04/01/2024
Hidrocefalia
La hidrocefalia es la enfermedad con una acumulación excesiva de líquido cefalorraquídeo (LCR) en el sistema ventricular cerebral; se presenta con mayor prevalencia y tiene un mejor
pronóstico en pacientes caninos que en felinos.
Esta patología se debe básicamente a tres causas fundamentales:
-Aumento de producción de líquido en el plexo coroideo. Disminución de la absorción meníngea del líquido.
-Obstrucción del fljo del LCR en el acueducto mesencefálico.
La elección del tratamiento depende del estado físico y edad del paciente, así como de la causa de la hidrocefalia.
La hidrocefalia puede ser congénita (primaria) o adquirida (secundaria). Afecta cualquier especie animal, existiendo una predisposición congénita en algunas razas caninas braquicéfalicas como bulldog inglés, pug y boston terrier; así como en las razas toy en general: maltés, lhasa apso, pomeranian, poodle miniatura, pequinés, chihuahua, caniche toy y yorkshire terrier.
En los gatos la raza siamés es la más predispuesta a la presentación de la enfermedad.
La hidrocefalia adquirida que puede presentarse en cualquier momento de la vida del animal, se debe a injurias sobre la masa encefálica y el sistema nervioso central, infecciones que causen meningoencefalitis, ventriculitis y aragnoiditis como el distemper canino, parainfluenza canina, Actinomyces, peritonitis infecciosa felina y los quistes parasitarios, además de neoplasias y traumatismos que son causas subyacentes de la enfermedad.
La hidrocefalia congénita o primaria se conoce como comunicante si hay una excesiva producción de LCR en el plexo coroideo o defectos en la absorción meníngea de éste. Si, por el contrario, existe una obstrucción que se encuentra generalmente en los orificios laterales del cuarto ventrículo o en el acueducto cerebral se conoce como hidrocefalia no comunicante u obstructiva, y esta última (hidrocefalia obstructiva) puede ser congénita o puede ser adquirida por las causas antes mencionadas.
Los signos clínicos equivalen a trastornos significativos de enfermedad neurológica clínica cursando con convulsiones, deficiencia visual, deficiencia motora, incoordinación y cambios de comportamiento tendientes a la agresividad. Algunos pacientes con hidrocefalia congénita presentan agrandamiento del cráneo con fontanelas abiertas, aunque la presencia de éstas no debe considerarse como diagnóstico de hidrocefalia ya que pueden encontrarse normalmente en perros saludables.
El aumento de presión originado por el exceso de LCR es compensado en parte por la capacidad de la bóveda craneana para deformarse. La presión intracraneana (PI) aumentada provoca la protrusión de la masa encefálica causando deformación de las órbitas oculares y el subsiguiente estrabismo divergente, aunque los movimientos oculares son normales. En algunos pacientes puede presentarse inclusive ceguera por la presión ejercida sobre el nervio óptico.
Al examen neurológico estos pacientes se encuentran generalmente letárgicos con indiferencia al medio, respondiendo con deficiencia a estímulos externos, las reacciones posturales y propioceptivas son anormales, presentan leve hipermetría al desplazamiento y en casos graves caminan en círculos en una dirección determinada.
La función auditiva se encuentra reducida en pacientes con lesiones motoras mecánicas graves. Los trastornos comportamentales son repentinos y difusos, presentan confusión,
inestabilidad, deambulación compulsiva y agresividad con cambios súbitos en su estado mental, interpretándose estos en fases preictales de las convulsiones características de esta enfermedad.
En los pacientes con hidrocefalia adquirida los signos clínicos como convulsiones, cambios comportamentales, ceguera, estupor y coma son más severos y agudos por el incremento de la presión intracraneal (PI) y la imposibilidad de protrusión de la masa encefálica; aunque en casos crónicos progresivos, si la obstrucción del flujo del LCR es total, puede encontrarse herniación tentorial, cereberal o de ambos tipos hasta causar la muerte.
El diagnóstico se realiza mediante la evaluación de las manifestaciones clínicas presentadas por el paciente, siendo necesario confirmarlo por medio de estudios radiográficos del cráneo, mediante los cuales se observan cambios patológicos como presencia de fontanelas, apertura de sínfisis, leve evidencia de protrusión de masa encefálica con radiolucidez en las zonas afectadas con craneosquisis y adelgazamiento cortical; mediante la obtención y evaluación del LCR es posible determinar una infección como causa primaria de la enfermedad. El ultrasonido es útil en pacientes con fontanelas abiertas, las cuales permiten aproximación de ventana acústica adecuada.
Otros métodos más especializados y no invasivos como la tomografía axial computarizada (TAC) y la resonancia magnética (RM) son relativamente fáciles de realizar en nuestro medio y altamente eficaces para el diagnóstico de hidrocefalia.
El tratamiento de la hidrocefalia se enfoca directamente en procurar la atenuación de los signos clínicos presentados y se justifica en pacientes sin afección muy severa . Los medicamentos son casi inefectivos en casos de hidrocefalia congénita por el grave daño en la estructura del cerebro; así pues, el pronóstico en estos casos es de reservado a malo .
Para tratar de disminuir la producción de LCR se utilizan corticoides y diuréticos.
En el tratamiento medicamentoso de pacientes con signos de súbitos y severos de PI aumentada se utilizan manitol y succinato sódico de metilprednisolona.
Para el mantenimiento en pacientes relativamente estables se utilizan la dexametasona y la furosemida y en los casos en que se presenten convulsiones el medicamento de elección es el
fenobarbital.
El tratamiento quirúrgico consiste en la creación de derivaciones o “shunts” ventriculovenosos o ventriculoperitoneales para permitir el drenaje del LCR, aunque la posibilidad de complicaciones quirúrgicas en pacientes jóvenes puede llegar a ser muy alta.
Actualmente en el medio este procedimiento quirúrgico no es de frecuente realización en la práctica clínica veterinaria por diferentes razones, entre ellas la falta de entrenamiento de los médicos veterinarios cirujanos en el desarrollo de la técnica, la disponibilidad económica de los propietarios para acceder a este tratamiento y por último la tasa de presentación y diagnóstico relativamente poco frecuente de la patología.
Bibliografía: Carlos M Acevedo, MV; Isabel C Ruiz, MV; María S González, MV; Víctor L Ramírez, MV; Dubel Balvin, MV; Mauricio Ramírez, MV.
Grupo de Investigación INCA, Centro de Medicina Veterinaria y de Zootecnia, Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, Universidad CES, Medellín, Colombia