30/12/2023
Los perros son considerados como el mejor amigo del ser humano, leales, fieles y que proporcionan una importante compañía, hasta…. los tratamos como si fuera nuestro propio hijo; según estudios realizados recientemente, estos comportamientos se relacionan con la posibilidad de padecer algún tipo de trastorno psicológico, que se conoce como antropomorfismo, es decir, humanizar y atribuir características, emociones o motivaciones humanas a los animales. Los expertos dicen que la nueva corriente en la relación hombre-perro, caracterizada por pautas equivalentes al cuidado de un niño, es resultado del aislamiento personal, la inseguridad y la cibercomunicación, y que puede llevar a trastornos psicológicos tanto en los individuos como en los perros, como depresión o carencias afectivas; en los animales provoca que se vuelvan sumamente dependientes y las consecuencias para ellos no son buenas, ya que, en nuestra ausencia, pueden sufrir ansiedad por separación, ataques de pánico o desarrollar desórdenes alimenticios.
El hecho de que se conviertan en miembros de nuestra familia no nos da derecho a humanizarlos. Es cierto que cuando un perro entra en nuestras vidas, muchas veces, no solo será un simple animal de compañía o una mascota, sino también alguien especial: lo mimamos, hablamos con él, le tomamos fotos, le hacemos regalos... Es tan fuerte ese sentimiento que acabamos desarrollando un fuerte vínculo; en este caso, las dinámicas familiares se adaptan para tratarlos como hijos: lo sientan a comer en la mesa, duermen con ellos en la cama, lo sacan a pasear en coches de bebés, entre otros comportamientos que son muy cuestionados.
Dicen también los expertos que la humanización de nuestro perro le puede provocar agresividad o miedo por su baja adaptación a los riesgos fuera de casa, esto es causado por la sobreprotección y actos que hacen los amos como cargar, alejar y no permitir el olfateo a otros perros. Además, otra consecuencia es la dificultad para socializar, lo que ocurre, cuando vestimos al perrito, pues pueden alterar la comunicación visual y olfativa entre los perros. Lo mismo sucede cuando se utilizan perfumes y fragancias que enmascaran el olor natural e individual del perro.
Todo esto puede provocar trastornos como:
-Ladridos.
-Actividad destructiva dentro de casa.
-Mordisqueo o ingesta de ropa del dueño.
-Temblor incontrolable.
O pueden presentar grandes manifestaciones en el momento del reencuentro, que nosotros queremos identificar como demostraciones de afecto. Si nos vemos reflejados en las siguientes señales, está claro que podíamos tener un problema:
• Saludar primero a tu perrito antes que a cualquier otra persona de la casa.
• Saturar la memoria de tu teléfono con imágenes de tu mascota.
• Que conviva, juegue o duerma solo contigo y no promover la convivencia con el resto de la familia.
• Hablar en su propio idioma (o al menos intentarlo).
• Dirigirte a tu mascota como si fuera un bebé.
• Gastar dinero en cualquier accesorio, tal vez innecesario, para tu mascota.
• Un profundo sentimiento de recelo si alguien se atreve a hablar mal de tu perro.
• Abrir su propia cuenta en alguna red social.
• Compartir tu propia comida con tu mascota.
• Pasar por alto algunas malas conductas.
Debemos tener presente que no es nuestro hijo, nosotros somos su líder. Que nunca falte amor, pero que la educación y el orden prevalezcan, no son humanos ni nunca lo serán. Si hacemos como que son humanos, solo conseguiremos convertirlo en un perro desequilibrado. Recordemos que nosotros somos su única guía.