Osecan

28/10/2025

28/10/2025

Argos, El Leal Perro de Odiseo.
El perro de Odiseo, llamado Argos, es un símbolo conmovedor de lealtad y espera en la Odisea de Homero. Argos aparece solo brevemente en la épica, pero su papel es de gran peso emocional y poético.
Cuando Odiseo partió a la Guerra de Troya, dejó a Argos siendo un cachorro. Pasaron veinte años desde su partida, tiempo en el que Odiseo vivió numerosas aventuras, mientras Argos envejecía esperando el regreso de su dueño. Durante esos años, Argos fue abandonado y descuidado, quedando solo y sin fuerzas. Aun así, nunca olvidó a su amo.
Cuando Odiseo finalmente regresa a Ítaca, lo hace disfrazado de mendigo para observar cómo están las cosas en su hogar y poder tomar su lugar nuevamente con cautela. Al llegar al palacio, entre los pocos que lo reconocen de inmediato está Argos, quien, a pesar de su vejez y sus achaques, logra levantar su cabeza y menear su cola en un acto de pura fidelidad y emoción. Este acto de reconocimiento es tan puro que emociona a Odiseo hasta las lágrimas.
La escena es breve pero poderosa: después de ver a su amo por última vez, Argos, agotado y ya en paz, se deja llevar por el final de su vida. Este instante se convierte en un símbolo de la fidelidad inquebrantable y del paso inevitable del tiempo.
Historias Mitológicas

28/10/2025

El cambio rara vez es cómodo, pero siempre es necesario. Cada paso hacia adelante, ya sea en el entrenamiento de un perro o en vivir una vida plena, requiere que soltemos aquello que ya no nos sirve. Soltar puede sentirse como una pérdida, pero en realidad es la apertura que permite que ocurra el crecimiento. En el entrenamiento de perros, vemos esta verdad todos los días. Creamos un plan, imaginamos cómo irá, y luego nuestros perros, sabios maestros que son, nos muestran algo diferente. Tal vez lo que funcionó ayer no funcione hoy. Tal vez el entorno cambió. Tal vez nosotros cambiamos y es en esos momentos cuando la adaptabilidad se convierte en nuestra brújula.
La adaptabilidad no se trata de rendirse o de deambular sin rumbo; se trata de mantenernos firmes mientras nos permitimos doblarnos con el viento en lugar de rompernos contra él. Es la confianza silenciosa que dice: "Puedo adaptarme, y mi perro también puede hacerlo. "Cuando modelamos la adaptabilidad, nuestros perros se sienten más seguros experimentando, aprendiendo e intentando de nuevo. Perciben nuestra estabilidad incluso cuando cambiamos de rumbo.Cada vez que dejamos ir lo que no funciona, hacemos espacio para algo que sí podría funcionar.A veces eso significa soltar una señal antigua, una rutina que ya no encaja, o incluso una expectativa sobre cómo debería verse el progreso. En el momento en que lo hacemos, invitamos a la posibilidad a la conversación. Ahí es donde el aprendizaje y la vida cobran vida. La adaptabilidad se sitúa en el corazón de mi marco de Desafíos Cognitivos porque es el puente entre la resiliencia y el crecimiento.
Enseña tanto al perro como al manejador que el éxito no se construye sobre la perfección, sino sobre la capacidad de respuesta. Se trata de estar atento al momento, dispuesto a adaptarse y lo suficientemente valiente para empezar de nuevo. El cambio nos pide evolucionar. La adaptabilidad nos permite decir sí.
Barbara Lloyd

27/10/2025

𝗧𝘂 𝗽𝗲𝗿𝗿𝗼 𝘀𝗶𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗰𝘂𝗮𝗻𝗱𝗼 𝗲𝘀𝘁𝗮́𝘀 𝗽𝗼𝗿 𝗹𝗹𝗲𝗴𝗮𝗿.
No es casualidad, no es magia… es amor.
Tu perro aprende tu olor, tu rutina, tus pasos, tus sonidos y hasta el ritmo de tu corazón.
Desde el momento en que sales de casa, él sabe que te has ido… y empieza a esperarte.
Para ti, el tiempo pasa entre pendientes, ruido, tráfico y conversaciones.
Para él, el tiempo es solo una cosa:
esperarte.
Y aunque no ve el reloj, su alma tiene uno propio.
Sabe reconocer la hora en que su corazón te recuerda.
A veces se sienta frente a la puerta, otras se tumba y mira por la ventana,
pero siempre está atento al menor sonido que anuncie tu regreso.
Cuando estás por llegar, incluso a cuadras de distancia,
tu olor empieza a sentirse en el aire.
Tu energía se acerca.
Algo dentro de él se activa:
el pecho le late más rápido, levanta las orejas, mueve la cola…
él sabe que vuelves.
Y cuando por fin entras, no importa si tu día fue difícil,
no importa si llegas cansado, triste o molesto…
él salta, corre, te lame, te abraza con su cuerpo entero,
como si dijera:
“Pensé en ti todo el día. Gracias por volver.”
Tu perro no te quiere por lo que tienes,
ni por cómo te ves,
ni por lo que puedes darle.
Te quiere porque eres su mundo.
Y en ese amor tan puro, tan sencillo, tan grande,
hay una verdad que a veces olvidamos:
Nadie espera como espera un perro.
Nadie ama tan fiel, tan sin condiciones, tan desde el alma.
Por eso, cuando llegues a casa, aunque estés cansado…
míralo.
Acarícialo.
Háblale.
Agradécele.
Porque para él, tu regreso
es el mejor momento del día.
Tomado de la Red