14/03/2024
ASUNCIÓN DE MIS AMORES
EL PARANINFO DE LA BOHEMIA (x)
Historias que pasarán a la noche eterna pero al olvido jamás…
Panuncio Espínola
por: ROVISA
Con el bar ”Juventud” creció un barrio. Se pobló la noche, se sembró de amores el jardín de la madrugada y la entonces única empresa cervecera del país sus beneficios, y las destillerías cañeras también dieron un espectacular brinco.
El símbolo del canto y la guitarra unió a los hombres. Los desencadenó de oscuras y agrias pasiones. En el Panuncio jamás la política fue invitada a una mesa. Los remolones y soberbios eran corregidos con un simple chorro de cerveza en la cara, con un catálogo de improperios que calaba hasta la raíz del árbol genealógico o alguna que otra sonora bofetada que abonada el terreno para el puntapié final. Los inadaptados y díscolos eran penados temporalmente con la indiferencia, hasta de los mozos, y el condigno castigo capital de lo más terrible: los músicos ya no cantaban en sus mesas.
Aquello tenía las orlas celestes de un apartado universo de buenos amigos. Todos, en la misma rosca de la noche profunda, sin distinción de apellidos, de razas, de idiomas, de ideologías políticas. El linaje, las credenciales, las jerarquías y los cargos se dejaban en el umbral. La noche era entera, igual y libre para todos. Saberla vivir, fue el axioma que impusieron los puristas y filósofos de la bohemia.
La gerencia, a cargo de un mártir de nombre Zacarías, tenía terminantemente prohibido molestar a un juerguista por una llamada teléfonica desde su casa, hecho que era considerado rotundamente indecoroso por las incorruptibles leyes morales de la bohemia. Tampoco le era permitido al gerente intervenir en las grescas, entuertos y generalizadas sopapeadas que siempre terminaban con un ”borrón y cuenta nueva” en la imperterrita contabilidad cajera de don Zacarías.
El ”Panuncio” fue una cantera inagotable de bríos para escribir un ”bestseller”. Fue, quizá, la época gallarda en que las esposas dormían tranquilas en el mágico reposo de la madrugada, pensando en que ”mi marido se está divirtiendo con sus amigos…gracias a Dios no se les ocurrió organizar la farra en casa…quizá ahorita venga cayendo con una serenata..”
Jamás una serenata terminó en los brazos de una novia o una esposa. Nacían en Panuncio y terminaban en Panuncio, muchas veces con la presencia de la agraciada compartiendo el rito de ”beber amaneceres”.
Las bocazas del bar ”Central” y ”El Rubio”, despóticos delfines de la noche, que también abrían las 24 horas, eran la tenaz competencia de Panuncio. La resta valiosa, la sangría de los noctámbulos ”de élite” que arrasaban con esos dos antros de ruidosas tragantonas, era perversa y cruel para Panuncio.
Había otros focos menores de chunguistas, como el ”Polo Norte”, bar ”Ideal”, ”Punta del Este”, ”Germania”, ”Palmar”, ”Los Choferes”, considerados de ”tiro corto” por su angosto trecho en la noche, de ninguna manera peligraban la salud atlética del bar ”Juventud”. Ni aún cuando se destapó el auge torrencial de las parrilladas-show, tambaleó su insomne estabilidad.
Porque, los ”peces dorados”, los augustos manilargos de la francachela que frecuentaban ”La Campana”, ”La Querencia”, ”El Triángulo”, ”El Rosedal”, ”El Gordo”, ”La Calandria”, ”Rincón Guaraní”, ”Che Roga”, ”El Criollo”, ”Paraguay”, ”Diagonal”, ”El Jardín de la Cerveza”, la famosa parrillada ”España”, ”El Bosque” "Bichos Club" del señor Román Zarate Ruiz Diaz,(respetando épocas, por supuesto), todos, absolutamente todos, venían a terminar duros en una mesa de Panuncio. Inclusive, uno de los más temible faraones de la noche, Fermín González, que había anexado ruleta a los chinchulines y rabadilla de ”El Triángulo”, terminaba su gloriosa hegemonía trabucando y seco en el mostrador de Panuncio.
Nadie se resistía al poder y la atracción de ”El Paraninfo de la Bohemia”. Aquellos que eran desplumados en el garito de Ña Matute”, o por las ”vestales” del bar ”Hermandarias”, ”El Tropezón”, ”Flamingo”, ”El Tupí” o ”Carrousel”, igual volvían a lo de Panuncio, a recuperarse de los ”golpes”, a ver nacer el día compartiendo el vaso y el plato generoso de algún amigo, que nunca faltaba…La generosidad, ahí, era espontánea, fértil y solidaria.
La proclama de Panuncio
Es que nadie podía sustrarse a las ”Noches de Benegas”, al dúo de requintos Carlitos Vera-Nino Palacios o Arsenio Jara-Guaí Torales, ni a una peña exclusiva en la mesa de los mellizos Churí y Sergio Ganzález, ni a un recitado gauchesco de K**e Lagrave, ni a un joropo interpretado con registro de barítono por Von Prieto, el abogado de los sueños…
El verdadero desquite y despunte de Panuncio se inició allá por el 60, cuando todos los que quisieron pelearle el predominio, se fueron al mazo. Con el pase a retiro de los bares, el ”Central”, y las taquicardias de ”El Rubio” que se deslizaba tenuamente por una barranca de embolia económica, Panuncio, al fin, levantó la guitarra y el asador y lanzó su proclama como legítimo heredero de la bohemia asuncena.
Copiado, decía: 1) Declarar convicto y terrorífico el pago con cheques; 2) Abolir la ”raya”; 3) Inflar el tamaño del bife a caballo; 4) El, su socio don Zacarías, mozos, cocineras y todas las fuerzas de apoyo, se declaran extranjeros en cualquier batahola o batalla campal con botellas y arpas que pudieron desatarse entre los cuchipanderos; 5) Prohibido hablar de política; 6) Nadie podia ser apresado dentro de ese sagrado recinto, salvo que se haya ”alzado” con la caja, pisoteado un contrabajo o acuchillado un bandoneón; 7) Todos los jaraneros eran iguales entre sí y ante la sordo-ciega-muda caja de don Zacarías; 😎 Ante cualquier señal de sospecha, el mozo podía ”retener” en garantía cualquier reloj, pulsera, cadena, cédula de identidad, bajas y/o credencial; 9) Nadie estaba facultado a amoratarle un ojo al compañero por el simple motivo de discrepancias en la elección del repertorio de los músicos parlantes; 10) Todo el mundo tenía que amarse y respetarse entre sí, de acuerdo al código de la bohemia que estipula, en su preámbulo, que la alegría sin maldad y la tristeza sin odios, siempre ahorran bendiciones para el alquiler de una bohardilla en el cielo.
…Y de pronto, ”Cardel”
Aunque no tan pronto. Pasaron 42 años
…pero, como si quisiera borrarse de la pizarra de esa esquina de 22 de Setiembre y Eusebio Ayala la figura de una guitarra en camiseta, de pronto, hace 2 meses, aparece ”Cardel”, el nuevo, entalcado, requintadísimo restaurante de Panuncio Espínola.
Hay cambio de etiqueta. Ya no invaden el humo de la cocina ni el vaho guitarrero y transnochado de antes los espléndidos salones de ahora. Las familias se sientan, usan almidonadas servilletas, beben el vino en copas de cristal, disfrutan de una suave orquesta de cuerdas desde un ultra-equipo de sonidos japonés. Y, naturalmente, sobrios y antes de irse, pagan obedientemente la adición, como es la sana costumbre de cualquier negocio.
Panuncio factura en el nuevo restaurante y en su hotel de la vuelta. Tiene gerente, secretaria y chofer. Viste de riguroso traje y corbata. Atiende y llena sus papeles del banco a máquina en una oficina con salita de espera en el segundo nivel del edificio.
Pero…lo noté como vacío y lejano. Como si su pan y su tiempo estuvieren rígidos en el perenne madero de ayer. Busca, extraña, quiere quizá tocar ese ”millón de amigos” que está escondido en aquella ”casa de la amistad”, que él levantara con el cemento de sus músculos y pintara con la cal de sus ensueños.
Serafín de la noche, en sus noches de hoy ya nadie le canta.
Pero las serenatas de amor que entre todos le habíamos cantado a la vida, sobre el pecho de un amanecer cualquiera, ha quedado como en clavel en el lienzo, como un remedo de huellas estrangulado en un quebrado espejo de arena.
En la vidriera de la Luna
Chequeado los datos computados en su memoria, Panuncio Espínola otorga diploma de honor a los siguiente duendes de la noche:
Benjamín Cabañas (medalla de oro), caudillo de la rochela y médico de las angustias; Coco Amigo, Humberto León Rubín Schaurtzman, K**e Krona, Chile Ortiz Aquino, Papote de Dios y de los Santos Fretes Da Silva, Lulú Ortiz, Víctor Raúl Lezcano, ”mayor” Ayala, Farola, René Riveros, Oscar Cuevas (no el abogado), Petoto López Camperchioli, Yiyo Arce y Luis Gallardo (los ”Corleones” de las serenatas), Elpidio Ramón Benegas, Hilario ”Totito” Cibils, Juan y ”Yoryi” Lohman, Papi Meza, Jhonny Torales, ”Pitogué” Burián, el poeta Amado Nery Farina, el urólogo Andresito Villalba, lo mejor que tuvo la zarzuela paraguaya, Oscar Barreto Aguayo, Carlos y Necho Pettengil, César ”Bolidote” García, Eduardo Rayo, Eduardo Rivas, Santi Medina, Rafael Rojas Doria y César Álvarez Blanco, Lionel Enrique Lara, Rodolfo Ortiz, las hermanitas Lima, Luis Bordón, Pirulo Acevedo, el maestro Ronald Cantero, aquel pituso comisario de bigotitos y anteojos cariñosamente llamado Ayalita, la hermosa Pochi Dos Santos, las grandes damas del teatro Teresa Montórfano y Mirian Celeste, el arquitecto Malatesta, Martín Leguizamón, Papi Dos Santos, Enrique Samaniego, Los Kirios, Los Tres del Paraguay, Lito Ortiz, Julio Agustín Cartasso y su inseprable Francisco De Paula López, Silvio Paciello, ”Lote” Villa Cabañas, José Luis Appleyard, Marciano Ravetti y su socio el Dr. Bernal, Dr. Oscar Stark Rivarola, Celestino Álvarez, el falso comisario Melgarejo (hoy morador del Este), mi compadre Yurrita, Fiorello Botti, Fernando Cazenave, el tano Bianchi, Horacio Pusineri, Oscar Faella, el ”pato” Hugo Aguero, ”mesié” Florentín, Sindulfo Martínez, Chono Duarte, Ing. Tucho Gómez, Tabaquito Argüello, Juan Carlos Miranda, Miguel Augusto Carlés, los hermanos Orrego, dúo Peña-González, Taní Domínguez, HDD, Marciano Lobo, Rubén Enciso Yegros, Alberto Herrera, el buen papá de Liza Bogado, Félix de Ypacaraí, Cirilo R. Zayas (medalla de oro), Rogelio Silvero (medalla de uranio), Crescencio Rejala, ”Revolvito” Salerno, su papá, el capitán Salerno, ”Ñoca” Arrúa Vinader, varias veces condecorado.
”Nos fundió el Edicto”
Panuncio Espínola, 64 años, asunceno. Pudo haber sido gastroenterólogo, pero eligió la gastronomía . Pudo haber sido director de una banda de músicos, pero se quedó con el humilde guitarrero como compañero de ruta. Pudo haber sido cineasta, perio prefirió retener la fresca acuarela de un aurora en el celuloide de sus recuerdos…
”Abrí el bar ’Juventud´ en plena revolución del 47, con un cartelito que decía ”HAY SOYO CON TORTILLA”. Detrás de aquel gancho que atrajo a los primeros parroquianos, impuse el pastelito, el bife coyguá, el guiso carretero, el asado a la olla, el tallarín casero de los domingos…y, por supuesto, la cerveza bien helada. Pero la verdadera innovación del boliche fue la apertura durante las 24 horas.
Entre sus primeros distinguidos clientes, que incorporaron al conjunto musical a la casa, Panuncio recuerda al coronel ”Chavetón Doble V.”, Roberto L. Petit (dicen que hábil picoteador de asados), ”Pancholo” Caballero Álvarez (maestro de ceremonias de las primeras peñas), Marcos Samaniego (insigne creador de la ”Aristócrata” siendo gerente de APAL), Juan Bernabé, el recitador y arpista comandante Mario B. Ortega, Teodoro S. Mongelós, Epifanio Méndez, Guillermo Enciso Velloso, Natalicio González, Sila Godoy, Jacinto Herrera, Ezequiel González Alsina, Ernesto Báez, Carlos Gómez, Diosnel Chase, Carlos Miguel Giménez, Neneco Norton, Chocho Benítez, Arsenio Erico, Saverio Ricciardi, Rubito Medina, Aparicio de los Ríos, María Teresa Márquez y Demetrio Ortiz, Félix Pérez Cardozo, los hermanos Larramendia, Andrés Cuenca Saldívar, Teófilo Escobar, Tito Estigarribia, el maestro Luis Cañete, Fausto González, Lorenzo Leguizamón, el bardo y bailarín ”Tacho” González, Agustín Barboza, Aníbal Lovera, Carlos Bordón, Hilarión Correa, Marcelino Paredes, Neneco Lanieri… ’Pero yo le rindo mi homenaje al Caballero de la Noche, el universal don Carlitos Vázquez, y al mejor bohemio conquistador del mundo, Luis Alberto del Paraná’, completa Panuncio Espínola.
Una postal de veinte años atrás. Entre otros, Luis Alberto del Paraná, Andrés Cuenca Saldivar, Carlitos Vera, Yiyo Arce, Miguel Angel Espínola, en una noche a puro folclore en el "Panuncio Bar".
”A mí me fundió el Edicto No. 3. Tuve que abandonar las transnochadas musicales y modernizar el local, esperando a otra clase de clientela. Justo, ahora que se levantó el edicto y que los muchachos ya tienen su ”oficina serenatera” ahí enfrente…No sé qué hacer. Añoro todo aquello”, repite con nostalgia el otrora magnífico rector de las barullentas y románticas noches asuncenas.
(x) Del EL DIARIO (Revista), 14 de mayo de 1989 (Asunción, Paraguay). Gentileza del maestro de los periodistas populares, de barricadas; amigo de FA-RE-MI, ROVISA.
http://www.musicaparaguaya.org.py/profundo5.htm