20/03/2024
9886 no es solo un número.
9886 es el “nombre” del ternero que vi por última vez a bordo del buque Karim Allah.
Te preguntarás ¿cómo es posible que un ternero tenga por nombre un número? Antes de ser investigadora yo tampoco lo entendía.
Con el tiempo supe que en las granjas los animales no tienen nombres, solo números.
Es una de las formas en las que la industria cárnica trata a los animales como objetos.
Y refleja claramente lo que 9886 era para quienes habían negociado con su vida: Mercancía.
Cuando vi por primera vez a 9886, él ya llevaba más de dos meses hacinado en un buque a la deriva por el Mediterráneo.
Lo habían obligado a subir al Karim Allah junto a otros 894 terneros, en el Puerto de Cartagena para ser vendidos en Libia, pero se les negó el desembarco debido a una supuesta enfermedad en los animales, algo que luego fue desmentido.
El Gobierno de España sabía con antelación que 9886 y los cientos de terneros iban a ser rechazados y no hizo nada para protegerlos. No avisó a la tripulación ni a la Comisión Europea, y los abandonó a su suerte.
Fue allí cuando comenzó la desesperante y larga agonía para 9886.
Por dos meses y medio, en un buque antiguo no apto para transportar animales vivos, tuvo que soportar altas temperaturas, agotamiento extremo y permanecer hacinado junto a cientos de terneros entre sus propios desechos.
El agua y los alimentos empezaron a escasear y muchos terneros se encontraban en grave estado de desnutrición, heridos e incluso algunos estaban caquécticos, incapaces de abrir los ojos o responder a los estímulos.
9886 también convivió entre los cadáveres de los terneros que al no soportar las durísimas condiciones iban muriendo uno a uno, para luego ser descuartizados y tirados al mar.
Lo más increíble es que él y el resto de los casi 900 terneros a bordo fueron obligados a soportar todo esto porque el propietario esperaba sacar el mayor provecho de ellos, vendiéndoles a un país tercero luego de ser rechazados, prolongando así su sufrimiento.
Finalmente el viaje llegó a su fin, y fue allí cuando vi a 9886.
Era la primera vez que salía del buque Karim Allah tras dos meses y medio.
Luego de lo que vivió, solo por un instante pudo volver a sentir la brisa en su rostro y la libertad de poder moverse de nuevo luego de tanto tiempo.
Pero hay algo que él no imaginaba.
Sin saberlo, 9886 caminaba hacia su muerte.
Una orden emitida por el Ministerio de Agricultura exigía que los 864 animales sobrevivientes de los 895 que salieron de Cartagena fueran matados en el mismo lugar a su regreso.
9886 sobrevivió a todo esto y aún así la industria no le perdonó.
La misma industria que solo ve en animales como él a un objeto al cual exprimir hasta su último aliento, y que jamás reconocerá que son seres sintientes que desean vivir y disfrutar de sus vidas al igual que tú y yo.
Pero, ¿Sábes? Yo no me rindo.
Luego de presenciar estas injusticias, vuelvo a tomar mi cámara para contar las historias de los animales que, como 9886, la industria mata para que su dolor permanezca en el olvido.
Lo hago para que esta tragedia no vuelva a repetirse, y porque el rostro de animales como 9886 me acompañan todos los días de mi vida.
Se han tatuado en lo más profundo de mi, y tengo la gran responsabilidad de hacerles justicia por todo lo que les arrebataron, cada día, por lo que me queda de vida.
Te confieso que, al igual que a ti, por instantes me invade la rabia cuando pienso en esos animales que no he podido salvar.
Pero inmediatamente esa rabia me hace reaccionar y me siento mucho más firme y decidida.
Me recuerda por qué elegí dedicar mi vida a sacar a la luz la realidad que viven los animales.
Sin los vídeos e imágenes que los investigadores registramos los animales no tendrían ninguna esperanza.
Cada vez que un maltratador de animales ha sido condenado y cada vez que hemos logrado que una ley sea aprobada, ha sido por nuestras investigaciones que demuestran que el sufrimiento de los animales es real y tiene que terminar ya.
Y cada una de esas investigaciones y logros legislativos que han cambiado la vida de millones de animales han sido posibles única y exclusivamente gracias al apoyo de personas que, como tú, tampoco quieren que los animales sufran y que los responsables de maltratarlos paguen por sus delitos.
Es el apoyo constante de ellos, los donantes que se mantienen a nuestro lado en cada paso que damos juntos hacia un futuro libre de crueldad animal, lo que está haciendo todo esto posible.
Hoy te pido que nos apoyes con un donativo para seguir investigando y que tragedias como la de 9886 no se vuelvan a repetir.
Sé que junto a ti podemos poner fin a la crueldad animal. Por favor, apoya a los investigadores de Igualdad Animal.
DONA AHORA
Gracias de corazón,
Ana
Investigadora