13/10/2020
Madrinas de 4 patas
Hoy se celebra el día de la raza en conmemoración del descubrimiento de América por el Navegante Cristóbal Colón en 1492.
Y sabían que Cristóbal Colón fue el primero en usar los perros con una función militar en América.
De todos los perros que trajeron, el principal fue Becerrillo. Era su cuerpo de color castaño, menos el hocico, que era negro hasta los ojos, y su estatura mediana; pero era vigoroso, audaz, muy inteligente y sobretodo leal.
Su dueño al parecer fue Sancho de Arango, quien acompañado de su pequeño siempre acudía a las más sangrientas batallas.
La que acabó con su vida, sucedió en 1514, año en el que un grupo de nativos atacaron cerca del poblado en el que vivían Arango y su mascota. El combate fue tan sangriento, y las defensas cristianas tan precarias, que el capitán decidió vestirse de guerra y acudir a la lucha junto a su perro al grito de «¡Santiago! ¡Santiago!». No era para menos, pues sabía que la siguiente parada de los enemigos sería la región en la que él vivía. En esa jornada, ambos, hombre y bestia, se batieron como aiténticos leones. «Los caribes eran numerosos y aguerridos y, aunque dos Sancho hacía hondas brechas entre ellos, fue herido en el muslo de dos violentos flechazos, a pesar de que pasó de parte a parte a su agresor», añade Coll y Toste en su texto.
Becerrillo, al ver que su amo sangraba, no lo dudó y sacó fuerzas de flaqueza para salvarle, pues estaba rodeado de enemigos y no era sino cuestión de tiempo que se lo llevaran preso para hacer Dios sabe qué con él. «Mordió a diestro y siniestro, furiosamente. Parecía un dragón mitológico. Aunque finalmente logró que Arango no fuese raptado, lo pagó caro, pues una flecha llena de veneno le impactó en el costado y acabó con su vida. Con la vida de un héroe perruno que, según se dice, acudía a la batalla con una curiosa armadura de algodón elaborada para este tipo de animales. El capitán cayó con él. Sin embargo, la leyenda de este perro no acabó aquí, pues se cuenta que tuvo un hijo llamado Leoncico que, hasta el final de su vida, fue propiedad de Vasco Núñez de Balboa .
Un héroe perruno en toda su expresión.