27/08/2024
Toda la razón, y espero que el karma se lo devuelva en vida pero a pesar de todo; yo doy las gracias a ese abandono porque gracias a él, conocí y amé a freyo. Desde sus ladridos desesperados en el bosque luchando por su vida hasta su ida el último día, ha demostrado que RENDIRSE nunca es una opción. No he conocido alma más luchadora (bueno su "hermana" freya...) pero él, él a pesar de todo lo que vivió seguramente antes de ese día e incluso después de ese día ( a pesar de ser rescastado y amado por todo el refugio) no tiene nombre. Bueno si lo tiene si, y es simplemente FREYO.
Grasis gordo, per tots i cada uns des teus moments. Per ser tan increíble i ser llum a n'aquest mon d'oscuritat. Per lluitar sempre i ensenyar-me tantes coses que molts de humans no han estat capaços de mostrar-me. Gracis, gracis i mil vegades gracis per tot. MAI t'olvidaré perq SEMPRE seràs a nes meus pensaments i no se olvida qui sempre se recorda.
T'estim, esperam'hos allà adalt
Ayer, domingo 26 de agosto, Freyo nos dejó...
A la persona que abandonó a Freyo:
Hoy tengo el corazón desgarrado y lleno de rabia. Rabia hacia ti, que te atreviste a hacer lo que ningún ser humano con un mínimo de empatía haría. Abandonaste a Freyo, un ser noble e indefenso, en medio de un bosque, atado con una correa tan corta que ni siquiera podía tumbarse. ¿Qué clase de monstruo hay que ser para condenar a un ser vivo a semejante tortura? No te bastó con abandonarlo, no. Lo dejaste con un collar de púas, con la intención de que cada movimiento, cada intento desesperado de buscar consuelo, le produjera dolor.
Freyo, ese pitbull al que tuviste la cobardía de maltratar y dejar a su suerte, pasó más de seis años con nosotros en el refugio. Llegó con los niveles de estrés tan altos que cualquiera habría pensado que estaba perdido. Pero no, no se perdió. Porque, a pesar de todo lo que le hiciste, de todo el sufrimiento que le provocaste, él demostró una resiliencia que tú jamás podrás entender. Porque Freyo, con el tiempo, con dedicación, y con el amor que nosotros le brindamos, se convirtió en un perro increíble y amado por toda persona que tuvo la suerte de conocerlo. Un perro lleno de alegría, de ganas de vivir, de amor por los que lo rodeaban. ¿Cómo te atreviste a arrebatarle la oportunidad de ser feliz? ¿Cómo pudiste mirarlo a los ojos y aún así dejarlo en esa situación tan miserable para que muriera? Ya que si solo querías abandonarlo, había muchas otras formas de hacerlo. Y no lo hubieras dejado atado con ese collar de púas a un árbol sin poder moverse y tan alejado del camino en un bosque.
Es irónico, ¿sabes? Mientras que tú, un ser despreciable, lo condenaste al dolor, él, con su bondad y nobleza, encontró la manera de superarlo. Se ganó el amor de todos los que tuvimos la suerte de conocerlo. Se convirtió en un ejemplo de superación, de cómo, a pesar de las circunstancias, se puede aprender a confiar de nuevo, a querer de nuevo. Freyo nos enseñó a todos una lección que tú jamás comprenderás: que el amor y la compasión pueden sanar hasta las heridas más profundas.
Pero hoy, después de tanto tiempo, tuvimos que decirle adiós. No porque él no quisiera seguir luchando, sino porque su cuerpo ya no pudo más. ¿Y sabes qué es lo más doloroso de todo? Que nunca conoció un verdadero hogar. Pasó su vida esperando, esperando a alguien que jamás llegó. Pero en el refugio fue querido, fue amado, y aunque no tuvo una casa, tuvo una familia. Mi familia. Él fue mi perro, aunque las circunstancias lo hicieron vivir en el refugio y no poder llevarlo a casa. Y ahora, después de miles de horas compartidas, de paseos, de juegos, de momentos que atesoraré por siempre, él ya no está. Y eso, maldita sea, me rompe el alma.
Han sido casi 7 años prácticamente viéndonos casi a diario.
Lo que hiciste no tiene perdón. Fuiste cruel, fuiste inhumano, y fuiste un COBARDE. Porque sólo un COBARDE puede hacer lo que tú hiciste. Se que no lo vas a leer, pero me gustaría que sientas cada palabra de esta carta como un puñal en tu conciencia y en tu corazón, si es que aún te queda algo de humanidad en ti. Quiero que recuerdes a Freyo, y entiendas que ese día dejaste de ser persona y te convertiste en algo que está sociedad debería condenar de manera fulminante. Un despojo incapaç de ser nada en la vida y que nunca alcanzará la felicidad. Espero que la vida te lo devuelva multiplicado por mil.
Quiero que sepas que, aunque él ya no esté, su memoria vivirá en todos nosotros, los que lo amamos. Y que tú, por el contrario, no serás más que una sombra en la historia de su vida. Una sombra que, espero, te persiga por siempre.
Freyo merecía un hogar, merecía una vida llena de amor y cuidados. Tú le negaste eso, pero nosotros le dimos lo mejor que pudimos. Y si algo bueno ha salido de todo esto, es que, a pesar de tu desprecio por la vida, él fue amado hasta su último suspiro por una infinidad de personas.
Así que sí, estoy lleno de rabia, pero también de tristeza. Tristeza por Freyo, por lo que pasó, por lo que podría haber sido y no fue.
Porque Freyo, con todo su sufrimiento, fue un ser mejor que tú. Y siempre lo será.
El tiempo es el único que puede llegar a aligerar este dolor. Pero prometo quedarme con tantísimas cosas que hemos compartido y que me has enseñado.
Siempre, siempre te llevaré en mi corazón.
Simplemente busca a los otros compañeros que se fueron antes. Juega, come disfruta pero espéranos. Nos volveremos a ver.