Me llamo Belén, soy una perra de doce años de edad, no tengo raza específica y quería contarles mi historia…
Nací con cuatro hermanitos, pero a los dos meses de edad me adoptó una familia, una adolescente y su madre, Elba, mi mamá. Tuve la mala suerte de que a la semana se me agarrase moquillos, enfermedad que afecta al sistema digestivo, nervioso o respiratorio en los perros. Mi mamá Elba corría
para todos lados conmigo, los veterinarios decían que no iba a vivir y quisieron dormirme ya que era muy cachorra para poder enfrentar dicho virus, pero de todas formas mi mamá siguió apostando a mi vida y logró salvarme. Lamentablemente, como toda enfermedad, deja sus secuelas y en este caso, afectaron a mis músculos y ligamentos de una rodilla y eso produjo que no pudiese caminar. A mis siete meses, decidieron operarme de la rodilla y comencé con rehabilitación, pero la operación fracasó. Eso conllevó a que me sometieran a una segunda operación y para poder recuperarme tuvieron que sacarme un pedazo del fémur. A los seis años, me dieron la opción de tener que usar un carrito para poder caminar, pero no lo quise; de todas formas tuve que usar pesas y elásticos para poder apoyar la patita y ayudarme a caminar. Felizmente, luego de años de rehabilitación, fisioterapia y masajes; comencé a caminar! Claramente, no caminaba a la perfección, es más, me comparaban con un conejito. Nunca me di por vencida y menos Elba; seguimos con mi tratamiento diario y cada vez caminaba mejor, me felicitaban y cuando quisieron darse cuenta, yo ya estaba empezando a correr! Como consecuencia, el moquillo también me dejó las defensas bajas, por eso mismo me agarraba todos los virus habidos y por haber. Mi mamá luchó mucho por mí, y estoy muy agradecida a ella y al hogar que me dio. Para poder continuar con mi tratamiento de forma correcta, necesitaba tener el pelo corto; pero odiaba ir a la peluquería, me hacían quedarme parada mucho tiempo y atada, lo cual le hacía mal a mi columna y no podía soportarlo. Ese fue el principal motivo por el cual hoy en día mi mamá es peluquera canina. Ella comenzó cortándome el pelo a mí y luego empezó a estudiar lo que ella quería ser. No nos pelamos mucho como suelen caracterizar la relación entre perro y gato. Nuestra dueña nos malcría a ambas por igual, y las dos estamos muy felices de la vida que tenemos. Hoy en día, todavía sigo cumpliendo mi tratamiento de fisioterapia y sigo intentando mejorar mi caminar.