San Bernardos
El San Bernardo es, en todos los sentidos, un perro fuera de serie, su gran tamaño refleja también su gran corazón y cariño por los seres humanos. Es muy inteligente y sabe comportarse en cualquier situación. Sin embargo, debido a su tamaño requiere de una educación temprana para que sea un compañero agradable.
Características:
Altura a la cruz: 65 a 70 cms. por lo menos.
Peso: de 60 a 90 Kg. en promedio, no es difícil encontrar
ejemplares que sobrepasen los 100 Kgs.
Color: Blanca y roja ó blanca y amarillo castaño.
Promedio de vida: 12 años.
Carácter: Tranquilo, afectuoso, muy jovial y amistoso.
Relación con los niños: Excelente, les tiene mucha
paciencia.
Relación con otros perros: Buena – regular. Los machos
tienden a ser muy dominantes por lo que se deben tener
precauciones con machos con los que no haya convivido
desde cachorro.
Aptitudes: Perro de compañía, perro de guarda, perro de
rescate.
Necesidades de espacio: Por su tamaño y pelaje es
recomendable un jardín.
Alimentación: Necesita bastante alimento para mantener su
musculatura y peso. Come de 950 a 1200 gr. De alimento
seco al día, especial para razas gigantes.
Arreglo: Nulo. Basta cepillarlo tres veces a la semana. Para
retirar pelos mu***os y mantener su pelaje lustroso.
Para el baño debemos usar un shampoo especial para perros
y después enjuagar con bastante agua para no dejar trazas
de detergente: es conveniente secar primero con una toalla y
después con secadora eléctrica para asegurarnos que su
pelo quede completamente seco y así evitar problemas en la
piel por la humedad.
Costos de mantenimiento: Elevado debido a la cantidad de
alimento que come.
El San Bernardo es un perro muy dulce y afectuoso desde
cachorro, es muy tranquilo y aunque por su tamaño no es
aconsejable tenerlo dentro de una casa pequeña y lo más
recomendable es un jardín, esto no quiere decir que no sepa
comportarse también dentro de casa.
Con los visitantes es muy amistoso, sin embargo, lo que si
recomiendo ampliamente es adiestrarlo en obediencia básica
y avanzada desde pequeño. De esta forma nos
aseguraremos de tener un perro equilibrado y confiable en
cualquier situación. Su adiestramiento debe ser siempre
positivo y nunca con imposiciones o castigos. La fuerza y la
brutalidad en un animal dotado de una fuerza descomunal,
serían contraproducentes.
Por otra parte es imperante saber imponerse al cachorro
cuando este tiene cuatro o cinco meses de edad, pero hay
que hacerlo de modo justo. Y cuando haya respondido bien a
una orden debemos acariciarlo y portarnos cariñosos con él.
Origen e historia.
Hay pocas razas que puedan enorgullecerse de tener una
reputación tan legendaria y unos orígenes tan novelescos
como en San Bernardo.
El buen Barry y su barrilito de ron han llegado a formar parte
de la leyenda hasta el punto de que un sondeo en el que se
preguntaba qué es lo que más necesita un esquiador en la
montaña, muchos respondieron que un San Bernardo.
¿De dónde procede esta maravillosa raza? Sobre esta
cuestión circularon los humores más fantasiosos durante
mucho tiempo; se dijo que descendía de una única pareja
magníficamente prolífica o que había sido el perro del mismo
San Bernardo. La verdad es que, aunque la denominación
actual del perro sea relativamente reciente, la hospedería del
Gran San Bernardo jugó un papel decisivo en la evolución de
la raza. Pero la historia de amor que desde hace siglos viven
en San Bernardo y la hostelería que le dio nombre tiene un
prólogo que empezó hace más de 2500 años en la antigua
Asiria.
Los mastines asirios viajaron a Grecia y después a Italia
En 962, el Sr. Bernard de Menthon huyó de su castillo
pidiendo el apoyo de la iglesia, al poco tiempo se integró a
ella y comenzó una existencia de montañés para el futuro
San Bernardo quien se dedicó a recorrer los valles para
predicar la buena nueva y reconfortar a una población
desamparada, los puertos de los Alpes tenían entonces una
pésima reputación; la verdad es que los bandidos de la región
los habían convertido en lugares verdaderamente siniestros.
Para resolver la situación, el Sr. De Menthon fundó en el siglo
diez dos hospitales cuya misión consistía en acoger a los
viajeros agotados.
Por último, los puertos se volvieron más seguros y miles de
militares, mercaderes y peregrinos pudieron atravesarlos con
toda tranquilidad.
Como los archivos más antiguos de la hospedería y del
convento del gran San Bernardo quedaron destruidos en un
incendio, se conjetura que en ellos se mencionaba la
existencia de los perros. En la actualidad, los visitantes
pueden admirar un cuadro de 1695 en el que aparece un
perro blanco con manchas oscuras, probablemente un San
Bernardo. Sería allá por 1660 cuando los monjes empezaron
a contar con la ayuda de los perros a los que delegaron una
primera tarea; la guarda de la hospedería. Como los monjes
estaban obligados por la tradición ha acoger a todos los
viajeros que les pidieran hospitalidad sin discriminar a nadie
se verían forzados a recibir también a bandoleros más o
menos disfrazados. Los perros se convertían entonces en
una protección muy apreciada. Se cuenta un caso ocurrido en
1787 de 30 bandidos que, después de aceptar la hospitalidad
de los monjes exigieron que se les entregara la caja fuerte de
la hospedería. Pero cuando vieron que los perros se les
echaban encima pusieron pies en polvorosa.