13/03/2024
"Los perros se comportan como lo hacen por muchas razones. NO hacen cosas deliberadamente para ser tercos o "traviesos", ni pretenden ejercer control. Las mitologías y los métodos de adiestramiento obsoletos tienen efectos perjudiciales sobre el bienestar y tensan la relación entre un perro y su cuidador.
🧬La raza y la composición genética de un perro pueden desempeñar un papel importante en la determinación de ciertos rasgos de comportamiento. Los perros tienen predisposiciones genéticas y tendencias específicas de su raza que contribuyen a su comportamiento.
Algunas razas están predispuestas a comportamientos específicos, como pastorear, cazar o vigilar.
El entorno en el que se cría y vive un perro puede afectar profundamente su comportamiento. La socialización temprana, que implica exponer a un cachorro a una amplia gama de personas, animales y entornos durante su período crítico de desarrollo, es crucial para generar confianza y moldear el comportamiento social de un perro para reducir el miedo o la agresión.
La sobreestimulación puede provocar todo tipo de conductas no deseadas, ya que abruma sus sentidos y puede provocar hiperactividad o respuestas erráticas. Por ejemplo, si un perro está expuesto a ruidos fuertes, a varias personas y a diversos estímulos a la vez o a diario, puede exhibir un comportamiento excesivamente excitable, un control deficiente de los impulsos, agitarse y exhibir comportamientos como saltar, ladrar o tirando de la correa, ya que sus sentidos se ven abrumados por la entrada excesiva.
Las experiencias previas y las consecuencias del aprendizaje pueden influir en el comportamiento de un perro. Las experiencias traumáticas, en particular, pueden provocar miedo, ansiedad o agresión.
La forma en que su cuidador o guía entrena y educa a un perro puede afectar significativamente su comportamiento. El entrenamiento consistente y basado en refuerzo positivo puede conducir a comportamientos deseados, mientras que los métodos duros o inconsistentes pueden generar confusión o miedo.
La salud de un perro, incluido su bienestar físico y mental, puede influir en su comportamiento. La enfermedad, el dolor o el malestar pueden provocar cambios de comportamiento.
El estado emocional de un perro, incluído el miedo, la ansiedad y la excitación, puede afectar su comportamiento. Por ejemplo, un perro temeroso puede mostrar comportamientos reactivos defensivos impredecibles o puede evitar cualquier encuentro y huir tratando de esconderse. Mientras que un perro confiado puede mostrar alegría y un comportamiento relajado.
Un perro puede volverse frustrado y destructivo si no se satisfacen sus necesidades físicas y mentales. Este perro, lleno de energía reprimida y aburrimiento, puede frustrarse y mostrar un control deficiente de sus impulsos. En su frustración, pueden recurrir a comportamientos destructivos, como masticar muebles, cavar en el jardín o ladrar incesantemente. Este comportamiento destructivo es a menudo una expresión de su frustración y un intento de aliviar la energía acumulada y el estrés mental.
El tipo de dieta que recibe un perro puede influir significativamente en su comportamiento, ya que una nutrición de alta calidad promueve mejores niveles de energía, estado de ánimo y bienestar general, mientras que una mala elección de una dieta puede provocar problemas como irritabilidad, hiperactividad o problemas digestivos.
A medida que los perros envejecen, pueden experimentar un deterioro cognitivo canino, que puede manifestarse como cambios en la memoria, el aprendizaje y el comportamiento. Esta condición puede provocar una mayor confusión, desorientación y alteraciones de las interacciones sociales en perros mayores.
Es realmente importante entender que cada perro es único y su comportamiento puede variar mucho, incluso dentro de la misma raza. Los perros utilizan el lenguaje corporal, las vocalizaciones y otras formas de comunicación para expresar sus necesidades, emociones e intenciones. Comprender las señales de comunicación de un perro es esencial para interpretar su comportamiento."
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Traducida en comentarios
Traducción texto Shakti Dhumavati
Dogs behave the way they do for many reasons. They do NOT do things deliberately to be stubborn or ‘naughty’, nor do they aim to assert control. Outdated mythologies and training methods have detrimental effects on well-being and strain the relationship between a dog and their caregiver.
🧬A dog's breed and genetic makeup can play a significant role in determining certain behavioural traits. Dogs have genetic predispositions and breed-specific tendencies that contribute to their behaviour.
Some breeds are predisposed to specific behaviours, such as herding, hunting, or guarding.
The environment in which a dog is raised and lives can profoundly impact their behaviour. Early socialisation, which involves exposing a puppy to a wide range of people, animals, and environments during their critical developmental period, is crucial for building confidence and shaping a dog's social behaviour to reduce fear or aggression.
Overstimulation can cause all kinds of unwanted behaviours as it overwhelms their senses and can lead to hyperactivity or erratic responses. For example, if a dog is exposed to loud noises, multiple people, and various stimuli all at once, or on a daily basis, they might exhibit excessive excitable behaviour, poor impulse control, become agitated and exhibit behaviours like jumping, barking, or pulling on the leash, as their senses are overwhelmed by the excessive input.
Previous experiences and learning consequences can influence a dog's behaviour. Traumatic experiences, in particular, can lead to fear, anxiety, or aggression.
How a dog is trained and educated by their caregiver or handler can significantly affect their behaviour. Consistent, positive reinforcement-based training can lead to desired behaviours, while harsh or inconsistent methods can result in confusion or fear.
A dog's health, including their physical and mental well-being, can influence their behaviour. Illness, pain, or discomfort can lead to changes in behaviour.
A dog's emotional state, including fear, anxiety, and excitement, can affect their behaviour. For example, a fearful dog may display unpredictable defensive reactive behaviours or might avoid any encounters and run away trying to hide. While a confident dog may exhibit playfulness and a relaxed demeanour.
A dog can become frustrated and destructive if their mental and physical needs are not met. This dog, full of pent-up energy and boredom, may become frustrated and exhibit poor impulse control. In their frustration, they might resort to destructive behaviours, such as chewing furniture, digging up the garden, or incessant barking. This destructive behaviour is often an expression of their frustration and an attempt to alleviate their built-up energy and mental stress.
The type of diet a dog receives can significantly influence their behaviour, with high-quality nutrition promoting better energy levels, mood, and overall well-being, while poor diet choices can lead to issues like irritability, hyperactivity, or digestive problems.
As dogs age, they may experience canine cognitive decline, which can manifest as changes in memory, learning, and behaviour. This condition can lead to increased confusion, disorientation, and altered social interactions in older dogs.
It is really important to understand that each dog is unique, and their behaviour can vary widely, even within the same breed. Dogs use body language, vocalizations, and other forms of communication to express their needs, emotions, and intentions. Understanding a dog's communication cues is essential for interpreting their behaviour.