24/10/2024
TENGO UN PERRO PROBLEMÁTICO.
¿CON EL ADIESTRAMIENTO BASTA?
Tener un perro problemático no significa que sea un mal perro, sino que no gestiona correctamente su respuesta ante alguna situación concreta. Son problemas que generalmente tienen solución, pero hay que localizar el origen del problema. ¡Y al profesional adecuado!
Es más común de lo que creemos, y más en sociedades humanas en las que les obligamos a abandonar su naturaleza en pro de la vida urbana. Al igual que cada vez es más cotidiano que una persona acuda a un profesional de la psiquiatría o la psicología, cada vez es más normal solicitar ayuda a un profesional para resolver los problemas con su perro. Cuando la situación nos supera, se busca a alguien que sepa más.
Esta figura es comúnmente buscada y llamada como “adiestrador canino“, que en la mente del público general lo engloba todo, pero en realidad deberíamos saber diferenciar entre las diferentes figuras que hay en el mundo del perro. El adiestrador es el profesional que enseña obediencia al perro y al propietario, que inculca la destreza en ciertos ejercicios. Podemos decir que es una mezcla “preparador físico” e “instructor militar”, y trabaja el mecanizar comportamientos, como pasear sin estirar o acudir a la llamada. El etólogo es un licenciado en veterinaria especializado en conducta de los perros o gatos, y suele trabajar desde el diagnóstico médico y la consulta. Es, sin intención de simplificar sus atribuciones, el “psiquiatra” del perro, capaz de diagnosticar clínicamente problemas graves y establecer pautas para los propietarios. Por último, los educadores caninos trabajan la prevención de conductas molestas, la socialización y la convivencia, pero también ayudan a resolver aquellos problemas de conducta causados por emociones, hábitos o carencias de educación, es decir, todos aquellos que no tengan un origen idiopático, hormonal o neuronal, campos en los que sólo los etólogos están preparados para entrar.
Con gran frecuencia nos contactan propietarios pidiendo que enseñemos obediencia a sus mascotas, o que mejoremos la que ya tiene, la que han logrado enseñarle. Y también muy a menudo, tras hablar con ellos del animal y de los problemas que tienen con él, nos encontramos con que en realidad lo que a su perro le pasa es que tiene algún problema de conducta, como mal control del nerviosismo, ansiedad, miedos o agresividades. Cuando se dice que un perro es un perro problemático no se intenta menospreciar ni estigmatizar al animal. Al igual que nosotros, pueden tener dificultades sociales, ambientales o incluso biológicas. No son malos perros. Casi todo el tiempo son maravillosos, pero cuando se exponen ante lo que les altera, reaccionan mal.
La creencia de que la obediencia canina es la solución para cualquier tipo de problema está muy extendida, y a ello han contribuido muchos libros y profesionales de la obediencia que no han sabido actualizarse en lo que a los problemas de conducta se refiere y venden lo que saben hacer, argumentando que eso es suficiente, que un perro educado en obediencia no padece problemas de conducta. Pero generalmente no es así, los padecen por igual hasta que se trate el origen del problema.
Hoy quiero explicar porque los problemas de obediencia y los problemas de conducta son distintos tipos. Tienen distintos orígenes, distintas soluciones, y por lo tanto, deben ser tratados por distintos profesionales (existen profesionales experimentados en ambos campos, por supuesto).
Antes de entrar en el tema del artic**o quiero dejar claro que una adecuada obediencia en nuestros amigos es vital, pues el mundo en el que viven está hecho por humanos, no por perros, y nosotros sabemos mejor que ellos (normalmente) qué es peligroso y qué no, qué puede hacer y qué no, conocemos las leyes, las normas de tráfico y sabemos leer los semáforos. Por esto, nos guste o no, tenemos que ser sus guías, y ellos tienen que obedecer nuestra guía, por su propia seguridad.
La obediencia canina nunca sobra, pero ¿es la solución a todos los problemas?
La respuesta es no, y voy a explicarlo con argumentos científicos, vamos a estudiar un poco de biología.
El cerebro es un órgano que ha ido evolucionando (los creacionistas pueden dejar de leer ya, no van a sacar nada útil del artíc**o) de “dentro” hacia “fuera” a lo largo de miles de años y de miles de especies. Es como construir un edificio en todas las ciudades del mundo; cada vez que se construyera uno se intentaría mejorar, otros materiales, otra arquitectura, otros métodos de trabajo,… de forma que los últimos en construirse serían distintos a los primeros: los cimientos serian casi iguales, pero conforme ascendiéramos por el edificio iríamos viendo cada vez más cambios, y estos cambios serían más severos cuanto más moderno fuera el edificio al compararlo con los primeros, hasta que al final no habría dos iguales, pero todos tendrían fuertes similitudes. Así es el cerebro de los animales. Cuanto más ascendemos en la cadena evolutiva, más complejos son los cerebros, mejor “fabricados”, más eficientes y potentes. Pero los cimientos son los mismos en todos los cerebros de todos los animales, incluidos nosotros.
Tanto en perros como en humanos, el poder de razonar, lo que viene a ser pensar, se encuentra en el cortex cerebral, la capa más externa y evolucionada en el caso de los mamíferos, la segunda en el caso concreto de los humanos (por encima y siendo la más externa tenemos el neocortex cerebral, exclusivo de los humanos). Cuando le enseñamos a nuestro perro que si al decirle “sienta” pega el c**o al suelo sale recompensado, estamos Cortex cerebral de un perro haciéndole trabajar a su cortex, y cuando después le decimos “sienta” es de nuevo el cortex quien dice “hey, eso me suena de algo, mira en la memoria que yo creo que es importante“; por lo tanto, cuando damos una orden estamos recurriendo al cortex cerebral, y cuando el perro elige obedecer o desobedecer, es el cortex quien está tomando esa decisión.
Si profundizamos un poco más y dejamos atrás el cortex cerebral (y el neocortex en el caso de los humanos) nos encontramos con la parte más interna del cerebro, el sistema límbico, muchas veces apodado “cerebro de reptil” al ser muy similar al cerebro de los reptiles (estamos más cerca de los cimientos). Es en el sistema límbico donde se hayan las emociones (amor, alegría, pena, miedo e ira). Esto significa que las emociones y la razón están en partes distintas del cerebro, y por eso las personas tenemos dos formas de encarar las cosas, una razonando y pensando, y otra actuando sin pensar, llevados por las emociones. Esta situación es muy evidente cuando nos enamoramos, que hacemos lo que sea con tal de satisfacer la emoción del amor, incluso cosas que no haríamos “en frío“, es decir, movidos por la razón.
El rapto emocional
Terminada la parte biológica del artíc**o, voy con la psicológica. El rapto o secuestro emocional es un estado mental en el que una emoción toma el control del animal. Popularmente se los conoce como “ataques” (ataque de ira, ataque de pánico, ataque de amor,…) e implican que todas las acciones que lleve a cabo el animal estén movidas única y exclusivamente por esa emoción. Un rapto emocional puede causar que una persona totalmente respetuosa pisotee a alguien para huir de un incendio aun sabiendo que esa persona puede morir pisoteada o quemada. Confío en que hayáis pillado la trampa, he dicho “sabiendo”; esa hipotética persona pacífica no sabe nada. Darse cuenta de que está pisando algo blando (o a alguien), mirar a lo que está pisando, darse cuenta de que es un ser vivo, de que puede morir, de que necesita ayuda,… todo eso requiere percibir y pensar, requiere valores morales, requiere al cortex cerebral, y durante un rapto emocional el cortex cerebral no trabaja, está apartado de los mandos de la nave, desplazado por el sistema límbico, que solo le dice a la nave “peligro de muerte, huye”. El rapto emocional es el que puede hacer que una persona fría y calculadora deje todo su trabajo, su vida y su dinero para compartir su tiempo con la persona amada, el que puede hacer que una persona pacífica agreda violentamente a alguien, incluso llegando a matar si el rapto es lo suficientemente severo. El rapto emocional también puede hacer que el perro con mejor entrenamiento del mundo desobedezca cualquier orden, hasta la más sencilla que conozca.
“Durante un rapto emocional el cortex cerebral no trabaja, está apartado de los mandos de la nave”
Y es que los humanos, al ser la especie más racional del planeta (al menos que se sepa) somos muy resistentes a los raptos emocionales. Nuestro cortex y nuestro neocortex tiene mucho peso y poder en el cerebro. Pero los perros son animales mucho más instintivos que nosotros, y eso tiene sus beneficios y sus perjuicios. Uno de esos perjuicios es que son mucho más vulnerables que nosotros a los raptos emocionales.
¿Cuál es el modo de solucionar un problema de conducta canino?
Por lo tanto, pretender solucionar un problema de miedos con una llamada bien afianzada funcionará mientras el perro esté simplemente asustado, pero cuando el perro entre en pánico, mejor la llamada házsela a tu ex-pareja con la que no te hablas, que tendrás más opciones de éxito que con tu perro mientras le dure el rapto emocional. Ese rapto puede durar unos minutos o una hora, dependiendo de qué le haya asustado y cuanto se haya asustado, y entre tanto podría cruzar muchas carreteras y poner en peligro su integridad y la de otros infinidad de veces.
Tratar un problema de agresividad intentando poner en práctica una buena llamada funcionará mientras el perro esté simplemente molesto (y eso si la respuesta a la llamada que hemos llegado a obtener es bastante buena), pero en cuanto le importe más el estímulo que tu orden, en cuanto se cruce con el perro al que más odie o escuche el ruido que más tema, te encontrarás que todo el tiempo y el dinero invertido en esa llamada no ha servido para lo que tú querías, que era evitar esos peligros.
Obediencia en un perro problemático.
Solucionar un problema de ansiedad con obediencia puede ser útil a medias. Si el nivel de ansiedad es moderado cabe la posibilidad de que el ejercicio, la disciplina y una nueva forma de comportarse de los dueños ayuden a resolverlo. Pero si el problema es severo, será totalmente insuficiente y habrá que buscar las respuestas en las rutinas, el entorno y la gestión emocional, siendo los educadores caninos quien pueden ayudaros. Si el nivel de ansiedad y estrés es altísimo, será buena idea que un etólogo le examine y determine si además de pautas y ejercicios necesita ayuda farmacológica para tratarle, reducir un mínimo su nerviosismo y de ese modo poder acceder comenzar a trabajar en la zona en la que el perro sí gestiona, el cortex.
“Si debido a un gran susto, un ataque de agresividad o una alegría inmensa, nuestro perro huye de nuestro lado, probablemente no podamos hablar de desobediencia, sino de rapto emocional”
En definitiva, la obediencia canina nunca sobra (cuanto mejor controles a tu mascota, más seguros estaréis todos, y tendrá una vida más tranquila y larga. Siempre debemos tener conocimientos de obediencia canina, y debemos inculcárselos a nuestros compañeros, sobre todo si tenemos un perro problemático) pero a menudo la obediencia no es suficiente por sí sola, en el caso de tener un perro problemático. Los problemas de conducta se solucionan tratando el problema de conducta, no evitando que el perro exprese los síntomas, esto solo es un parche, y tarde o temprano el parche se caerá, y casi seguro que se caerá cuando más lo necesites.
Como veis, hay diferentes figuras de profesionales caninos, y deberíamos saber a cuál acudir, del mismo modo que los profesionales de cada uno de estos ramos debe ser honesto y desestimar tratar aquello para lo que no se ha formado específicamente. Eso minimizaría la cifra de propietarios desencantados con la labor de estos profesionales.
Hispa-Nica.