25/02/2023
Si estás considerando castrar a tu perro para que No sea tan agresivo.
Este artículo es para ti, verás que la castración NO es la solución y entenderás el por qué.
Imprescindible leer de principio a fin.
Gracias a Laurazor por las horas de estudio, análisis y recopilación que invirtió al realizar este escrito. 🙏✨
Perro castrado ¿perro "bueno"?
Ya perdí la cuenta de la cantidad de llamadas que he recibido de perros que agreden. A sus propietarios, a niños, a otro perro, a cualquier cosa que se mueva a su alrededor. La mayoría son perros machos y la castración es siempre de las primeras recomendaciones que reciben sus propietarios para “solucionar” SU problema. Porque de eso se trata: el perro se comporta “mal” y yo quiero una receta mágica que elimine ese “mal comportamiento”. Y, lo que es aún más triste, los perros esterilizados que exhiben conductas no deseadas tienen más riesgo de ser eutanasiados (Boyd et al., 2018). Según estos autores, si la familia percibe la esterilización como una “solución” y, al ser esterilizado, el perro no mejora, la próxima “solución” es la muerte.
La castración como “solución” a la agresividad la sugiere el vecino, el adiestrador, el veterinario… La sugiere la protectora donde se adoptó al perro, el dueño de la perrita que encuentran en el parque, que “ha tenido perros toda la vida”, el panadero y el tipo sentado en un banco que te vio pasar con tu perro a la correa... Deben tener razón ¿no?
No. La verdad es que no. La relación de la castración con la agresividad es, como mínimo, inconsistente (Lockwood, 2016). La castración puede no tener relación con alteraciones del comportamiento agresivo (Farhoody et al., 2018), puede estar relacionada a menor expresión de agresividad (D'Onise et al., 2017) o puede estar relacionada con una mayor expresión de la agresividad (Farhoody, 2010). En otras palabras, castrar a un perro para “solucionar el problema de la agresividad” es como jugar a la ruleta rusa: probemos a ver qué sale. ¿De verdad quieres hacer eso con tu perro? Mucho más cuando uno de los riesgos es que la castración puede empeorar la agresividad. ¿No será más inteligente y ético mirar a otros elementos que pueden tener mayor impacto para lograr una gestión segura y una convivencia sana?
Agresividad y testosterona ¿cuál es la relación?
Una de las razones por las que se recomienda castrar a perros machos para “solucionar problemas de agresividad” es por la acción que atribuimos a la testosterona en el comportamiento agresivo: “La testosterona provoca mayores niveles de agresividad ¡todo el mundo lo dice!”. ¿Y, solo porque todo el mundo lo dice, significa que es cierto?
Piensa de nuevo.
Leyendo a Sapolsky (2017) descubrí una frase que cambió completamente mi perspectiva respecto a este tema: “La testosterona no provoca que un animal se comporte de manera agresiva. La agresividad provoca la secreción de testosterona”. Con esta relación entre ambos fenómenos es de esperar que la literatura encuentre la exhibición de la agresividad ligada a altos niveles de testosterona, pero eso no significa que la hormona sea la causa de la agresividad. Simplemente ambas están presentes al mismo tiempo.
Entonces ¿qué es lo que la testosterona le hace a la conducta? https://www.youtube.com/watch?v=LpdNEd8fWcw
La testosterona tiene muchos efectos sutiles en el comportamiento: aumenta la seguridad en nosotros mismos y el optimismo, además de disminuir la ansiedad y el miedo. Quizá es por eso que los perros castrados pueden mostrar más comportamientos de inseguridad, ansiedad y miedo en su conducta social (Kaufmann et al., 2017). La testosterona también nos hace sentir bien. Pero, dependiendo del contexto, la testosterona puede hacernos más ansiosos y propensos a agredir. Y puede hacernos más generosos si vivimos una situación en la que ser generosos representa una ganancia. La testosterona está ahí para ayudarnos a superar retos, no importa cuáles sean. Y magnificará cualquier respuesta que nos parezca efectiva para superar esos retos, incluidas conductas amables y prosociales.
Según Sapolsky la testosterona no cambia nuestra reacción a ciertas situaciones, solo la amplifica. Y nuestra reacción depende en gran parte de nuestra experiencia de vida: si nuestro cerebro ha aprendido que es necesario mostrar agresividad en ciertos contextos, volverá a hacerlo, aunque le quitemos la testosterona. Si nos sentimos seguros y estamos expuestos a situaciones que no nos agreden, no nos mostraremos agresivos, aunque la testosterona esté presente.
En palabras que nos ayuden a mejorar la gestión de un perro que agrede: si lo has puesto constantemente en situaciones donde necesita mostrar agresividad, volverá a hacerlo, no importa si lo castras. Si, por el contrario, LO HACES SENTIR SEGURO, no mostrará agresividad, aunque tenga niveles normales de testosterona.
Entre castrar a tu perro a ciegas sin tener idea de por qué agrede y aprender a hacerlo sentir seguro ¿qué crees que sea lo más indicado?
En la literatura científica…
Dado que la castración como “solución” a la agresividad es lo más popular, aquí te dejo algunos ejemplos de artículos que encontraron lo contrario. En estos artículos no se encontró relación entre el estado reproductivo de los perros machos con la agresividad o se encontró que los machos castrados eran más agresivos que los enteros:
1. “Los machos castrados fueron significativamente más agresivos que los machos enteros (en situaciones de agresión hacia los niños de la casa, hacia el propietario o su familia, cuando se acercan a acariciarlo o lo manipulan, en espacios restringidos y repentinamente sin aviso)” (Podberscek y Serpell, 1966).
2. Agresividad en casa: “Era más probable que se reportara que los perros machos castrados habían mordido. Las probabilidades de que un perro macho castrado hubiera mordido fueron tres veces mayor que las de las de una hembra entera ” (Guy et al., 2001).
3. “Se registraron un total de 111 casos de mordidas a niños (…) el 93% de los perros de esta muestra estaban esterilizados (…) incluso la agresividad asociada a los machos es poco probable que sea eliminada por la castración.” (Reisner et al., 2004).
4. “No se encontró relación entre la agresividad que exhiben los machos castrados con las hembras o los machos enteros en ningunos de los contextos estudiados” (Casey et al., 2013).
5. “Los resultados indican una tendencia de los perros castrados a reaccionar emocionalmente más inestables en situaciones estresantes así como una tendencia del comportamiento agresivo a ser más frecuente en machos castrados (…) Nuestros resultados nos llevan a pensar que la castración puede tener una influencia negativa en el comportamiento de perros machos. Los perros machos pueden resultar más atractivos para perros enteros, lo que puede provocar altos niveles de estrés a los machos castrados (…) los propietarios deberían ser conscientes de las consecuencias para sus perros” (Kaufman, 2017).
Como profesional no he conocido un caso en el que haya considerado la castración como una forma de disminuir la agresividad. Hay muchos otros elementos que mirar cuando un perro agrede: presencia de dolor físico u otros padecimientos de salud, vida social, rutina, dónde duerme, qué come, cómo es la interacción con su familia, si es maltratado… La rehabilitación de la agresividad no se trata de resolver un problema humano: se trata de resolver un problema al perro. Eso no puede hacerse con un pase mágico. Te toca estudiar, aprender a conocer al animal y entender lo que siente y lo que necesita.
Castrar para “resolver un problema de agresividad” es lo mismo que usar un collar de ahorque: ignorar las causas de la conducta e inhibir al perro en nombre de nuestra comodidad… Creo que, de nuevo, todo se resume a esta pregunta: ¿Quién quieres ser para tu perro?
Si te sientes mínimamente responsable de su bienestar la castración dejará de parecer una solución a su conducta.
y aprende etología canina.
PD: en esta publicación no se discute el impacto de la esterilización en el manejo poblacional así como tampoco se habla de los efectos de la esterilización en la salud de los perros. Solo se discute la castración de los perros machos como una solución a la agresividad.
Bibliografía citada:
Boyd, C., Jarvis, S., McGreevy, P., Heath, S., Church, D., Brodbelt, D., & O’Neill, D. (2018). Mortality resulting from undesirable behaviours in dogs aged under three years attending primary-care veterinary practices in England. Animal Welfare, 27(3), 251-262. doi:10.7120/09627286.27.3.251
Casey, Rachel & Loftus, Bethany & Bolster, Christine & Richards, Gemma & Blackwell, Emily. (2013). Human directed aggression in domestic dogs (Canis familiaris): Occurrence in different context and risk factors. Applied Animal Behaviour Science. 152. 10.1016/j.applanim.2013.12.003.
D'Onise K, Hazel S, Caraguel C. Mandatory desexing of dogs: one step in the right direction to reduce the risk of dog bite? A systematic review. Inj Prev. 2017 Jun;23(3):212-218. doi: 10.1136/injuryprev-2016-042141. Epub 2017 Jan 27. PMID: 28130398.
Farhoody P. 2010. Behavioral and Physical Effects of Spaying and Neutering Domestic Dogs (Canis familiaris). Tesis en opción al grado de Master en Ciencias. Hunter College.
Farhoody P, Mallawaarachchi I, Tarwater PM, Serpell JA, Duffy DL and Zink C (2018) Aggression toward Familiar People, Strangers, and Conspecifics in Gonadectomized and Intact Dogs. Front. Vet. Sci. 5:18. doi: 10.3389/fvets.2018.00018
Guy NC, Luescher UA, Dohoo SE, Spangler E, Miller JB, Dohoo IR and Bate LA 2001 Demographic and aggressive characteristics of dogs in a general veterinary caseload. Applied Animal Behaviour Science 74(1): 15-28. https://doi.org/10.1016/S0168-1591(01)00153-8
Kaufmann CA, Forndran S, Stauber C, Woerner K, Gansloßer U. The social behaviour of neutered male dogs compared to intact dogs (Canis lupus familiaris): Video analyses, questionnaires and case studies. Vet Med Open J. 2017; 2(1): 22-37. doi: 10.17140/VMOJ-2-113
Lockwood, R. (2016). Ethology, ecology and epidemiology of canine aggression. In J. Serpell (Ed.), The Domestic Dog: Its Evolution, Behavior and Interactions with People (pp. 160-181). Cambridge: Cambridge University Press. doi:10.1017/9781139161800.009
Podberscek, Anthony & Serpell, James. (1996). The English Cocker Spaniel: Preliminary findings on aggressive behaviour. Applied Animal Behaviour Science - APPL ANIM BEHAV SCI. 47. 75-89. 10.1016/0168-1591(95)01012-2.
Reisner IR, Shofer FS, Nance ML. Behavioral assessment of child-directed canine aggression. Inj Prev. 2007 Oct;13(5):348-51. doi: 10.1136/ip.2007.015396. PMID: 17916894; PMCID: PMC2610618.
Sapolsky, R. M. (2017). Behave: the biology of humans at our best and worst. New York, New York, Penguin Press.
Foto tomada de internet