto.Hacía meses que no íbamos, pero por una razón que no viene al caso, nos hemos acercado al parque canino.No ...
12/06/2024

Hemos vuelto.

Hacía meses que no íbamos, pero por una razón que no viene al caso, nos hemos acercado al parque canino.

No íbamos, porque en realidad, el único que disfrutaba de ese circo era Willow.

Cuando hemos llegado a la valla, un perro de pastor de unos 40 kilos ha venido al galope, y se ha lanzado contra ella, ladrando.

Moira se las ha ingeniado para frenarlo, aunque la valla ha hecho el mayor trabajo.

Y, a partir de ahí, han empezado a charlar.

No se han gustado mucho, la verdad, así que nos hemos quedado en la valla, observando.

Entonces me he dado cuenta de que Brianna no estaba a lo que estábamos.

Estaba mirando fijamente hacia la entrada del parque.

Miro yo también.

Y lo veo.

Un enorme San Bernardo hacía acto de aparición.

Sí, ese que sale en el vídeo de la membresía de “cómo no usar el parque canino”.

Nada más llegar, se ha apoderado del parque, y ha empezado a perseguir al perro de pastor.

Que, a ver, desde lejos parecía un juego, porque corrían todos muy contentos.

Pero no estaban jugando.

Sobre esto también se habla en la membresía, no te imaginas lo importante que es.

¿Y cómo se han dado cuenta los cuidadores de que no estaban jugando?

Pues que el perro negro ha corrido y corrido y corrido.

Y lo único que he evitado que el San Bernardo le hiciera un placaje es que el pobre animal corría como si le doliera hasta el pelo.

(De esto también hablo en la membresía, tampoco te imaginas lo importante que es)

Y cuando el pastor ha llegado a la valla que queda hacia las vías del tren, la ha saltado.

Y ha seguido corriendo.

A continuación, se ha m***ado el circo.

Las cuidadoras han empezado a discutir a grito pelado, el San Bernardo se ha quedado ladrando a la valla.

Y yo me he quedado un rato observando el espectáculo desde fuera.

Mis galgas, por la cara que ponían, no le veían la gracia al asunto.

Al final la chica ha recuperado a su perro, y lo ha sacado atado del parque canino.

El pobre animal tiraba desesperado de la correa hacia la puerta, arrastrando a su cuidadora con él.

Ha tenido que pasar a pocos metros del perro tanque, que le ladraba, y daba saltos, y le escupía al pasar.

Eso sí, el San Bernardo ha conseguido lo que quería: quedarse con el parque para él solo.

Y nosotras hemos vuelto a la vía verde y nos hemos marchado sin pisar el parque.

Mira. Si la chica del pastor hubiese sabido lo que cuenta esta membresía, jamás habría puesto a su perro en esa situación.

(Recuerda: vías del tren)

Y si la chica del San Bernardo supiese lo que cuenta esta membresía, tendría claro qué hacer para que su perro no tratara de comerse a los demás usuarios del parque.

(Es reincidente, el tío).

Que no va de educarlo mejor, corregirlo, regañarlo, y menos aún de estrangularlo o ponerle un collar eléctrico.

Tampoco de distraerle con premios, ni de “positivizar los encuentros con perros”.

Eso se lo dejamos a los aficionados.

Las personas inteligentes abordan estas situaciones desde otra óptica.

Y esa óptica la tienes al detalle aquí

Vivo en el campo.Paseo por playas y m***añas, y a veces, por zonas medio civilizadas.Y tanto mis perros como yo llevamos...
10/06/2024

Vivo en el campo.

Paseo por playas y m***añas, y a veces, por zonas medio civilizadas.

Y tanto mis perros como yo llevamos una vida bastante relajada.

Nos va bien, nos gusta.

Así que había olvidado lo que era una ciudad, una grande.

Hace unos días estuve en el centro de una gran capital, para asistir a un evento.

Y cuando digo centro quiero decir en el puñetero centro geográfico.

Para llegar allí, tras salir de la autovía, circulé por calles de 4 carriles petadas de coches.

Lidiando con bicicletas y motos que se colaban por cualquier hueco.

Pasando un semáforo en rojo tras otro, cada cien metros.

Y a 30 por hora, o saltaban radares que te mandan la multa directamente a casa.

Con rotondas de esas que sabes por dónde se entra, pero no por dónde salir, por la marejada de coches que te rodean.

Y en eso estaba, cuando veo perros.

Un pastor por allí, dos mestizos por acá, un teckel por otro lado, un border en aquella acera.

Y se me van los ojos, claro.

Qué caras.

Por dios bendito, qué caras tienen todos.

Te lo juro, todos, no era alguno, no era un momento puntual, no era que su persona
estuviese regañándoles o algo.

De hecho, las personas los ignoraban por completo.

Ojos desorbitados, orejas planas, rabos caídos o entre las patas, movimientos lentos y rígidos.

Patas encogidas, miradas ausentes, aspecto vacío.

Todos.

Se me cayó el alma a los pies.

Una vez aparqué, caminé 400 metros hasta el hotel, y más de lo mismo.

Y al salir de vuelta, igual.

Incluso me fui por una calle que no era, siguiendo a una pareja que caminaba con su bobtail, jovencito, con correa corta, y que tenía claros problemas de dolor.

Para grabarlo con el teléfono.

Mira.

Esos perros no se quejan, no chillan, no dejan de comer y seguro que a ratos juegan.

Así que todos a su alrededor pensarán que están bien.

No lo están, en absoluto.

Ahora estarás pensando que al tuyo no le pasa esto.

Que ladra a otros, o tira mucho de la correa, o destroza la casa porque se venga de ti, o no le has sabido educar, o es muy dominante.

O lo que te hayan soltado en el parque canino el Tonto Alfa del día.

Pues resulta que un elevado % de perros tienen problemas de dolor o de salud.

Y esos problemas solo se evidencian con un síntoma: sus conductas.

¿Que cómo puedes saber si a tu perro le pasa algo físico?

Pues puedes preguntarle a tu veterinario (spoiler: ahorra el viaje, te dirá que todo bien sin apenas tocarlo)

O puedes entrar en la membresía, y analizar los textos, vídeos y fotos que están en los temas dedicados a la salud.

Y a partir de ahí, atar cabos tú sola.

Muchos miembros ya lo han hecho, han acudido a un especialista, y han confirmado sus sospechas.

Luego han encajado muchas piezas, y mejorado de modo brutal la convivencia con su perro en tiempo récord.

La otra alternativa es el bobtail al que seguí por la ciudad: con correa muy corta, forzado a caminar con dolor, al que nadie escucha, y que claramente está sufriendo.

Seguro que tienes muy claro lo que quieres para tu perro.

PD- El vídeo del bobtail lo he puesto en la membresía, es cortito, pero se ve que algo va francamente mal con ese perro. Eso se notará en sus comportamientos. Y no se soluciona con educación o entrenamiento.

Te voy a contar un anuncio que me ha desencajado la mandíbula.Una pareja entra en un taxi.Él (mirando unos papeles): ¡Mi...
07/06/2024

Te voy a contar un anuncio que me ha desencajado la mandíbula.

Una pareja entra en un taxi.

Él (mirando unos papeles): ¡Mira! ¡Colesterol alto!

Ella: Yo estoy igual, y si no haces nada, te sigue subiendo.

Él (indignado): ya, pero es que yo no quiero cambiar mi vida.

Taxista (se vuelve): eso me pasaba a mí, y lo he resuelto tomando este yogur en envase tamaño dedal que cuesta una pasta, pero que tiene una sustancia que reduce el colesterol sin que tengas que mover un dedo, cambiar nada en tu vida, ni pasarlo un poquito mal por no darte todos los caprichos culinarios que te apetezcan. Un pequeño cambio que ayuda a que nada cambie ¡¡Y funciona!!

Vale, no lo dice así, pero es la idea.

Y mira, lo clavan.

Te dicen lo que quieres oír.

Y te dan la solución mágica para tu problema serio y complicado.

Cero esfuerzo.

Cero cambio.

Cero dedicación.

Tú te tomas esto todos los días (en 5 segundos de tu tiempo), y todo se soluciona.

Me gustaría decir que esto pasa mucho en el mundo del perro.

Pero, en realidad, pasa en cualquier aspecto de nuestra vida que nos exija.

Porque está en nuestra naturaleza.

La inercia.

La pereza

La ley del mínimo esfuerzo.

Idiomas, adelgazar, muscular, bajar el colesterol, tocar instrumentos, lo que sea.

Pero me centro en perros, que es lo mío.

Si la convivencia te genera algún problema que te desespera o te frustra, tienes el yogur mágico.

Tomarlo cada día es una opción, no suele funcionar casi nunca, porque no tocas la raíz de los problemas.

Pero te sientes bien porque haces algo.

Luego, cuando nada cambia y no entiendes por qué, ya no te sientes tan bien.

Pero eso es porque tomas poco, dobla la dosis.

Otra manera de enfocarlo es que necesitas formarte.

Entender qué es un perro, cuáles son sus conductas normales, sus necesidades, sus fases del desarrollo, su modo de comunicarse.

Cuando aprendes y entiendes esto, se abre un mundo nuevo ante tus ojos.

Uno que ni imaginabas, fascinante y sorprendente a partes iguales.

Cuando aprendes esto, no volverás a mirar a los perros de la misma manera.

Nunca más.

Pero claro, te toca esforzarte un poco.

Y luego te toca cambiar hábitos, rutinas, costumbres.

Da pereza.

Da vagancia.

La inercia es lo que tiene.

Así que esta membresía te permite lograr cambios profundos en la relación con tu perro.

Y como consecuencia, en sus conductas actuales.

Pero no es para vagas ni perezosas.

Tampoco para quienes esperan yogures mágicos que corrijan toda una vida de derivas.

El contenido de la membresía se consume rápido.

Pero aplicarla a tu día a día te va a exigir que pongas de tu parte, a veces bastante.

La recompensa, a cambio, merece la pena.

Garantizado

05/06/2024

# ¡Esto es hinjusto! #

Los estudiantes de la EBAU se ponen en pie de guerra.

Los malvados profesores amenazan con bajarles la nota a quienes tengan faltas de ortografía en el examen.

¿Pero qué tontería es esa?

Vale, para el examen de Lengua, tiene un pase.

Pero si es de Historia o Geografía, ¿qué importancia tendrá que se me cuele alguna falta?

Total, tanpoco es tan inportante.

Se puede leer higual y leido no se nota.

Asi que los estudiantes de ultimo kurso que deven enfrentarse al esamen que les dará aceso a la universidad se revelan (¿rebelan, releban? Vueno, da higual)

Y protestan hesaltados hante tan inaceptavle hinjusticia.

yo estoi mui a fabor de que degen pasar a los chikos aunque no sepan escrivir muy vien y sean medio hanalfavetos.

porque asi podre disfrutar de imajenes tan marabillosas como la hemitida en una telebision al dar el pronostico del tienpo.

camviaba todas las capitales de sitio solucionando de un plumazo lo de catalunya

que pasava a encontrarse en caceres

lo huniko que siento es que esos povres chabales nunka entenderan la vroma

pues a ver estudiao, killos.

Bueno, ahora para los mayores que no patalean cuando les piden algo que debería ser inherente al simple hecho de escribir.

Tengo una membresía.

Espero que no tenga faltas de ortografía, y si hay alguna, aféamelo en los comentarios.

Esos comentarios donde los que ya están dentro plantean dudas, cuentan anécdotas, hacen preguntas o explican sus avances.

Y yo los respondo todos.

Esto enriquece los contenidos de un modo que no había previsto, pero me encanta.

Y a ti te va a encantar también. Seguro.

Tienes un contenido liberado cada semana.

Unos te resolverán dudas existenciales del tipo "cómo hago para enseñar a mi perro a venir cuando lo llamo"

Otros te ayudarán a mejorar la calidad de vida de tu perro en cada detalle cotidiano.

Que parece una tontería, pero no veas lo que puede cambiar las conductas de tu perro con este tipo de avordage (perdón, abordaje).

Otros te servirán para resolver conflictos que ahora mismo no tienes ni idea de cómo gestionar.

El alivio que te va a proporcionar eso es de Sobresaliente.

Otros te van a aportar conocimiento sobre los perros del tipo "aahhhh, esto explica muchas cosas".

Vas a mirar a los perros de un modo muy diferente a partir de entonces.

Y no sigo, si quieres más detalles, entras por el enlace y miras de qué va cada tema.

Y luego decides.

Lo tienes delante, y no lo ves.Estamos condicionados para ver lo grande, lo llamativo, lo que hace más ruido.Ya sabes, b...
03/06/2024

Lo tienes delante, y no lo ves.

Estamos condicionados para ver lo grande, lo llamativo, lo que hace más ruido.

Ya sabes, b***o grande, ande o no ande.

Y al actuar así, nos olvidamos de lo importante.

De lo que realmente es útil. Lo que no es evidente ni fácil de ver.

Hace poco he visto una serie para adolescentes.

Las suelo ver porque son mejores que las de adultos.

Eso me da mucho en qué pensar, pero para otro día.

El caso es que la serie va de lo clásico: chica sencilla con vida discreta es la elegida para salvar el mundo.

El mundo se ve amenazado por el mal absoluto en forma de sombra negra y gigantesca que lo engulle todo.

El malo es muy malo y debe ser derrotado porque quiere destruirlo todo.

Bastante manido, lo sé.

Pero para ir desarrollando la historia, añaden una pequeña trama paralela.

De unos desheredados, unos parias de la vida, unos bastardos que van ayudando aquí y allá.

Esas personas no son grandiosas, no buscan que gane “el bien”, ni derrotar “el mal”

Son arrastrados por emociones y pasiones.

Tienen pasados turbios.

Son rencorosos, agresivos y antipáticos. Son leales, fieles, y generosos.

Tienen motivaciones mundanas y sencillas que todos sentimos y entendemos.

Pues esa trama, y esos personajes, se comen la historia principal.

El público prefiere esa parte a la épica lucha del bien contra el mal.

El público se queda con lo pequeño y lo sencillo, lo que realmente le dice algo.

Lo mismo sirve para tu perro, para vuestra convivencia, para la relación que tenéis.

Las cosas grandes a menudo no son importantes.

En cambio, las pequeñas, los detalles, son la diferencia.

Los conoces, los cambias, los mejoras, les das el protagonismo que merecen.

Y el vínculo con tu perro mejora de un modo brutal.

Empiezas a mirar a los demás perros con otros ojos.

Se abre un mundo nuevo ante ti.

Y entonces, el rollo ese del “bien” contra el “mal” te dará lo mismo.

¿Y a qué pequeñas cosas me estoy refiriendo?

A las que trato en la membresía.

El descanso.

La alimentación.

Los materiales de paseo.

El manejo de correa.

La comunicación entre perros y contigo.

El parque canino.

La llamada que no se hace.

La gestión de otras personas que te dicen lo que tienes que hacer, o te afean lo que ahora haces.

Y eso solo para empezar.

Lo pequeño importa, y mucho. Sobre todo a tu perro.

Así que entra, y aprende todos los pequeños cambios que puedes aplicar en vuestra vida.

Y disfruta de la aventura de convivir con tu perro.

Déjame que te cuente una historia.Es de una chica que conozco, llamémosla Beatriz.Beatriz llevaba toda su vida queriendo...
31/05/2024

Déjame que te cuente una historia.

Es de una chica que conozco, llamémosla Beatriz.

Beatriz llevaba toda su vida queriendo un perro.

Pero en su familia no son muy de perros, así que durante muchos años no pudo ser.

Cuando por fin se independizó y tomó las riendas de su vida, se entusiasmó: el gran momento había llegado.

Haría realidad su sueño de tener un perro.

Había leído libros, revistas, blogs y artículos mil.

Y estaba convencida de que podría hacerlo todo bien desde el día uno.

Quería ser la mejor cuidadora del mundo.

Y se iba a esforzar al máximo.

Contactó con una asociación para adoptar un cachorro.

Y un par de semanas y varios cuestionarios después, Choco entraba en su casa.

Y en su vida.

Como un pequeño torbellino peludo, a ponerlo todo patas arriba.

A los pocos días lo primero que quedó patas arriba fue la convicción y seguridad de Beatriz.

Todo lo que pasaba se parecía poco a lo que había leído.

Y las dudas que le surgían sobre qué hacer en cada momento no tenían respuesta en los libros que amontonaba en su estantería.

Al cabo de un mes, Beatriz estaba ya desesperada.

Choco se meaba dentro y fuera de casa, y no parecía discriminar.

Mordisqueaba la correa y peleaba con ella.

Le mordía las manos con fuerza, y si Beatriz se enfada o gritaba, entonces le mordía los tobillos.

Había dejado sus marcas de dientes en la mitad de los muebles de la casa.

Que era de alquiler.

En el parque le ladraba a todos los perros con tanta fuerza que tenías que taparte los oídos.

La comida que ella le ofrecía, que le habían dicho era la mejor, se la comía a regañadientes.

Le robaba los zapatos, la comida, la basura y hasta las bragas.

Y ni siquiera se atrevía a soltarlo, porque se iba con cualquiera que le mirara con una sonrisa.

Y a ella no le hacía ni caso.

Beatriz empezaba a pensar que aquello le venía muy grande.

Que no se parecía demasiado a lo que esperaba.

Y que lo mismo en su familia tenían razón: ella no estaba preparada para tanta responsabilidad.

Al parecer, no iba a ser la mejor cuidadora del mundo.

Empezó a preguntar a otros cuidadores que veía en los paseos cómo resolver los problemas.

Y al principio se puso contenta.

Todo el mundo era super amable y le daba consejos.

Pero conforme pasaron las semanas, pasó algo.

Por un lado, los consejos ayudaban, pero solo un par de minutos.

Luego todo seguía igual, puede que peor.

Por otro, la cantidad de consejos crecía exponencialmente.

Y encima empezaban a contradecirse unos a otros.

O empezaban a indicarle que debía ser más dura con Choco.

Más firme.

Más autoritaria.

Que en realidad la razón única y exclusiva de que no diera pie con bola era solo su falta de energía y liderazgo.

Eso no sonaba bien.

Pero estaba claro que, tal y como lo estaba haciendo, no funcionaba.

Así que lo mismo tenía que replantearse lo que creía saber.

Probó a aplicar esos consejos de “demuestra tu autoridad”.

Y así pasaron los meses.

Y Choco parecía empezar a ceder.

Beatriz fue integrando esos manejos en su día a día.

Aunque una vocecita le decía que algo chirriaba en todo esto.

Pero ella qué sabía de perros.

Ya tenía claro que con leer unos cuantos libros y artículos no servía.

Un día, en el parque de perros, Choco estaba jugando con un perro.

Le costaba ganar confianza, y solo jugaba con unos pocos elegidos.

Entonces otro perro se acercó, y Choco se le enfrentó.

Y se pelearon.

Beatriz me lo contaba muy angustiada.

Que no se habían hecho daño ni nada, pero que ella lo pasó fatal.

Se quedó allí, congelada, sin saber qué hacer.

Mientras todos a su alrededor gritaban y gesticulaban.

Al llegar a casa se puso a llorar.

Y decidió que todo esto le sobrepasaba, y que no entendía nada.

Pero que no iba a volver a pasar por esto de nuevo.

“Era el sueño de mi vida, y me estoy arrepintiendo profundamente de haberlo hecho realidad”.

No sé si habrás pensado eso alguna vez.

Si es el caso, te puedo decir que no eres la única.

Y que no son pocos los que se sienten justo así.

Defraudados, desorientados, frustrados y angustiados por no entender nada.

Y por no saber qué hacer.

De regalo, tu entorno no solo no ayuda, sino que, de un modo claro o soterrado, te culpa a ti.

De todo.

Pues quiero que sepas una cosa: tú lo estás haciendo lo mejor que puedes con los conocimientos y los recursos de que dispones.

Y tu perro, también.

Si sientes que hay cosas que mejorar, no te centres en presionar a tu perro.

Céntrate en aumentar la cantidad (y calidad) de tu conocimiento, y aplícalo.

Y si aun sabiendo esto, sigues sin tener ni idea de por dónde empezar, que sepas otra cosa.

Buscar ayuda no solo no tiene nada de malo.

Sino que, a veces, es la única manera de salir del pozo al que todos parecen empujarte.

Puede que hay en esta membresía (acceso en “comentarios”) te sirva

 # # Fauna del parque canino (y ninguno está en peligro de extinción)  # #Existen curiosos ensayos donde se aplica la ps...
29/05/2024

# # Fauna del parque canino (y ninguno está en peligro de extinción) # #

Existen curiosos ensayos donde se aplica la psicología (no sé si en serio o inventando) para detallar grupos de personas.

Esa selección se plantea para simplificarnos la vida.

Si podemos clasificar a alguien en un grupo por un rasgo importante de su conducta, pues mira, trabajo que te ahorras en conocerle.

Y se supone que así podrás anticipar cómo responder ante ciertas situaciones.

Pues no voy a ser yo menos, y ahí va mi clasificación de personas en función de su comportamiento en los parques caninos.

Esta clasificación tiene cero base científica, y me la estoy inventando.

Pero lo mismo te ves retratada. Y a lo peor, no te gusta.

Avisada quedas.

Ah, y el género lo asigno aleatoriamente, que hay de todo en este mundo y nadie tiene la exclusiva de nada.

Vamos allá:

# El Tonto Alfa. Imposible no empezar por él (ojo que a veces es una Tonta Alfa). Suele llevar un perro corpulento, le dice a todo el mundo lo que tiene que hacer y cómo hacerlo, y según él, todos los problemas del mundo canino se deben a que hay mucha mano blanda, mucha ñoñería, y a que no estás demostrando ser un “líder calmado y firme”. Si le das bola, te hará alguna demostración de qué demonios es eso, con su pobre perro, o peor, con el tuyo.

# El que llega al parque con el perro atado, y se pasea por él con el perro atado. En corto. Y mejor con un estrangulador o un halti. En posición de “Junto”. Intercala algunas órdenes como “Sit”, “Platz” o “Muerto”. Esta última para que veamos que es majete. Jugar es para perdedores, y la libertad lleva de cabeza a la falta de control y la anarquía.

# El que saca una pelota delante de diez perros enloquecidos, les pica y se asegura de que le han visto, y luego la lanza una y otra vez. Si se pelean, nunca es culpa suya, es que los perros de los demás no saben compartir, no saben jugar o son muy dominantes.

# La que llega (suele ser mujer), llama a todos los perros con voz de grulla desafinada, y cuando los tiene alrededor dando saltos y empujándose unos a otros, saca una galleta. Una. Para catorce hocicos. Ya está liada.

# El que suelta a su perro, para a continuación llamarle si se aleja más de dos metros, si se acerca a otro perro, si cava un hoyo, si intenta ir donde el de la pelota o donde la de la galleta, si invita a jugar a otro perro, o, en resumen, si trata de hacer cualquier cosa que no sea respirar. Además, se sienta en un banco y no se mueve de allí en una hora.

# La que llega, ni saluda, se da una vuelta rapidita sin hablar con nadie ni mirar a nadie ni interaccionar con nadie, y con las mismas se vuelve a marchar. Sin despedirse.

# La que está charlando con el grupo habitual, y en cuanto ve a un perro nuevo se pone a gritar a su perro como si le debiera dinero, corre hacia él, y le ata en corto, llevándole a rastras hacia el grupo habitual, donde se quedará hasta que se acuerde de que tiene perro o se aburra de la conversación.

# El que suelta a su perro, se va al banco, se sienta a tontear con el teléfono durante una hora, y le da igual si su perro huye de todos, ladra hasta a las farolas, acosa a todos los que entran por la puerta, le pide algún tipo de ayuda, se esconde atemorizado bajo el banco durante la hora completa, o se dedica a intimidar y revolcar cachorros.

# El que abre la puerta, mete al perro, cierra la puerta y se queda fuera. A veces, como ha venido en coche, se sienta y ahí espera. Te juro que lo he visto varias veces.

# La que llega y conoce a todo el mundo, saluda a cada persona y a cada perro por su nombre, le pregunta a cada cual algo sobre su vida privada para saber cómo le va, se sabe los cotilleos de absolutamente cualquiera, y si la dejas, te pone al día de todo lo que ha pasado en el barrio en la última semana. No suele prestarle atención a su perro, pero tampoco le interrumpe ni le controla. Eso sí, se puede pasar en el parque tres horas tranquilamente.

Y alguno me estoy dejando.

Termino.

El parque canino es un sitio normalmente nefasto para la salud mental y emocional de tu perro.

Y, a veces, también para la física.

Pero de vez en cuando se le puede sacar partido para que resulte un lugar agradable y útil.

Para tu perro, claro, si quieres socializar tú, vale casi cualquier sitio con gente.

Si quieres saber cómo gestionar este asunto, y ver una demo en vídeo (con espantada de Willow incluida, por el mal rollo imperante en el parque), tengo una membresía en la que abordo el tema. Tienes los detalles en “Comentario”

En caso de que te identifiques con alguno de los tipos anteriores y quieras seguir así, entonces mejor pasa y sigue a lo tuyo.

PD- Pero que sepas que hay perros con problemas de agresión, reactividad o destructividad nivel “bomba nuclear” que lo son por visitar estos sitios. Igual el tuyo es uno de ellos.

27/05/2024
26/05/2024

LOS DAÑOS DEL COLLAR DE AHORQUE… SOBRE EL PROPIETARIO

Esta reflexión nace de la enésima escena que observo mientras conduzco por la ciudad.

Un humano pasea con su pitbull que lleva una gruesa cadena rodeando su cuello. Pasa al lado de una verja custodiada por un pastor alemán que empieza a amenazarlo vehementemente.

El pitbull, como era de esperar, acepta con gusto el enfrentamiento y se planta frente a la verja ladrando a su vez.

El propietario finalmente ve su oportunidad de intervenir y con el ceño fruncido comienza a darle a su perro una serie de violentos tirones compulsivos con toda su fuerza, esperando que deje de ladrar.

Y entonces tenemos:

- Un pastor alemán que está expresando su fuerte e innata predisposición territorial y se siente en todo su derecho de hacerlo.

- Un pitbull que ha sido provocado a la competencia y acepta felizmente, ya que tiene una fuerte predisposición a acoger el conflicto con sus congéneres.

- Un propietario que no sabe mínimamente lo que está haciendo y se arriesga a lastimar a su perro por tirar inútiles jalones a quien no tiene la mínima intención de parar.

El collar de ahorque, de presión, de entrenamiento o como quieras llamarlo, es innegablemente dañino en VARIOS ASPECTOS de la vida del perro.

Desde el punto de vista anatómico, tiene infinitamente más posibilidades de dañar el perro en comparación con un arnés. Esto es claro.

El cuello de un perro es ciertamente más resistente que el cuello de un ser humano, sin embargo, la parte caudal del cuello del perro está compuesta por estructuras anatómicas mucho más delicadas y más en riesgo en comparación con la parte superior.

Como, por ejemplo, la laringe y el esófago, sin mencionar el nervio vago que puede ser fácilmente dañado por tirones continuos.

Pero, además de estos importantes aspectos a tener en cuenta el collar de ahorque TIENE UN EFECTO NEGATIVO SOBRE EL PROPIETARIO.

El collar de ahorque lleva a los propietarios a centrarse en los comportamientos indeseados del perro. Los pone en un estado de expectativa negativa, listos para empuñar su herramienta de poder y “corregir” a su cuadrúpedo.

Comienzan a considerar “negativos” y a "corregir” una amplia gama de comportamientos que los hacen sentir alejados de una sensación de control.

El perro tira para conocer a otros perros --> es corregido

El perro se planta en un punto del paseo --> es corregido

El perro ladra a extraños --> es corregido

En resumen, esta herramienta aparentemente inofensiva de la que los propietarios, en mi opinión, abusan, estimula en quienes la utilizan una dicotomía polarizante entre:

- Comportamientos que serán considerados “BUENOS”, porque el perro hace lo que queremos y le ordenamos

- Y comportamientos considerados “MALOS”, porque el perro desobedece nuestras expectativas.

Los propietarios que lo utilizan se vuelven dependientes de la herramienta, sin la cual se sienten desnudos e impotentes.

Tienden a desarrollar una fuerte dependencia de la aprobación ajena y miedo al juicio externo.

“Eres bueno solo si tu perro está perfectamente bajo tu control” o "eres ridículo si no eres capaz de hacerte obedecer”.

Estos son algunos de los paradigmas arraigados que rondan la cabeza de quienes eligen recorrer el camino de la coerción.

Todo esto desencadena un círculo vicioso que los aleja de preguntarse qué está sintiendo nuestro perro cuando lleva a cabo un comportamiento: ¿qué necesidades insatisfechas hemos descuidado?

Nos aleja de considerar al perro como un individuo dueño de sí mismo, con una personalidad, deseos, necesidades y motivos que lo llevan a actuar.

El camino hacia el que quiero llevarles es justamente el opuesto, donde la comunicación con el perro se da en doble sentido y no se basa solo en un tono imperativo y tajante.

Les impulsa en cambio a ESCUCHARLO, DESCUBRIRLO y GUIARLO hacia el desarrollo de sus mejores talentos.

Por esto sepan que el collar de ahorque es algo que desapruebo firmemente.

Con cariño 🌹

Pau

¿Qué tal te llevas con tus incoherencias?Somos seres imperfectos, y aunque lo sabemos, y sabemos que los demás también l...
24/05/2024

¿Qué tal te llevas con tus incoherencias?

Somos seres imperfectos, y aunque lo sabemos, y sabemos que los demás también lo son, dedicamos mucho esfuerzo a disimularlo.

A que no se noten nuestras imperfecciones, nuestros fallos, nuestros fracasos.

A ponerle filtros a nuestra vida, para que los demás crean que nos va mejor que a ellos.

Que rabien y nos envidien.

Es algo ancestral, no podemos evitarlo.

En la sabana africana, la gacela que va de honesta y sincera mostrando su cojera se convierte en la cena del león.

Y los que convivimos con perros, tenemos, de paso, defectos propios y exclusivos de este mundillo.

Van unos cuantos:

• No soltar nunca a tu perro porque estás convencida de que saldrá corriendo y no parará hasta el mar (y luego seguirá nadando)
• Llevar encima la bolsa de chuches como si fuese un amuleto de la suerte, y el día que se te olvida, te tiras todo el paseo con taquicardias.
• Colocarte la correa de tu perro por dentro de la muñeca, y luego enrollar dos metros alrededor de tu mano dejándola bien corta, “porque así le controlo mejor”.
• Esconderte durante los paseos con tu perro suelto de modo aleatorio, para obligarle a estar pendiente de ti y que no se aleje.
• Caminar a paso ligero todo el tiempo, sin dejar que tu perro se pare ni a saludar, porque tiene que hacer ejercicio.
• Afirmar que es muy bruto “pero solo quiere jugar” cuando entra sobre los perros desconocido a 35 kms por hora y los derriba como a un bolo.
• Llevar a tu perro al parque canino para pasearle atado por dentro, y exigirle a los otros que aten a sus perros “porque el mío no se lleva bien con los demás”.
• Descartar que pueda estar enfermo porque corre, juega, come y está contento.
• Decir que tu perro es muy testarudo y cabezota porque no hace siempre lo que tú quieres.
• Acusar a tu perro de un problema de protección de recursos y ponerte como loca cuando sube a tu sofá, intenta apropiarse de tu cena, hurga en tu basura, se come tus zapatillas o saca tu ropa interior del cesto de la ropa sucia.
• Estar deseando llegar al parque canino para soltarle… y poder ver a la cuidadora de Lennon para contarle ese cotilleo sobre otros cuidadores y la bronca que tuvieron el día anterior.
• Regañar a tu perro por gruñir, y luego tener una bronca épica con otro cuidador porque su perro m***a al tuyo.
• Decirle a tu perro que no pasa nada y que no tenga miedo cuando ladra y se eriza ante un perro grande, mientras tiemblas como una hoja y te cuesta respirar.
• Ignorar a tu perro en la calle porque te han dicho que tiene que aprender a ser independiente. Doble puntuación si además le das la espalda cuando te salta encima o te apartas cuando se esconde tras tus piernas.
• Ponerle a tu perro un accesorio de paseo concreto solo porque es de la raza X.

Y puedo seguir días, pero ya entiendes la idea.

Eso sí, luego es el perro el que tiene un problema de conducta, y no sabe comportarse correctamente.

Si te ves reflejada en estas afirmaciones, no hay duda, necesitas conocer la educación amable y empática.

La tienes en esta membresía, bien explicada (detalles en los comentarios)

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