11/12/2023
Desgaste por Empatía o Fatiga por compasión en profesionales de la Medicina Veterinaria.
La “Fatiga por Compasión” o “desgaste por empatía” también se conoce como Traumatización Vicaria o Estrés Traumático Secundario, es un concepto reciente que fue introducido en el año 1995 en el área de la salud por Charles Figley, director del Traumatology Institute at Tulane University (New Orleans). Éste observo que los profesionales de la salud (enfermeras, terapeutas, trabajadores sociales, etc.), que trabajaban con personas traumatizadas en el área de la salud mental, con el paso del tiempo llegaban a experimentar de forma indirecta los efectos del trauma que padecían las personas a las que asistían o cuidaban; por este motivo dicho concepto se ha venido incluyendo y desarrollando en diversos estudios sobre el trauma. Es decir, que la Fatiga por Compasión se asocia con el coste emocional que implica cuidar, o preocuparse por un periodo de tiempo prolongado, de aquellas personas o animales en el caso de los Veterinarios, que padecen un sufrimiento, un dolor físico o emocional.
En la última convención anual de la American Veterinary Medical Association (AVMA), celebrada en Boston del 10 al 14 de julio de 2015, un estudio presentado por el médico Randall J. Nett de Centers for Disease Control and Prevention (CDC) mostraba una cifras preocupantes respecto al nivel de estrés psicológico entre la profesión veterinaria, según explica una noticia publicada en Vin News Service.
El estudio se llevó a cabo en Estados Unidos en 2014 mediante una encuesta a la que respondieron más de doce mil veterinarios y cuyos resultados incluyeron finalmente las respuestas de 11.627 profesionales que cumplieron con los criterios de selección fijados en el estudio. Los resultados muestran que casi 1 de cada 10 veterinarios en activo sufre estrés psicológico y, lo que es más grave, un 17 % de estos ha considerado en alguna ocasión la idea del suicidio desde que se graduó en la Facultad.
¿Qué hace que la profesión veterinaria sea tan estresante?
Un post del blog Si mi perro hablara (Fatiga por compasión, el síndrome silenciado de veterinarios y cuidadores de refugio), daba algunas claves de por qué los veterinarios son un colectivo con un alto nivel de estrés psicológico que, en algunos casos, acaba de forma fatal.
El post explica que veterinarios clínicos y etólogos, así como voluntarios y trabajadores de refugios y protectoras, están en contacto diario con animales enfermos y, lo que resulta más impactante, las tragedias de animales maltratados y abandonados. Las viven en primera persona y no son ajenos a su sufrimiento. Así, acaban padeciendo fatiga por compasión (o desgaste por empatía), que es una forma de estrés traumático secundario. Si nos centramos en los veterinarios en sus consultas, tienen que atender animales gravemente heridos o enfermos y, en ocasiones, vérselas con propietarios que no tienen como prioridad el bienestar de sus animales de compañía. Por otra parte, muchos etólogos y educadores caninos o felinos también hacen frente a la resolución de complicados problemas de comportamiento, compartiendo el sufrimiento del animal y sus propietarios durante la terapia de modificación de conducta.
Los Veterinarios son más proclives a sufrir fatiga por compasión al no existir una vía de comunicación directa con aquellos a su cuidado (A un humano puedes explicarle cuál es su situación y cómo hay que actuar para ponerle remedio ¿Cómo hacer eso con un perro o un gato?), estar en muchas ocasiones obligados a lidiar con otros "humanos" que no tienen las mismas prioridades en relación al bienestar (Propietarios irresponsables, organismos que sólo velan por sus intereses... ) y en otros simplemente por compartir con pacientes y propietarios el dolor y preocupación de la situación que están atravesando.
El burn-out (estado de agotamiento físico, emocional y mental causado por involucrarse en situaciones emocionalmente demandantes durante un tiempo prolongado), es un proceso progresivo más que un estado que afecta negativamente la resiliencia (capacidad para recuperarse de situaciones adversas) pudiendo llegar a una fase crónica. Éste último puede hacernos más susceptibles de sufrir fatiga por compasión que, por el contrario, es un estado de aparición abrupta y aguda, avisándonos imperativamente que hay que realizar cambios importantes cuanto antes.
Los signos clínicos más comunes de la Fatiga por compasión se engloban en tres grupos cuyos síntomas coinciden con los del estrés post-traumático.
-Re-experimentación (revivir, recordar constantemente situaciones dolorosas con una gran carga emocional)
-Actitudes de distanciamiento y embotamiento psíquico
-Hiper-activación (arousal): estado de tensión o alerta permanente, y reactividad.
Con el paso del tiempo, la Fatiga por Compasión no sólo va afectando el área personal y emocional del profesional o cuidador, sino que llega a afectar todas las áreas de su vida, por ejemplo se ha encontrado que las personas que la padecen, cometen más errores en su trabajo y son incapaces de proporcionar cuidados compasivos al enfermo, debido a que su sensibilidad compasiva se va agotando con el paso del tiempo, y desafortunadamente ésta no se recupera o restaura con facilidad.
Síntomas de la Fatiga por Compasión
Los principales síntomas que presenta una persona o un profesional cuando tiene Fatiga por Compasión son:
– Trastornos del sueño, como pesadillas
– Hipertensión
– Cansancio
– Irritabilidad
– Pensamientos intrusivos
– Disminución de la actividad
– Impotencia y desesperanza
– Propensión a los accidentes
– Evitación de los pacientes o el enfermo
– Entumecimiento emocional
– Problemas de memoria y falta de concentración
– Tensión muscular
– Discapacidad auditiva
– Problemas digestivos, náuseas, mareos, vómitos, cambios de temperatura corporal, desmayos.
– Insensibilidad e indiferencia
Por otra parte, también presentan tasas muy altas de estrés, depresión y trastornos de ansiedad que, con el transcurrir del tiempo, llegan a afectar sus relaciones personales y familiares.
Factores que pueden ayudar a reducir la Fatiga por Compasión.
Los expertos en trauma han encontrado que las técnicas de autocuidado, tanto psicológicas como somáticas, pueden reducir la susceptibilidad a la internalización indirecta del estrés postraumático de los pacientes y por tanto de la Fatiga por Compasión. Un método muy importante para reducir y manejar la Fatiga por Compasión es estar atento a la contratransferencia somática o las señales fisiológicas que vaya sintiendo, tales como: mareos, vacío, hambre, sensación de plenitud, claustrofobia, somnolencia, dolor, inquietud, etc.
Entre los factores protectores, es fundamental contar con el apoyo, la supervisión y el acompañamiento de otros profesionales o de personas con las cuales se puedan compartir aspectos del trabajo o la labor que se realiza.
Al igual que es importante, realizar actividades que generen placer y disfrute, usar técnicas de relajación, tener una alimentación sana y equilibrada, hacer ejercicio de forma regular y dormir bien.
Los profesionales de la salud no podemos evitar que el sufrimiento o el dolor de las personas a las cuales ayudamos, asistimos y cuidamos nos afecte, en nuestro caso los animales, pero sí podemos utilizar algunas técnicas que nos permitan cuidarnos y protegernos de la Fatiga por Compasión, ya que esto nos permitirá ayudar y tratar el sufrimiento de los demás de una manera más eficaz.