14/08/2020
Obesidad canina
No, no son adorable, ni graciosos, la obesidad debe considerarse una ENFERMEDAD.
La obesidad se define como la acumulación excesiva de tejido adiposo en el cuerpo. Los efectos negativos de la obesidad y el aumento de masa adiposa para la salud se deben principalmente al estrés mecánico (articulaciones, corazón, etc.) y a los cambios metabólicos causados por el exceso de grasa (con un aumento de la secreción de adipokinas inflamatorias). Algunas patologías tienen una mayor prevalencia en los perros con sobrepeso u obesidad. Es el caso de las enfermedades ortopédicas, la diabetes mellitus, trastornos en los perfiles lipídicos sanguíneos, enfermedades cardiorrespiratorias, trastornos renales y urinarios, neoplasia, trastornos dermatológicos, etc. Por este motivo se puede afirmar que la obesidad puede reducir la vida de los perros, tal como se ha demostrado que ocurre con las personas.
Enfermedades Ortopédicas
Las enfermedades ortopédicas, entre las que se encuentran los trastornos traumáticos o degenerativos (osteoartritis [OA], fracturas del cóndilo humeral, ruptura del ligamento cruzado craneal, hernia discal, etc.), son significativamente más frecuentes en perros obesos. El exceso de peso aumenta el esfuerzo mecánico de las articulaciones y precipita la aparición de la osteoartritis. Está comprobado que en los perros alimentados ad libitum durante largo tiempo presentan con mayor frecuencia y gravedad osteoartritis de cadera, hombro y codo que los perros cuyo aporte energético es limitado.
Obesidad e inflamación
Tanto en los perros como en las personas, el tejido adiposo se considera un órgano endocrino que segrega citoquinas denominadas adipokinas, algunas de las cuales son proinflamatorias y están implicadas en algunas patologías vinculadas a la obesidad. En el caso del ser humano, la obesidad se caracteriza por ser un estado inflamatorio crónico, sistémico y de grado inferior, donde el recuento de leucocitos, la TNF-` y la proteína C reactiva (CRP) se encuentran elevados. Se considera que tal vez la inflamación sea el mecanismo por el cual la obesidad desemboca en insulinorresistencia y otras patologías crónicas.
Obesidad, insulinorresistencia, diabetes mellitus e hiperlipidemia
Aunque, a diferencia de los humanos, en los perros la obesidad no esté claramente relacionada con la diabetes del tipo 2, algunos autores afirman que el 61% de los perros obesos, presentan hiperinsulinemia, intolerancia a la glucosa o ambas (Mattheeuws et al, 1984b). En los perros alimentados ad libitum con una dieta rica en grasas se ha observado, de forma experimental, un síndrome parecido a la «obesidad central humana»: estos perros se volvieron obesos, aumentó su masa adiposa abdominal y mostraron un desarrollo progresivo de la insulinorresistencia y la hiperlipidemia.
Afecciones respiratorias e intolerancia al ejercicio físico y al calor
La intolerancia al ejercicio y las dificultades respiratorias suelen estar relacionadas con la obesidad canina. También existe cierta correlación entre la obesidad y el colapso traqueal.
Enfermedades cardiovasculares e hipertensión
Cuando se observa un exceso de peso importante en perros, también suele aumentar la frecuencia de enfermedades cardiovasculares. Si bien se ha demostrado que la presión sanguínea de los perros con sobrepeso es más elevada que la de los perros con un peso ideal, no existen pruebas contundentes sobre el origen y el mecanismo de la hipertensión en perros obesos con resistencia a la insulina.
Enfermedades renales y urinarias
La obesidad canina provocada por una alimentación rica en grasas desemboca en hiperfiltración glomerular, retención de sodio e hipertensión. Se han estudiado los cambios histológicos y funcionales que se producen en el riñón en la primera fase de la obesidad canina. Comparados con los de los perros delgados, el peso hepático, la actividad plasmática de renina, la concentración de insulina, la presión arterial, la velocidad de filtración glomerular y el flujo plasmático renal de los perros obesos eran más elevados. También se observan cambios histológicos en las cápsulas de Bowman, en la matriz mesangial, en las membranas glomerulares y tubulares, etc. Todos estos cambios pueden ser precursores de algunas lesiones glomerulares más graves relacionadas con la obesidad prolongada. Se ha demostrado asimismo que los perros con sobrepeso corren un riesgo mayor de desarrollar cálculos de oxalato cálcico, que pueden reducir las funciones renales.
Anestesia
Los riesgos que comporta la anestesia son mayores si el perro sufre obesidad, una circunstancia que debe tenerse en cuenta a la hora de intervenir a estos perros.
Cáncer
Se ha observado que en los perros la obesidad al año de edad y un año antes de su diagnóstico está relacionada con la prevalencia de tumores de mama. También los perros con sobrepeso corren un riesgo mayor de desarrollar carcinoma de células de transición de la vejiga.
Obesidad inicial y obesidad crónica
Por regla general, la obesidad se desarrolla en dos fases: una fase dinámica seguida de una fase estática. Durante la fase dinámica, además de producirse un aumento del peso y de grasa corporal del animal, cambia su metabolismo (aumentan la leptina en plasma y las hormonas tiroideas). Durante esta fase, los parámetros sanguíneos (insulina, glucosa, lípidos, etc.) presentan unos niveles normales y no se observan alteraciones fisiológicas. En cambio, una vez se inicia la fase estática y crónica los perros presentan modificaciones en los lípidos y la insulina en sangre. Por lo tanto, el tratamiento debe aplicarse lo antes posible a fin de restablecer la composición corporal y los parámetros sanguíneos óptimos. La mayor parte de las modificaciones metabólicas se revierten fácilmente si se imponen restricciones energéticas y el perro pierde peso.
Autora: Isabelle Jeusette, DVM, PhD Affinity Petcare, Barcelona, España
Video: Creditos al autor del Video.