30/04/2021
“Ganarás el pan con el sudor de tu frente”
Homenaje a los trabajadores rurales que forjaron aquella
Argentina productiva que deslumbró al mundo
*Por Adrián L. Olivieri
(Coordinador del Museo Universitario de Maquinaria Agrícola | FAUBA)
En la Biblia, concretamente en el libro del Génesis, Dios expulsa del Paraíso a Adán y Eva, por el famoso incidente de la manzana, y los maldijo así: “Ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la tierra, de donde fuiste sacado. ¡Porque eres polvo y al polvo volverás!" Pero el trabajo lejos de representar un castigo es una bendición que dignifica y ennoblece a la persona porque, más allá de la labor en sí, implica retos y triunfos que constituyen una fuente de conocimientos, experiencias, crecimiento personal y llevando esto al gran entramado social de las civilizaciones modernas, llegamos fácilmente a la conclusión de que son los trabajadores en todos sus órdenes, clases y oficios los que dan cuerda a este mundo para que siga girando, tal como una maquina en la cual cada engranaje desde el más pequeño al más grande es imprescindible para su correcto funcionamiento.
En este día especial recordamos a los trabajadores de Chicago (EE.UU) que un 1º de mayo de 1886 iniciaron una huelga reclamando la jornada laboral de 8 horas y reivindicando otros derechos, protesta que al cabo de 4 días finaliza violentamente con la condena a muerte de varios obreros manifestantes. A pesar de la perdida de estos mártires el esfuerzo no fue vano ya que el hecho culmina con un derecho adquirido que sentó un precedente a nivel mundial. Por eso no deja de ser un día para celebrar el trabajo digno y sus principales actores, los trabajadores y trabajadoras que gozan su merecido día de descanso y, como es costumbre en nuestro país, en torno a la mesa familiar con el tradicional “asado”, un buen “locro” u otro manjar criollo de por medio.
Nosotros desde nuestro lugar como trabajadores de la cultura, protectores de nuestro patrimonio y guardianes de nuestra historia, queremos rendir un homenaje a aquellos trabajadores y trabajadoras rurales que construyeron aquella Argentina agroexportadora que supo ser granero del mundo, un modelo que nació con las bases más sólidas e imprescindibles para servir de cimiento a semejante empresa, aquellos inmigrantes que llegaron a hacer patria con sus familias, con ganas, con esperanza y vocación, con sabiduría y cultura de trabajo para contagiar a los criollos y generar la gran mixtura de culturas y costumbres que hacen a los argentinos y argentinas de hoy.
Pero toda historia tiene un comienzo y ¿qué mejor para hablar de historia que contar historias? En esta ocasión las que tienen que ver con los protagonistas de aquella revolución agraria, la que fundo pueblos, la que impulso el progreso de nuestro gran país.
“Venid a labrar este generoso suelo,
venid a fundar pueblos, venid a hacer patria”
La cultura del trabajo y la colonización
agrícola de la gran inmigración
*Por Adrián L. Olivieri
(Coordinador del Museo Universitario de Maquinaria Agrícola | FAUBA)
Había una vez un Don Manuel Belgrano que aun antes de la revolución de mayo y su protagonismo indiscutido en la gesta patriótica, nos dejaba sus impresiones respecto al futuro de nuestro territorio aun en épocas coloniales como deja expreso en sus memorias consulares de 1796 que llevan como título en su caratula:
"Fomentar la agricultura, animar la industria y proteger el comercio en un país agricultor”
Y de sus textos citamos un fragmento elocuente y certero:
“Nadie duda que un estado que posea con la mayor perfección el verdadero cultivo de su terreno; en el que las artes se hallan en manos de hombres industriosos con principios, y en el que el comercio se haga con frutos y géneros suyos es el verdadero país de la felicidad pues en él se encontrará la verdadera riqueza, será bien poblado y tendrá los medios de subsistencia y aun otros que la servirán de pura comodidad"
No es que el padre de nuestra bandera fuese vidente o adivino, esta es una prueba más de su inteligencia y visión de futuro teniendo en cuenta que la práctica de la agricultura en tiempos del Virreinato de Río de la Plata era prácticamente inexistente y reducida a la producción de hortalizas, frutales y pasturas para auto abastecimiento dependiendo casi por completo de la importación de productos para cubrir las necesidades más básicas de la población. Por otra parte la ganadería no hacia la diferencia. Producción doméstica de pequeños animales y las vaquerías que consistían en campañas de caza de ganado cimarrón que se reproducía libremente en la región pampeana, mas precisamente vacas y toros criollos con carnes de poca calidad que se destinaban a saladeros para tasajo (Carne seca en sal) exportándose solamente los cueros.
A pesar de las recomendaciones de Manuel Belgrano por fomentar la educación en agricultura, los esfuerzos de Bernardino Rivadavia por fomentar la colonización agrícola y luego de Juan Manuel de Rosas por mejorar la ganadería, los conflictos de intereses en los tiempos turbulentos de la organización nacional no fueron un buen escenario para el nacimiento de nuestra industria madre, la producción agropecuaria. Por lo tanto, en nuestra flamante nación, se seguía importando hasta el harina para hacer el pan.
No bastaban solo ideas para embarcarse en semejante empresa, faltaba lo más importante, el capital humano para poblar esta tierra virgen y labrarla con la sabiduría y la experiencia tradicional de las antiguas civilizaciones. Solo en la región del NOA y parte del litoral había una herencia ancestral precolombina en el seno de los pueblos originarios que fueron sedentarios y territoriales desarrollando y dominando las prácticas agrícolas, cría de ganado y domesticación de animales de trabajo, técnicas y conocimientos que enriquecieron tras la llegada de las misiones jesuitas. Pero la región pampeana fue terruño de tribus nómadas con hábitos de caza y recolección que jamás labraron y cultivaron sus suelos.
Por esto no fue posible establecer una colonia agrícola en nuestro territorio hasta tener en claro los objetivos y desarrollar un proyecto consistente y sustentable como el que comienza a gestarse recién sobre la segunda mitad del siglo XIX.
Esperanza fue la primera colonia agrícola organizada del país y fue creada a través de un contrato de colonización firmado en 1853 entre Aarón Castellanos y Domingo Crespo, entonces Gobernador de Santa Fe, siguiendo a esta provincia pionera las de Entre Ríos, Córdoba y Buenos Aires.
El proceso de colonización se fue perfilando y ajustando hasta lograr su objetivo inicial de poblar la pampa y llega a consolidarse con la Ley de Inmigración y Colonización también conocida como Ley Avellaneda de 1876, la primera ley nacional que regulaba la inmigración y la colonización en aquella Argentina que recibió grandes olas inmigratorias desde 1870 y que por no poseer industria desarrollada en las crecientes urbes, se tenía la necesidad de encausarlas hacia el campo. Así se comenzó a poblar el interior de la región pampeana, las colonias se multiplicaban en un crisol de culturas, tradiciones y costumbres nutrida por la diversidad de orígenes de los inmigrantes que llegaban con sus conocimientos y técnicas como agricultores que por generaciones transmitieron saberes empíricos pero imprescindibles para fundar las nuevas generaciones de este país de las oportunidades que los recibía con los brazos abiertos, con suelos generosos, agua accesible y un clima privilegiado.
Hoy en día es común escuchar a algún político o analista hablar sobre la necesidad de reactivar las economías regionales y fomentar la agricultura familiar. Pues aquellos inmigrantes, los primeros trabajadores incansables de nuestra tierra, fueron quienes fundaron las economías regionales ya que comenzaron a producir para auto consumo, luego comenzaron a comerciar con otras colonias cercanas y luego, con la llegada del ferrocarril como la herramienta logística fundamental que supo ser, empezar a pensar en la Argentina agroexportadora pudiendo llegar a los puertos con la producción agrícola y ganadera.
Pero el recurso más importante para hacer esto posible nació del seno de las familias de los chacareros que supieron transmitir de generación en generación la vocación, el respeto a la tierra que labran y la cultura del trabajo.
Así fue como se establecieron nuevas colonias, algunas promovidas por compañías colonizadoras y otras autocentradas que aparecían espontáneamente alrededor de un gran establecimiento rural que concentraba mano de obra en una región aún sin poblar. De esas colonias nacieron pueblos y de esos pueblos muchas ciudades.
Por eso en este día tan especial queríamos recordar y poner en valor a quienes cultivaron nuestros suelos, fundaron pueblos y generaciones de trabajadores del agro a lo largo y ancho de nuestro país. Vaya este humilde homenaje para aquellos que forjaron y apuntalaron el destino agrícola de nuestra nación, aquel que soñó alguna vez Don Manuel Belgrano.
Al chacarero, al estanciero, al cabañero, al peón, al puestero, al arriero, al carrero, al estibador, al tractorista, a esquiladores y esquiladoras, a los trabajadores y trabajadoras rurales… Salud!!!