Nunca olvidare la primera vez cuando vi a Hilly. Era una noche de primavera hace dos anos, cuando vi a una gata con su pequeño bebe jugándose en la mitad de la calle. Era un lunes o martes muy tarde de la noche y no había nadie en las calles. Me acerque y la gata empezó de preocuparse, tratando de meter el gatito dentro de un agujero. Antes de entrar, el gatito me miro con una cara sorprendida y y
o me puse reír: el pequeño tenía bigote. Empecé de llevarles agua y comida que los metía dentro del agujero. Después de un tiempo ya no estaban allí, venían otros gatos por su comida, me fui de viaje y me olvide de ellos. El verano llego y una noche muy calurosa estuve paseando por el barrio cuando vi a la misma gata en frente del agujero del pequeño solar del Calle Dr. Chiarri. Miro dentro y vi una pequeña boca blanca con bigote negro, el mismo gatito con bigote, tenía ya 2-3 meses de edad. Le puse un poco de agua y no paraba de beber. Estuve allí media hora y el gatito no aun bebía agua, nunca he visto un gato tan pequeño con tan mucho sed. Todo lo que podía ver por el agujero era su pequeño bigote en el agua. Me afecto mucho sabiendo que estos seres tan cerca de nosotros sufren tan mucho en el calor del verano sin tener acceso al agua. Desde ese momento me comprometí a ponerle agua cada día. Con el tiempo, el gatito creció y empezó conocerme, siempre me seguía por toda la calle jugándose y maullando. Aunque ahora era grande, su mama nunca lo dejaba solo y nunca tocaba la comida hasta que comía el primero. Con el tiempo, Hilly me perseguía hasta Calle Na Jordana y algunas veces ya me estaba esperando allí. Poco a poco los vecinos se enteraron de el y han empezado coger cariño de este gato tan majo que siempre subía encima de los coches como diciendo “mirad me, tengo bigote!” Su mama le seguía y se quedaba por debajo de los coches, siempre vigilándole, esperándole y cuidándole. Siempre los dos juntos, ella guardándolo para que el come primero. Su mama era vieja por ser una gata callejera, tenía alrededor 6 años (según una vecina) pero era un ejemplo de mama gatuna y Hilly fue su último hijo. El ano pasado ella murió y Hilly se quedo solo. Siempre subía encima de los coches, en plena vista de la gente y poco a poco empezó dejándose acariciar... Al principio con mucho miedo y muy alerto, a veces mordía y pegaba con la pata, pero con el tiempo pidió mas y mas cariño maullando y empujando la mano con la cabeza :) Casi cualquier persona podía tocarlo, a veces personas con malas intenciones también. En las noches de fiestas, algunos chicos les echaban vasos con bebidas en la cabeza… Pero tuvo mucha suerte, sea por su bigote tan especial o sea por su actitud de gato tan "cool", los vecinos se enamoraron de el y muchos le daban comida y cariño. Creció muchísimo y empezó pegándose con otros machos por territorio, guardando su calle, Na Jordana, varias veces lo vi pegándose con gatos mucho mas grandes que el. Se escuchaba como gritaba a otros gatos y su voz siempre era distinta, cada vez podía reconocer su voz y su manera de hablar: "lio lio lio lio" Nadie lo enseño eso.. Cuando apareció con infección en las patas, le daba comida con antibiótico cada 12 horas y era como que el sabia la hora de su medicina: esperaba en frente de la puerta por la mañana y volvía por la noche a la hora de cenar. Una semana entera Hilly tomo antibiótico cada 12 horas, viviendo en la calle y sin aparecer el resto del tiempo. Se recupero rápidamente y seguía conquistar nuevos territorios, hasta un solar lleno de gatos lo hizo suyo y una vez lo vi paseando hacia el Café Museo, como siempre por la mitad de la calle, sin miedo de nada. El mundo entero estaba suyo y cada vez después haber comido, giraba la esquina y se iba en su trabajo de conquistador sin mirar por atrás. El bebé con bigote ha crecido en el gato más feroz del barrio y ni siquiera tiene dos años. “The cool tomcat”- el gato macho guay. Esta Navidad apareció débil, su apetito perdido, rechazaba toda comida pero pedía cariño y mimos, de nuevo encima de los coches todo el día casi sin mover. Lo miro desde cerca y lo vi: su boca amarilla, su piel amarilla, sus orejas amarillas. Vino conmigo en la escalera y se puse allí esperando, no quería irse, no quería comida. Hable con un veterinario y eran malas noticias, tenía que verlo. Como que Hilly lo sabía, me esperaba a la vuelta y se dejo coger. Por la primera vez en su vida, se dejo coger porque lo sabía que para ponerse bien, tenía que superar su único miedo. Protesto con la voz, como un perro que ladra a la luna, pero sin mucha lucha. Ahora está en nuestra casa, encerrado en un baño pequeño que es todo lo que le podemos ofrecer. No dice nada, toma sus antibióticos y sus jarabes con regularidad, el ya sabe porque está aquí. El tratamiento es largo, un mes entero. Al fin de este mes tiene que encontrar una casa suya. Una casa con alguien quien sabe y reconoce sus cualidades, es un gato muy especial y tiene mucho que dar. Es un gato valiente, independiente, grande y todo un macho. Y tiene bigote. Es un gato leal y auto-domesticado, un gato que tiene mucho que ensenar a los humanos en la búsqueda de auto-realización. Que en la vida hay que superar todos los miedos para tener éxito, que hay que saber cuándo pedir ayuda, que la verdadera libertad no conoce límites, que hay que mantener la confianza en los demás incluso si antes han hecho daño, que el mundo está siempre en cambio y hay que cambiarnos con él. Que el más feroz gato de la calle puede ser el más mimoso gato domestico :)
