13/01/2022
Carta para el Papa Francisco.
Hola, Sr. Papa. Me dirijo a usted para expresarle mi preocupación y rechazo por sus dichos acerca de la tenencia de animales como parte de una familia. Para empezar, le cuento mi historia. Mi nombre es Nilla, así me bautizó mi compañera humana. Tengo muchos años, la verdad no recuerdo cuántos, casi 10 me calculan. Mi vida fue muy triste y trágica. Viví mucho tiempo en una casa donde nos acumulaban como objetos o basura, no teníamos comida ni agua y, en infinidades de ocasiones, los más grandes mataban a los más pequeños para poder alimentarse. De hecho, mi cuerpito está lastimado entero, no hay rincón sin una cicatriz que me recuerde el triste pasado. Además de eso, había unos humanos locos, que cada tanto iban de visita a la casa y con un palo nos golpeaban hasta el cansancio. Durante tantos años he visto morir a muchos hermanos y amigos. Algunos de hambre, otros para ser comida de los más grandes y varios más por los golpes de los humanos. Yo milagrosamente sobreviví junto a varios más, tal vez porque ese Señor que ustedes llaman Dios nos tenía preparado un regalo. Una mañana mi hoy hermana de vida se me acercó y hasta que me convenció me tomo en sus brazos y desde ahí me comenzo a dar comida y agua, me llevó al veterinario, estaba tan mal que la misma doctora dijo no se va a salvar. Y heme aquí esterilizada, sana, cuidada y por fin creyendo en que soy parte de una familia. Mi compañera humano no tiene hijos, o no aun, pero sí muchos perros que ha ayudado. Y que lo seguirá haciendo y buscando convencer a más de que lo hagan también. Desde ese día no solo me gané un nombre, también tengo almuerzo y cena todos los días, agua las 24 horas del día, varias camas donde dormir cómoda, 2 chalequitos para el invierno y baños cuando estoy sucia. Ese fue el regalo que me tenía el Sr. Dios, a quien no conozco, pero sé que es muy bueno y se lo agradezco.
Ahora bien, no entiendo porqué a usted le disgustan estas acciones. Son actos de solidaridad, empatía, responsabilidad y muchas veces, también, de amor. Creo que todos esos calificativos entran en la prédica que usted y sus amigos de vestidos largos hacen todos días en un lugar llamado Iglesia, con una cruz del hijo del Sr. Dios. Ese muchacho de la cruz también amaba a los animales y pidió que nos cuidaran a todos. Al igual que lo hizo San Francisco, de quien usted tomó el nombre para su cargo. Y en sintonía con las palabras de San Juan Pablo II, que ocupó su mismo lugar, pero mucho antes. Todos ellos nos amaban y les pidieron a los humanos que nos cuiden y nos respeten. A usted le molesta que la gente joven decida tener pocos hijos o que no tengan, y que en su lugar decidan incluirnos a nosotros como familia. Pero usted cuando era joven también decidió no tener hijos y nadie lo critica por eso, es su decisión y es respetable porque cada uno es libre de decidir qué desea tener en su vida. Y no se trata de que nosotros reemplacemos a los niños, somos diferentes y necesitamos cuidados distintos. Somos parte de una familia, pero no el reemplazo de nadie. Por otro lado, me parece coherente que las personas se planteen si realmente quieren o pueden traer un humanito al mundo. Actualmente hay millones de niños en extrema pobreza, que sufren enfermedades graves por la precariedad de su contexto, que son obligados a trabajar y no estudiar, que son golpeados y, lo peor, que son abusados y asesinados. Usted tiene conocimiento de esto porque recibe esas noticias en su gran casa llena de oro y regalos lujosos. Entonces, sabiendo esa situación, me parece lo más lógico y saludable que dejen de venir niños al mundo a sufrir. Porque los adultos no siempre están bien preparados para criar niños, y con estar preparados no solo me refiero al dinero, también necesitan madurez y equilibrio mental y emocional. Vivimos en un mundo demasiado violento, inseguro y corrupto. Los niños son totalmente vulnerables ante esa situación. Así que si una pareja no quiere tener hijos, es la mejor decisión que pueden tomar. Y además, si esos humanos deciden salvar una vida, como me pasó a mí, también es una decisión sumamente positiva y digna de imitar. Yo creo que usted debería predicar el respeto, la consideración y responsabilidad para con todos los animales que habitamos este planeta, tanto humanos como no humanos. A nosotros,los perros, no nos gusta que nos compare con hijos humanos, porque somos diferentes. Si usted quería criticar a quienes no tienen hijos, lo hubiera hecho sin meternos a nosotros en el medio.
No era necesario instalar esa dicotomía Niños/perros y gatos. Y usted, más que nadie, debería saber que nosotros también somos creación del Sr. Dios. Tenemos un corazón que late, sangre que corre por nuestras venas, huesos y músculos que nos permiten movernos, sentimos felicidad y tristeza, frío y calor, hambre y sed. Deseamos vivir en paz, como ustedes. No somos diferentes en esos aspectos, usted nos ve diferentes y ese es su gran error. Ojalá que pronto cambie de parecer y envíe un verdadero mensaje de amor a la sociedad en general. Nosotros a ustedes los respetamos y los queremos, esperamos lo mismo de parte de los humanos.
Lo saluda atentamente, Nilla