22/11/2023
Mi nombre es Tommy
Vivía debajo de un tinaco, en una azotea. Cada día mi dueño venía a traerme mi comida moría de felicidad, aunque a veces no tenía paciencia con mis saltos de alegría y me empujaba a un lado, pero aun así lo amaba mucho, fue así por unos años, hasta que dejó de venir y me fui poniendo flaco, flaco....
Cuando un día de repente una señora vino a recogerme, era más cariñosa, me llenaba de abrazos y besos, me dijo que me llevaría a un lugar donde había varios amigos como yo, que podía correr, jugar y no estaría atrapado en una terraza, no más.
Pero antes de eso tuve que visitar a un veterinario, fue cuando me dijo que debería tener unos 5 años y pobre de mí por vivir atrapado en un lugar tan pequeño sin interacción. La señora que me recogió me habló de los padrinos y las madrinas y me dijo que, aunque estaba triste tenía que levantarme porque mucha gente me iba a ver de ahora en adelante. Empecé a curar mis heridas físicas y emocionales. Aquella señora me llevo a un lugar donde había más perros como yo...... Fui a este lugar con otros compañeros, había de todos tipos y especies, todos hablaban de los padrinos y madrinas mágic@s que ayudaban a que nosotros estuviéramos bien, subí de peso, viví allí feliz y jugando, pero más feliz fui, cuando descubrí que de vez en cuando la señora que me s**o de aquella azotea decía que nos tomaran fotos.
Todos nos poníamos guapos había seleccionados para aquellas fotos.... poco a poco entendí que las selecciones se hacían en base a los que los humanos de afuera de las paredes solicitaban. Y de pronto.... los humanos que nos cuidaban decían -*arreglen a fulanito, hoy le toca irse*- yo miraba como los preparaban y entre toda la manada se contaban historias de que aquellos perros seleccionados serían entregados en hogares donde tendrían humanos propios y mucho amor….
En ocasiones, cuando a uno o dos les tocaba regresar al refugio por alguna razón, nos contaban historias de como llegaban a casas donde la gente los reciba con abrazos, besos con camitas nuevas, conocían muchos lugares en el mundo y eran felices, inmensamente felices.... yo soñaba que algún día llegaría mi momento.... De vez en cuando llegaba gente al lugar y recorrían cada rincón observando, mirándonos a todos nosotros. Y esos humanos escogían a los perros más pequeños, a los de raza y muchas veces a los bebés... yo siempre estuve emocionado. En las selecciones de las fotos y cuando estos humanos nos visitaban. ¡¡¡Meneaba la cola, hacia fiestas mírenme a mí, mírenme a mí, gritaba!!!
Cuando los humanos escogían a alguno de nosotros, los llevaba en su regazo, los besaban, los abrazaban y adoptaban, yo me sentía muy feliz de ver aquel escenario. ¡Si, si! algún día me tocará a mí. Me va a tocar, sin duda así será, la emoción recorría mi cuerpo. ¡Fui feliz y nunca perdí la esperanza de que un día ése sería yo!, después de todo, siempre quise saber cómo se sentiría ser abrazado, besado y adoptado por alguien que me ama.
Un día me regalaron un suetercito lo mando una madrina, estaba usado olía a perro de una casa, sabes cómo lo sé, porque olía al perfume de aquella mujer que seguro era la mamá de ese perro y lo protegía y lo amaba. Me sentía soñado con aquel suetercito, daba vueltas por todo el refugio presumiendo ese regalo que aún olía a la humana que lo dono. Yo no perdía la esperanza de tener a mi propia humana. También un día me llegaron juguetitos, jamás había tenido un juguete, me sentí muy feliz cuando aventaba mi pelota y todos corríamos atrás de ella.
Había perros que no jugaban en su mirada se reflejaba tristeza, ellos solo querían estar solos y alejados de los humanos y a veces también de mí y de los perros que como yo jugábamos contentos y encantados de ya no estar en la calle.
Con el tiempo comprendí que yo había sufrido mucho, pero ellos habían sido torturados, incluso traicionados por los humanos en los que confiaron y habían sufrido mucho más que yo, ellos jamás recuperarían aquello que les arrebataron, su sonrisa y felicidad. Pero aquel lugar era su hogar para poder reposar y subsanar ese dolor que traían cargando en el alma. Durante un año conocí todo tipo de perros en aquel lugar y conocí a los humanos que iban y venían corriendo siempre con escobas en las manos recogiendo y limpiando nuestro espacio. A veces tenían tiempo de jugar, pero casi siempre estaban apurados tratando de que todos estuviéramos bien. Jamás en todo ese tiempo perdí la esperanza de que un día fuera yo al que una familia eligiera para poderse ir, aquel sueño que todos compartíamos: Tener un hogar con mis propios humanos. Aveces nos repartían comida humana, eran los festejos de la manada, nos regalaban cositas y la comida era deliciosa, todos dábamos gracias a aquellos padrinos y madrinas que enviaban aquellos regalos.
Fue así como tuve mi primer suéter nuevo en toda mi vida. Y lo cuide mucho tiempo, jamás quería que me lo quitaran lo presumía a todos los nuevos que iban llegando, gritaba yo, algún día tendrás uno así de bonito. Y cuando llegaban las selecciones yo posaba en aquellas fotos con mi suetercito nuevo, sonreía con la sonrisa más grandote que pudieras ver. ¡¡¡Siempre con la esperanza de que el adoptado fuera yo!!!
Un día me regalaron una casita, una casita para mí, ¿te imaginas? jamás había tenido una, viví amarrado en la azotea soportando lluvias, fríos, calor, esa casita era un sueño dorado, una casita donde yo vivía adentro y también me tocaba compartir con otros perros a veces en la misma situación que yo, mirando las cosas para fuera, en esta casita soñaba mientras dormía cuando me tocaría a mí, cuando me tocaría ser el elegido por una familia que me amara tanto como yo a ellos. ¡¡¡Tenía muchísimo amor que dar, estaba preparado!!! Me gustaría festejar, me pararía sobre mi vientre, llevaría un hueso, daría vueltas alrededor de aquel humano festejando su vida, pero parece que nada sirvió... aquellos sueños se fueron esfumando con los años. Comencé a verme con la mirada cansada como aquellos perros viejos que se alejaban de nosotros cuando yo era joven.
Llegó el día de volver a visitar al veterinario y dijo que ya tenía 10 años, que ahora sería más difícil encontrar un hogar. Mi pelo castaño, ya era blanco y no corrí tanto, no salté, ni di mucha lata, mi cuerpo estaba viejo. Incluso con este comentario, jamás perdí la esperanzade tener un hogar, yo supuse que si no me adoptaron de joven, quizá ahora que era más tranquilo y que podía entender más las indicaciones humanas, alguien me daría un hogar, aún soñaba todos los días con aquel momento.
Otro tiempo ha pasado ya, aquellos días cuando solía festejar se acabaron, ahora era difícil escuchar cuando alguien venía de visita o cuando decían el nombre de alguno que le tocaba irse, levantaba la cabeza y veía a las personas de lejos, pero me acostaba cansado ya con la cola escondida esperando dentro de aquella casita vieja a que por fin dijeran mi nombre.
Pero no fue así, jamás lo fue, aunque, soñar todavía era mi virtud. Todos los días durante 10 años fueron así, ¡ahora tengo 15! La gente seguía eligiendo cachorros o a los más pequeños, a los de raza. Cuando será mi turno, pensaba cada día, mientras mi mirada se hacía más profunda y mi cuerpo se veía más cansado. Han pasado 10 años desde que llegue al refugio y mis sueños se han ido.... ahora entiendo a aquellos perros viejos que se alejaban de todos queriendo descansar en algún rincón del refugio, sin ser molestados. Sabiendo que los humanos jamás iban a decir su nombre. ¿¿Para qué festejar?? ¿¿Para qué levantar la cabeza?? ¿¿Para qué revolotear con una ilusión??
En mi último sueño... sentí que alguien me abrazaba, era ella, la señora que diario venía a vernos, la que nos traía regalos en fechas festivas, la que nos hablaba con amor cada vez que se acercaba a nosotros. Aquella señora que ha llorado a nuestro lado, que ha reído a nuestro lado y que ha estado con nosotros desde que llegamos a este refugio. Y en aquel sueño, esa señora me decía: Ahora te querrán mucho, pero no aquí, en un lugar más puro, donde la edad, el tamaño, la raza no sean impedimentos para el amor y la lealtad, que sueño, sentí la calidez de sus manos una vez más, las lágrimas que corrían por sus mejillas humedecieron mi rostro ... y en aquella calidez…. empecé a sentir que mis piernas no eran tan débiles, y mi fuerza física volvió, en vez de correr, gané alas para volar y ¡Volé! Atrás dejé un cuerpecito ya sin vida, nunca dejé de soñar con el amor y así fui libre, sin conocer el amor de un ser humano que fuera mío, pero de seguro me desbordó y trascendió el amor que existía en mí, me impulso el amor de aquella señora y de que aquellas personas con las que viví toda mi vida, aquí en este camino solo dejé una casa vieja, un juguete roído y un suéter que me tapaba del frio, mi eterna gratitud a las personas que me cuidaban y a aquellos padrinos y madrinas magic@s de los que todos hablaban, gracias a quien hizo todo por mí hasta mi último aliento....
¡¡¡Hoy fui adoptado por papá Dios!!! ¿Has leído hasta aquí? ¿Estás conmovido?
Cuando adoptes, pregunta cuántos años tiene, pregunta cuánto tiempo lleva en un refugio.... fíjate que no todos son pequeños y alegres como tu quisieras, pero es que han recorrido un camino doloroso y lleno de soledad y la mayoría de las veces lleno de sufrimiento.... ¡Podrías ser su última esperanza para encontrar el amor!
Adoptar, dar prioridad al que lleva más tiempo en el refugio, ya que son los más propensos a irse sin haber tenido familia...”
PARA LA MAYORIA DE ELLOS EL UNICO HOGAR QUE CONOCERAN SERÁ AQUEL REFUGIO.
Texto de: Huellitas amor sin fronteras. Un refugio para el amor.