
17/03/2020
“Muchos jinetes sienten una confusión tremenda a la hora de distinguir entre temperamento y carácter. El carácter lo manifiesta el caballo durante las veinticuatro horas del día tanto en el box, como en el picadero durante su trabajo.
El temperamento es manifestado por el caballo, solamente durante su trabajo.
Un caballo con mal carácter, es aquel, que al abrir la puerta de su box, nos enseña la grupa, nos guiña las orejas, nos amenaza con sus manos y su boca y nos enseña sus dientes. Este carácter sigue siendo presente durante su trabajo.
El temperamento es otra cosa. El temperamento es la mayor o menor disponibilidad del caballo a la hora de trabajar. Sus deseos. Sus ganas de ir hacia delante. Su corazón. Su sentir interior de compenetrarse con el sentir interior de su jinete. El temperamento es, en mayor o menor grado, el que el jinete por medio de sus ayudas de piernas o manos puede y debe clasificar, hasta conseguir el grado temperamental deseado. El carácter no se dosifica, es impermeable a las ayudas del jinete. El temperamento puede ser dominado por el jinete, el carácter nunca, es indomable. El temperamento nace del interior del caballo, el carácter tiene su morada en la mente, y el caballo que tiene cabeza es muchísimo peor que el que tiene corazón.
A la hora de trabajar un caballo, tenemos que tener muy presente el distinguir entre el temperamento y la fuerza, porque hay veces que el temperamento suple a la fuerza en determinadas ocasiones. A veces, un caballo gana una carrera por media cabeza, y resulta que el segundo tiene mas aptitudes físicas que el primero, pero este tiene mas temperamento”. Luis Ramos-Paúl y Dávila.