
05/02/2025
Soy un veterinario afortunado.
En mi profesión, aprendo constantemente, dejo ir lo que no sirve, tomo lo bueno y acepto las críticas. Me equivoco, no soy el mejor, pero siempre estoy en proceso de aprendizaje.
Nunca me verás encerrado en conceptos sesgados o aceptando definiciones incuestionables. No soy de los que imponen su voluntad diciendo: “Aquí se hace lo que yo digo” o “Es así y punto”.
Me encontrarás del lado de acompañar, porque, después de todo, siempre se ha tratado de eso, ¿no?
¿Qué sería de mí si no escuchara a los tutores de mis paci&&entes? Muchas veces, sin darse cuenta, sus palabras resuenan una y otra vez en mi cabeza.
Debo ser sincero: en numerosas ocasiones siento que la mayoría de los veterinarios no somos valorados, y no hablo únicamente de lo económico. Un simple “gracias” al final del día funciona como una caricia para el corazón.
Descubrir que la comunicación entre el animal y su veterinario es única, entender esa mirada y ver cómo el tutor aprende a interpretarla, es más de lo que podría haber esperado.