07/06/2024
"Las gatas carey, una leyenda alrededor del sol."
Tienen tres colores: negro, amarillo y blanco. Su condición tricolor se da por lo general, solamente en hembras. ¡Es rarísimo que un gato macho tenga tres colores!
¿Las has visto por ahí? Si tu respuesta es afirmativa, significa que has tenido al sol mucho más cerca de lo que te imaginas.
¿Cómo son las gatas carey?
Su color principal es el negro, y las manchas blancas y amarillas se presentan como un rasgo secundario que les da un aire de seriedad y tranquilidad inigualable. Son diferentes a las gatas calicó que, aunque también tienen tres colores en su pelaje, el color predominante es el blanco.
En el caso de las felinas llamadas carey los tres colores pueden despertar prejuicios, siendo familiares de las gatas negras y compartiendo algunos de sus agüeros y supersticiones. Lo que muchos no saben es que, tener una gata carey en casa es tener un gran privilegio: la historia que esconde está cobijada por una leyenda mágica, misteriosa e increíble, y que, para añadirle más misticismo, tiene todo que ver con el sol.
¿Qué dice la leyenda de las gatas carey?
Hace mucho tiempo, el sol sintió curiosidad por la vida en la tierra. Quiso subir sus montañas, recorrer sus calles, cobijarse en la sombra de sus árboles y tener contacto con otros seres, los terrenales.
Su antojo de bajar a la tierra tenía un obstáculo: el sol estaba en el cielo, y como sol no podía bajar: ¡necesitaba de otras características físicas para poder recorrer nuestro planeta! Gracias a ese deseo, y para lograr que se hiciera realidad, le pidió a la luna que lo ayudara a cubrirlo y a cumplir su rol mientras no estaba, para que los seres humanos no se dieran cuenta de que él estaba ausente.
Una vez la luna aceptó, el sol hizo realidad su propósito y bajó a la tierra a conocer cómo se vivía por aquí, pero para poder hacerlo, tomó forma de gato, pues quería pasar desapercibido.
El felino que eligió para lograr su cometido fue una gata negra, que le dio vida al astro y le permitió vivir muchísimas cosas durante varios días, hasta que la luna, cansada, recuperó su lugar de luna y dejó de reemplazar al sol, quien se vio obligado a regresar a su forma original, recuperar su trabajo y seguir dándonos calor y luz.
Mientras abandonaba el cuerpo de la gata que lo había alojado, algunos rayos dorados se quedaron atrapados en su pelaje, como destellos de luz, que estaban, además, llenos de magia y sabiduría que seguirían pasándose de generación en generación.
¿Tienes una gata carey? ¡Corre a abrazarla, pues tienes el sol en casa!