04/12/2024
EL LOCO “LI”
Disfrutaba ese día en la mañana, un sábado como todos que incluía la compañía infaltable de mi sombra “Morris”, mi adorada y amada “Reina de Reinas Cleo”, el sol y guía espiritual Daki, La luz que me conecta con el universo “Tara”, el loco y amigo fiel Pambelé, la princesa Fiona, el grandulón de Simón, el intocable Zeus, la gamina Ivy, la gruñona Kyara, el sabio y solapado Baco, Kuma el parcero, la extrañada y querida Sasha y mi infaltable alma con pelos Félizz.
La pelota y el palo volaban por el aire mientras diferentes garras en tamaño y profundidad iban quedando en la arena marcados por su precipitado afán en llegar primero a coger el anhelado juguete. Unos iban otros venían, los más pequeños quedaban llenos de una nube de polvo que se mezclaba con el aire y nos irritaba los ojos a todos. Realmente, era un sábado común de esos felices, lleno de pelos, de tierra, de babas y garras pintadas en toda la ropa. Escuché una voz a lo lejos que llevaba mi nombre, era uno de los amos de uno de los canes que estaba a mi cargo en ese momento; efectivamente cuando su peludo amigo los escuchó y olió su aroma se dirigió a ellos con jubilosa emoción como actualmente lo sigue haciendo, descaradamente ahora es más efusivo que cuatro años atrás. Ese perro es un amor solo, un amor por completo, un verdadero perro.
Hola, te presento a la mama de LI, ella fue quien lo rescató y es la que se encarga de todo lo relacionado con el perro. Yo solo soy su gran amigo, referenciándose al canino, y compañero de ella. Mucho gusto, le estiré la mano el encuentro con la suya y la estreché como protocolo de presentación, la miré a los ojos y al chocar las dos miradas encontré en mi alma un misterio por descubrir, pero me dejó una sensación tan espiritual que sentí la necesidad de proceder a lo que ellos necesitaban. Sus palabras fueron contundentes y llenas de verdad, de alegría, de confianza y su tono de voz solo embellecía más todo su discurso sin profundizarr en la belleza que esa mujer escondía detrás de tan sencilla vestidura y descolorida apariencia, así, exactamente, es muy bella, es ella.
Las aventuras con “LI” ya llevaban una semana cuando esto sucedió, y de ahí en adelante siguieron iguales, normales día a día. Salir con esa manada tan hermosa es un júbilo, una necesidad, un medicamento para el alma. En ellos dejo la tristeza, la alegría, la victoria, el fracaso, la soledad y la compañía. Cada uno es tan distinto, con todas sus cualidades y defectos. He tenido que vivir mucho con ellos para llegar a conectarme con su emoción, es una conexión entre dos seres, algo que es muy difícil de explicar, solo unos pocos lo podemos sentir y entender. Algunos les pasa con las plantas, con los caballos, con un cerdo, con una gallina, se llega a un extremo de conexión tan alto que ya nos anticipamos a los hechos, a su sentir, a su ladrido, a sus extrovertidas aventuras y a un sin fin de experiencias que nos entrelazan, eso se siente, eso no se aprende, eso estalla en el momento que sientes amor. El amor es conexión, eso nos pasa con nuestras mascotas. Eso me pasa con la manada, por eso ellos me sigue sin tener que ser guiados por una correa. Mi secreto es hacerme amar para que ellos me amen, y si hay amor hay conexión y es ahí donde a mí me funciona la manera que hago mi trabajo. Cada uno de los amos de mi manada es testigo de que amo a su mascota con leal amor y lo que resulta es que su mascota se enamora de mí, y por efecto universal se aman entre ellas. En Conclusión somos uno.
LI comenzó a llegar muy triste en algunos momentos, su actitud era diferente al LI que conocíamos, comenzó a tener enfrentamientos con algunos de la manada, su familia comenzó a tener problemas con los vecinos por los actos de agresividad de LI. Li permanecía casi siempre a mi lado en esos momentos, no se desprendía de cualquier paso que yo daba, era como una manera de protegerme o de que yo lo protegiera, cabe anotar que el nunca, conmigo, ha tenido comportamientos de agresividad, mas se ha comportado como un guardián y vigilante de sus amigos. Hay perros que no le gustan y otros con los que compagina juguetonamente. En la manada es el único que es amigo de todos. Esos días raros de Li me enseñó muchas cosas, muchas para mis vastos conocimientos de perros. Sus juegos disminuyeron y se dedicó más a la exploración. En su soledad los perros lo buscaban para jugar y el les jugaba un poco por cortesía después les huía, en unas de esas se subí a muros que sabía que los otros no lo harían, se metía a matorrales para que no lo molestaran y en su ratos de extroversión hacía unas piruetas y unos brincos que parecían extraños dadas las condiciones del área. Dada esta actitud comenzó enfermarse, o sea, a lesionarse en cada uno de esos saltos, esas carreras, de las escabullidas por los matorrales y de las cosas que se comía en sus extensas exploraciones. Todo lo hablaba con su familia y les comentaba la manera en que LI había estado durante su matutino paseo. En la última lesión de Li optamos por darle un reposo de unos días, que fueron largos, para que el se recuperara.
Llegué a preocuparme tanto por LI que analizaba muchos puntos de vista, le echaba la culpa a la monotonía, a que eran siempre los mismos amigos, los mismos juegos, los mismos lugares, creía que todo esto afectaba al perro, pero no lo veía en los otros, además su acercamiento a mí fue lo que más me llamó la atención. En algún momento lo abrazaba y comprendía que el necesitaba era un abrazo, un amigo, un confidente, eso era lo que me transmitía, lo vuelvo a decir, no sé cómo explicarlo, es una conexión. Durante esta etapa difícil de LI también comencé a ver que la mamá era más seria y el papa tenía una actitud más acelerada, se veía confundido y absorbido por alguna confusión en su mente, hasta salido a veces de los estribos por los constantes golpes con los que llegaba LI. Mi mente nunca dejó de buscar explicaciones, pero dentro de mí sabía que su actitud era simplemente la situación que en ese momento se estaba viviendo en su hogar. Fueron dos meses que LI estuvo por fuera, su ausencia inmediatamente causó revuelo en la manada, Li era el centro de todos, era el amigo, el guardián, el confidente, el juguetón, el extrovertido, el obediente, Li era la alegría de la manada.
Un día estaba en mi casa descansando en la tarde y entró un mensaje de voz a mi móvil, era la mamá de LI, me hablaba que la relación con su pareja había terminado, que ella siempre había confiado en mí, que LI ya estaba muy bien y que necesitaba dos favores: que le siguiera paseando a Li y que le diera mucho amor porque la ausencia de su amigo lo había afectado mucho. Me anticipó que Li se iba a poner muy feliz.
Eran las siete de la mañana un lunes como cualquiera, pero ese iba ser diferente, me reencontraría con mi gran amigo LI. El encuentro fue espectacular desde muchos puntos de vista, fue una mañana hermosa. Li salió de su hogar a mi encuentro en mil brincos y ladridos, nos abrazamos como antes, lo besaba por todos lados y el me lamía de igual forma. La alegría de los dos era latente, llena de emoción y verdad. No puedo describir que sentí era como si volviera a mi cuerpo un riñón extraviado, un pulmón defectuoso, o así.
Ya había pasado semejante encuentro y ya tenía que mirar hacia la mamá de Li. No puedo ocultar lo que sentí, fue un destello que iluminó mi corazón, estaba tan hermosa, se veía tan fuerte, tan vital, tan llena de ganas de vivir. Sus ojos negros y pequeños llenos de paz, de armonía. Ella era pura dulzura y decisión. Se alegró al verme, al ver a LI tan feliz. Yo hablé lo rutinario con ella, lamente su separación y me le puse a su completa disposición para lo que necesitara, fuera lo que fuera, de Li y de su vida, ella lo agradeció enormemente y nos despedimos. Yo di la espalda y bajé las escalas de su casa enamorado. Nunca antes la había visto tan hermosa, ella es luz. Ella es la mamá de LI.
En la vida uno tiene que ser muy sincero con uno mismo, hay cosas que están a nuestro alcance y otras que no, no es que uno se crea que no se pueden alcanzar las metas pero no todos tenemos la capacidad de lograr lo que otros logran, ya sea por nuestra escasa inteligencia o por el exceso de ella. Esta mujer no dejó de salir de mi mente por un minuto, hasta el día de hoy, aún sigo enamorado, pero un enamorado inteligente. Ella debe saber que la admiro en todo sus aspectos, porque yo nunca he sabido disimular mis emociones, pero siempre ha prevalecido el respeto y la admiración a la altura. Es un amor ambiguo porque transmuta entre la mujer, el ser y el can.
Ya han pasado dos años desde este momento, Li volvió a ser como antes, el mismo amigo, juguetón, guardián, etc. Y nuestra amistad se entrelazó aún más fuerte, es como un hijo, es como si fuera una extremidad más de mi cuerpo.
Li me demostró que nuestras mascotas son extensiones de nuestras propias emociones, lo que ocurre en nuestro corazón ellos lo reflejan desde su actitud. Es importante el paseo de perros, en ese momento ellos liberan todas esas cargas positivas, negativas y excesivas con las que ellos conviven, porque nuestras mascotas son extensiones emotivas de nuestras propias emociones y nosotros de ellos. Los peludos llegan a nuestras vidas con una misión espiritual, son ellos quienes nos eligen para orientar nuestro curso y blindarnos de las frecuencias negativas.
En cuanto al enamoramiento, encontré la mejor manera de demostrarle mi amor, mi admiración, mi deseo, de decirle lo buena amiga, madre, hermana, vecina, compañera y amante que debe ser, y esa manera fue enamorándome de su perro. Cuando el entra a su casa llega lleno de amor para el y para ella. El lo sabe, lo que no sé es la manera que el se lo dice a ella y ojalá algún día ella le entienda.
En el alma y con el alma LI