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07/02/2025
Esta semana toca sacarles los colores a las Grandes Farmacéuticas, ese todopoderoso Lobby que controla la salud de las personas, de los animales y del planeta en general.
Voy a intentar aclarar unos conceptos que son difíciles incluso para los propios profesionales de la salud. Lo que está pasando es, como siempre, cosa de dinero, ganancias, rentabilidad y todos los males que genera el basar la Salud en conceptos económicos. No digo que estemos como en Estados Unidos donde si no tienes dinero te mueres o te quedas en la indigencia como te tengan que operar de un trasplante o te despidan del trabajo. Que tal y como va el sistema sanitario, está por llegar. Pero ya que por ahora no se puede tocar el tema asistencial, sí que se está tocando el tema farmacéutico. Y me centro:
Todo el mundo ha oído hablar de las últimas leyes que coartan el libre ejercicio de la medicina a los veterinarios y hoy paso a explicaros los motivos por los que los propietarios y la Sociedad deberían apuntarse el dato porque detrás, vendrán los medicamentos de humanos.
Cuando una empresa farmacéutica quiere poner a la venta un medicamento, la normativa, tal como la tenemos planteada, dice que el producto tiene que pasar unos estudios científicos que están previamente detallados por la Agencia Española del Medicamento. Pues bien, esos estudios son caros. Y cada palabra que se escribe en la ficha técnica y en el prospecto de un medicamento, tiene que pasar por la criba de dicha Agencia. Esto es lógico, puesto que nuestro sistema es garantista hacia el consumidor, intenta primar al consumidor/paciente por delante de los empresarios. Pero, hecha la ley, hecha la trampa.
Cada medicamento, y con ello me refiero al producto ya envasado y listo para ser vendido, no a la molécula que contiene, debe llevar un prospecto en el que figuran unos datos obligatorios, entre ellos, para qué enfermedades está probado por el laboratorio, en qué especies se ha estudiado, a qué dosis para cada enfermedad en la que esté autorizado.
En el caso de los medicamentos veterinarios, hay tanta variabilidad de especies, de tamaños, de variables, que sería imposible registrar cada caso en un prospecto, así que la empresa farmacéutica que lo comercializa, “registra” las indicaciones que mas le interesen económicamente. Y por ello, cualquier uso fuera de ese criterio, queda fuera de la legalidad. El veterinario se la juega si lo receta para algo distinto.
Ahora tenemos por un lado, las investigaciones que realizan en muchos países, y que dicen que tal o cual molécula sirve para una determinada enfermedad en la especia canina a x dosis, pero que en gato hay que doblar esa dosis para que sea efectiva, es decir, los veterinarios son auténticos expertos en “diseñar” tratamientos adaptados a sus pacientes particulares.
En muchas ocasiones, el mismo medicamento de veterinaria, con la misma molécula, lo encuentras a un 1% de su valor de mercado si el formato es para personas. La diferencia está en que la farmacéutica tiene que “recuperar la inversión” de hacer el estudio en unos pocos animales para poder registrar eso que el veterinario sabe de sobra.
Como los veterinarios se estuvieron pasando estas circunstancias por el forro del gorro de quirófano, llegaron los políticos (a saber por qué) y dijeron que no se podía recetar nada de humanos si existía de veterinaria, hasta el punto de complicar la vida del veterinario con la famosa “cascada de prescripción”, si no lo hay registrado para esa especie, y esa enfermedad, lo buscas de otra enfermedad que sirva, si no, de otra especie, si no de tal o cual manera. Y te encuentras con que, para una determinada enfermedad, la única vía posible de tratar un perro es comprar una bolsa de un kilo de medicamento diseñado para echar en la comida o en el agua de los cerdos de granja, eso antes que recetar uno de personas. Y lo paga el propietario, por su puesto.
El veterinario se siente un inútil de cara al propietario, que cree que no tiene ni idea, como un delincuente por parte de la Administración y como un im***il por las farmacéuticas que hacen el agosto con estas leyes sin sentido.
Hace años, tanto médicos como veterinarios, podían recetar las llamada fórmulas magistrales, diseñaban el medicamento y la farmacia se lo fabricaba. Eso ahora es imposible, antes de llegar a eso, tienes que buscar en el extranjero si se puede importar desde fuera, y el animal se espera… cuando en 24 horas lo podría tener en la farmacia o en la propia clínica.
Subimos un peldaño mas. La farmacéutica X saca un medicamento determinado y registra, ojo, 5 formas comerciales, con 10, 20, 50 y 100 pastillas. Y, curiosamente, no encuentras el adecuado en ninguna parte, sacan 10 unidades al año, que se gastan en tres días y el resto, a comprar mas cantidad de la necesaria. Pero ahora veterinario ya no puede comprar la caja de 100 para ceder al propietario lo que necesite, la ley le impide dar el tratamiento completo en mano, solo un par de pastillas mientras el dueño encuentra una farmacia que se lo suministre.
Estimados consumidores, os están tomando el pelo, están poniendo la salud de vuestras mascotas en peligro por el único interés de enriquecerse aún mas. Si esto sigue así, si se permite este atropello, los medicamentos de personas irán detrás, esto es solo una prueba, un sondeo de cómo el mercado se va a tragar esta sopa con honda y ampliar luego a los medicamentos de personas, no digáis que no lo he avisado.