26/07/2018
LA VIDA ES TAN BUENA MAESTRA QUE SI NO APRENDES LA LECCIÓN SE ENCARGA DE REPETÍRTELA
Se puede definir la inteligencia como la capacidad de adaptación al medio.
El lobo Canis Lupus fue el primer animal domesticado por el hombre porque se parece enormemente a nosotros: también son extremadamente adaptables, depredadores altriciales, generalistas, usan estrategias para la caza, son carroñeros, oportunistas, omnívoros, gregarios, con un rico lenguaje gestual y oral, con varios machos en un grupo lo que exige más inteligencia emocional, son empáticos, altruistas, territoriales...
Vimos en ellos a la vez en varios puntos de Eurasia una herramienta para cazar mejor y para avisar de peligros, y fue la mujer la que lo domesticó en los asentamientos, porque los hombres casi siempre estaban buscando alimento.
Por selección con los lobatos que cogíamos nos fuimos quedando con los cachorros más cómodos de tener y más dóciles, porque al que enseñaba los dientes al niño lo mataban, y a la cazuela. Y además el niño conseguía botas nuevas.
Creamos una nueva subespecie del lobo, el Canis Lupus Familiaris, un lobo doméstico, adaptado, adaptable, manejable, manipulable, y de utilidad. Posteriormente se fueron especializando en trabajos nuevos, y cambiando su morfología.
Ya no se piensa que llevan con nosotros 12.000 años, los primeros fósiles de protoperros ya distintos del lobo se hallaron recientemente en una cueva belga con una antigüedad de 36.000 años.
Estos pseudolobos se parecen tanto al ser humano, y llevan tantos miles de años siendo seleccionados para adaptarse a nosotros y a las actividades que realizábamos, que siempre extraña lo de "¡No humanicéis a los perros!". Más que lo están ya, de momento no es posible.
Siendo más infantil, más simple, y menos cognitivo (con muchísima más facilidad de aprendizaje pero menor capacidad resolutiva de problemas), la inteligencia adaptativa y el éxito evolutivo del perro Vs. el lobo no admite réplica. Sólo en España hay más de 5.000.000 de perros, y casi todos ellos comen todos los días. El lobo no.
Pero ¡ay!, tanto ser nuestro reflejo en el espejo y producto de nuestra manipulación genética y a veces falta de ideas claras, y por tanto a veces mala selección unido a mala educación, además de la pérdida de utilidad, ha dado lugar a muchos perros inadaptados y con grandes dificultades para aprender del entorno.
Aristóteles decía que para ser feliz el hombre tiene que hacer aquello que le es propio, que le identifica: meditar. ¡Nos vamos todos al Tibet!
Es como decir que los perros para ser felices tienen que volver a su esencia y pasar horas andando buscando presas que devorar. Pues ya está, mañana mismo le busco un adosado en el Serengueti.
No, para la mayoría de la gente la felicidad está en tres cosas: salud, dinero y amor. Y generalmente será más inteligente el que se adapte mejor a esa realidad y el que la obtenga en mayores dosis. Y al igual que cualquier mamífero salvaje enseñando a su camada los secretos para tener mayor calidad de vida y más longevidad en la Naturaleza siempre hostil, será mejor padre el que enseñe a sus hijos a alcanzar niveles óptimos en cada una de esas tres facetas. La buena vida es para los listos, y a ser listos te enseñan.
Para la mayoría de los perros de compañía la vida también tiene sólo tres facetas y consiste en vivir en casa con dueño, en vivir en casa sin dueño, y en salir fuera de casa. No hay más. Será más inteligente el que se adapte mejor a esa realidad. Y mejor dueño el que facilite esta adaptación.
Su nueva y adorada profesión es muy fácil para ellos: ya no cazan, ya no guardan, ya no pastorean, ya no protegen, ya no tiran de un carrito... ahora sólo son perros de compañía, un lujazo, y sin cansarse ni pasar penurias. Vidorrón máximo, sofás ergonómicos, chuches para todo, paseítos a tutiplén, bañitos en la playa, colegueo en el parque, tapeo en las terrazas, juguetes en la casa, arneses para que no se ahoguen, perfiles en Instagram, protección contra los parásitos, ropita para el frío, chalecos contra el calor, limpieza bucal, peluquería, cuidados veterinarios cuando se lesionan o enferman, comida con cordero apto para el consumo humano o con salmón salvaje pescado a mano en Alaska, la carne cocida no vaya a ser que, y cariño asegurados a cambio de cuatro lametones. Son los auténticos disfrutadores de la casa que los dueños tanto tardan en pagar.
Pero hay perros cortitos que no entienden esa rutina a pesar de ser sistemática y comodísima. Hay perros, como hay personas, que han venido a este mundo a sufrir. Se ansian, se estresan, se asustan, se trauman, o se ofenden por todo, o son inseguros en un mundo repleto de seguridad rutinaria, o son temerosos de peligros y amenazas que sólo existen en su mente, o hacen un drama por quedarse solos, o son insociables, o no aprenden de las consecuencias de sus actos.
Y cada día gestionan las mismas cosas de la misma manera. Alma de cántaro, con lo bien que vives, ¿no te da apuro insistir en lo mismo todos los días, algo que ves que no te funciona? ¿No se te ocurre cambiar de estrategia? Nada, no aprenden de la experiencia.
Y de aquel lobo salvaje, superviviente nato, prodigio de la Naturaleza, hemos pasado a estos lobitos que se ahogan en un vaso de agua.
Con los dueños pasa lo mismo, será más inteligente el que mejor se adapte a su realidad con su perro de compañía. Y esta es evidente: educador del perro, porque son extremadamente maleables y su personalidad de adulto dependerá sólo en un 20% de su genética, y en un 80% de su educación.
Además los perros no son animales discretos que pasen desapercibidos, no viven en una jaula, en un acuario, o en terrario.
Los gatos también están sueltos en casa, pero es otro tema. Sólo hacen falta tres normas para adoptar o comprar, y otras tres para educar.
Las primeras: que acuda a la llamada cuando nos ponemos en cuclillas, que se deje coger en brazos, y que se deje tocar la tripa. No buscamos un gato-manta siempre quieto en el cabecero del sofá, pero tampoco un Puma.
Las segundas: el No, la llamada cuando la puerta está abierta, y no rascar los muebles. Esto último es muy fácil usando al principio dos rascadores en el salón y el baño, y el spray de las moscas (las pistolas de agua no son útiles dentro de una casa, claro).
En dos o tres semanas aprenden las tres cosas, y ya tenemos una máquina de mimos obediente para toda la vida.
Pero la mayoría de las veces un perro no es así de fácil, y además tiene una presencia enorme. En la casa, en la calle, en los viajes, en las vacaciones, con las visitas, con otros perros, con el peluquero y el veterinario, en las barbacoas, en la playa, con la llegada de una nueva pareja o de un hijo...
Y hay que educarlo sí o sí para que se adapte a todo y nos facilite la convivencia
El dueño más inteligente es el que entiende su realidad, asume su papel de educador y educa, y si no obtiene resultados busca ayuda.
Pero si el dueño es como su perro, pues no ve su realidad de educador. Y se pasa 15 años sufriendo unas consecuencias que a priori no imaginó. Ni se plantea cambiar su realidad, sólo la vive cada día como si fuera inmutable. Su capacidad de influir positivamente en su perro y cambiar las cosas es mínima.
Nada, no aprenden de la experiencia, no cambian de estrategia, y todos los días empiezan de cero, como en la película El día de la marmota de Bill Murray.
Y todos los días van con perros que van tirando de la correa, que no obedecen, que son agresivos, que hay que guardarlos cuando vienen visitas, que sufren con los ruidos fuertes pero inofensivos, que se pasan horas aullando o ladrando ... Y se pasan así 15 años, lo ven normal.
Pero afortunadamente, al igual que hay dueños que se adaptan a su realidad, hay muchos perros inteligentes que aprenden con rapidez del entorno y que también hacen lo propio, la entienden, la aceptan, la gozan y se adaptan al medio.
Perros que saben su lugar en el mundo y lo disfrutan, cuáles son las normas, cómo evitar los problemas, simpáticos con los perros, con las personas, adoran los premios, evitan el castigo, y que han nacido para ser felices en sus tres entornos diarios: con los dueños, sin los dueños, y en la calle.
Anko vino a clase nada más empezar a mostrar una agresividad muy seria hacia otros perros al entrar en la adolescencia, fueran machos, hembras o cachorros. El dueño lo tenía que llevar atado, siempre en tensión evitando perros, paseos cortos por lo estresante de la situación, iba a descampados, y tras probar algunas cosas que había leído en foros y que por supuesto no le funcionaron, vino a clase decidido a cambiar las cosas.
En nada de tiempo le cambió el chip, y Anko aprendió en seguida cual era su nueva realidad.
Ahora siempre va suelto a todas partes, es muy obediente, va de buen humor por la vida, es buenísimo con los cachorros, juega con los perros simpáticos, y con los perros que le retan y con los agresivos controla perfectamente su enorme combatividad y se va junto al dueño.
La buena vida es para los listos.